Los 128 kilómetros de la ruta más corta entre la Península Ibérica y el 'Caribe' español

Los días claros y de poniente, es posible ver el perfil de las montaña de la provincia de Alicante desde el faro de Barbaria, uno de los iconos de la pitiusa menor.

La línea recta que conduce desde Denia a Formentera traza la distancia entre las clásicas playas del Mediterráneo español y el llamado Caribe hispano. Las aguas turquesas de la isla balear y sus arenas blancas y finas la sitúan en las clasificaciones de las mejores playas del mundo.

Todo ello en poco más de dos horas y media de travesía desde la Península, operada de forma directa sin escalas por la naviera Balearia. La posidonia marca la diferencia y otorga a las aguas de Formentera su color tan particular que las ha hecho célebres en todo el planeta.

Desde Illetes, la clásica postal más turística y que acapara las fotos de los visitantes, hasta los rincones recónditos como la cala En Baster o el caló dels Morts, pasado por los recovecos de la playa de Migjorn, la isla balear ofrece múltiples alternativas para los amantes del sol y la playa que no tienen nada que envidiar a los arenales más afamados del mundo. Entre las peculiaridades de Formentera se encuentra la posibilidad de cruzar a nado la deshabitada isla de Espalmador, pura esencia de las playas de estas latitudes y de la naturaleza salvaje que las envuelve.

Al margen de las playas, la morfología de Formentera le otorga un atractivo especial con sus cabos y la subida al Pilar de la Mola, desde donde se puede contemplar la silueta de la isla antes de llegar a su no menos emblemático faro.