El CNI acusa a un agente de dar a la CIA un «rollo de papel» con secretos

Al primero le atribuyen haber anotado «de forma disimulada y discreta en cuartillas la información calificada como secreta que copia de su ordenador profesional para posteriormente llevárselos consigo cuando abandona el Centro Nacional de Inteligencia». Entre la información extraída y clasificada como secreto estarían «nombres de fuentes, nombres en clave de operaciones y personal y datos sobre la estructura del despliegue exterior». Al agente J.A.P., que es militar con rango de capitán de navío, equivalente a coronel de Tierra, le atribuyen también tener en su domicilio «aplicaciones, programas, dispositivos y sistemas electrónicos muy securizados cuyo origen está fuera de los circuitos comerciales».

Por su parte, J.M. «ha realizado sin necesidad de conocer, ni disponer de autorización para ello, búsquedas en aplicaciones y bases de datos del CNI (…) principalmente información vinculada con los servicios de inteligencia norteamericanos y también de otros ámbitos como el iberoamericano, ruso, marroquí, económico y política nacional», además de realizar «fotografías con sus dispositivos personales de información contenida en los espacios de la intranet corporativa».

El CNI realizó un informe de auditoría que acreditó cómo ambos agentes habían accedido a «documentos de alto riesgo clasificados como secreto a los que no estaban autorizados a acceder».

El 29 de septiembre de 2023 agentes de la BOA detuvieron a ambos investigados y registraron sus domicilios. Entre el material que J.M. tenía en su domicilio se encuentra una fotografía de un documento del CNI titulado «Irán y sus intereses por contactar con políticos del PP». Además, en un chat entre ambos, J.M. habría reconocido «haber proporcionado información interna a personal ajeno al CNI».

Antes de presentar la denuncia y judicializar el caso, el CNI había intervenido las comunicaciones del principal investigado, el agente de mayor rango, así como entradas en su domicilio y colocación de cámaras ocultas en su puesto de trabajo, en las que se le veía realizando anotaciones discretas por debajo de la mesa y guardándolas en el bolsillo del pantalón. Todas estas medidas, según el propio centro, se tomaron con la autorización del magistrado del Supremo que controla las actividades del servicio de inteligencia. El CNI cree que J.A.P. recibía «muy posiblemente, instrucciones, material y dinero» de un servicio extranjero que sería la CIA.

No obstante, un informe de la BOA reconoce que «la investigación no permite asegurar con absoluta certeza si ha podido hacer entrega de este tipo de información clasificada a un servicio extranjero». En su declaración ante el titular del Juzgado de Instrucción número 7 de Madrid, J.A.P. reconoció haber tomado «algunas notas», pero aseguró que eran sobre «fuentes abiertas» y que lo hizo para después trabajar en su casa.

Por contra, la Policía Judicial sostiene que las anotaciones «se corresponden con informaciones clasificadas». Antes, durante los meses previos a la denuncia que el CNI investigó a sus dos miembros, se realizaron una serie de seguimientos que les permiten sospechar sobre la venta de información clasificada a la CIA. Los informes del Centro Nacional de Inteligencia sostienen que J.A.P. salió de su domicilio varios sábados a lo largo de 2023 «sin los dos teléfonos móviles que habitualmente suele llevar consigo».

Lo habría hecho para eludir su posicionamiento con las antenas de telefonía. En una de esas salidas, a las 10:09 horas del 17 de junio, J.A.P. llevaba consigo a la salida de un aparcamiento en la plaza de Castilla (Madrid) un rollo de papeles en la mano. A las 11:15 se le vuelve a captar y «ya no llevaba el rollo de papeles en la mano». El informe asevera que el agente del CNI contactó con otra persona a la que pudo verse después con ese rollo de papeles en la mano, aunque en el informe no hay registro fotográfico o de vídeo del encuentro entre ambos.

El CNI considera que se produjo «un contacto clandestino entre miembros de servicios de inteligencia». El servicio de inteligencia usó las imágenes del sospechoso y la descripción de los espías que hicieron el seguimiento y llegaron a la conclusión de que se trata de «un miembro de un servicio extranjero acreditado ante el CNI». Se trataría, según las fuentes consultadas, de un agente de la CIA, una agencia considerada 'amiga' del Centro Nacional de Inteligencia. Aunque, hasta la fecha, de los informes citados no se ha podido certificar con «absoluta certeza» la entrega de información clasificada a un servicio extranjero ni la contraprestación económica, J.A.P. permanece en prisión preventiva y J.M., en libertad con medidas cautelares.