El manifiesto constitucionalista en Cataluña suma la adhesión de fundadores de Cs y figuras vinculadas al PP

De igual forma, y de manera significativa, el texto cuenta con el apoyo de tres de los firmantes del manifiesto fundacional de Ciudadanos, como los escritores Xavier Pericay, Teresa Giménez Barbat y Ferran Toutain, así como la adhesión de los exdiputados en el Parlamento catalán y anteriormente cabezas visibles de este partido en Gerona y Lérida, Jean Castel y Jorge Soler. Una lista de nombres que se quiere engrosar en las próximas semanas con nuevas adhesiones, y que se suman los ya avanzados por este diario: el escritor Valentí Puig, el ya citado Ferran Toutain, y el exdiputado del PP y empresario Joan López Alegre, que además ejerce de portavoz del proyecto.

Otras personalidades vinculadas al asociacionismo constitucionalista en Cataluña como la editora Miriam Tey, el periodista y editor Álex Rosal o el empresario Santiago Mondéjar se suman al del economista Albert Guivernau, vinculado, como alguno de los impulsores, al grupo de corte liberal Club Tocqueville, o destacados miembros del constitucionalismo juvenil en Cataluña como Paula Añó o Yeray Mellado, estos últimos incorporados a Barcelona pel Canvi, el partido que sirvió de plataforma a Manuel Valls para optar a la alcaldía de Barcelona.

La número dos del PP en Gerona en las últimas autonómicas y empresaria del sector turístico, Eva Trias, los también empresarios Carlos Rivadulla, José María Trénor, Carlos Calderón, Javier Juncadella de Pallejà y Juan Arza, o el dramaturgo Pau Guix también se suman a una lista en la que están la profesora de Derecho Constitucional Núria González, el periodista y presidente del Grupo de Periodistas Pi i Margall, Sergio Fidalgo, o el abogado Jorge Fuset. El historiador Cesar Alcalá, el presidente de le Asociación por la Tolerancia, Carlos Basté, el doctor en Economía Josep Lluís Oller y el abogado Miquel Curto completan la lista inicial de promotores.

El texto parte del pesimista diagnóstico de la realidad catalana tras una «década de fractura social fomentada por una Generalitat gobernada por los partidos independentistas con el apoyo externo de los antisistema y por un Ayuntamiento de Barcelona en manos del populismo», a una esperanzada visión de que el cambio es posible en esta comunidad, en un proyecto de regeneración cívica que no solo incumbe a los catalanes sino que debe ser corresponsabilidad del conjunto de la nación.

Desmarcándose de los posicionamientos equidistantes que achacan el quebranto del 'procés' tanto al independentismo como a la firmeza del constitucionalismo, el texto es claro en atribuir responsabilidades. «Existe un conflicto en Cataluña provocado por dirigentes políticos irresponsables, que pretenden imponer sus postulados identitarios y secesionistas a todos los catalanes, sin respeto alguno a las normas de convivencia democrática», un diagnóstico al que suman un condicionante previo para superarlo: «Recuperar la lealtad institucional y la neutralidad de las instituciones es necesario para normalizar la vida cotidiana de los catalanes».

La iniciativa del manifiesto parte de la lectura realista que se hace de los resultados electorales de los partidos de centro y de derecha constitucionalista en los últimos comicios generales y autonómicos, con una fragmentación y apoyo ciudadano que hacen imposible que el cambio en la Generalitat, pero también en el Gobierno de España, sea posible. En el Congreso, «la diferencia entre los partidos que apoyan a Pedro Sánchez, el famoso pacto Frankenstein, y los partidos de la oposición es de 40 escaños», recordaba a este diario Joan López. La diferencia en Cataluña en las últimas eleciones generales fue de 36, remataba el exdiputado popular.

Sin resignarse a la atonía, y hasta el abandono, con que los partidos tradicionales se conducen en Cataluña, denuncian los impulsores, el texto pretende que el mismo sea una sacudida, una espoleta para que cambien las cosas. «Para que haya un cambio político en España y para lo fundamental, es decir, que el Gobierno de España no dependa de los partidos que tienen como objetivo la destrucción del país, es imprescindible que el constitucionalismo tenga presencia en Cataluña. De esta manera, se evitaría, primero, que los que quieren destruir el país controlen al Gobierno de ese país que quieren destruir; segundo, para evitar tener una institución del Estado, como es la Generalitat de Cataluña, desleal con el propio Estado; y tercero, para evitar que los partidos nacionales pacten con fuerzas que tienen por objetivo la destrucción de la nación. Hay que evitar que los ciudadanos no independentistas del País Vasco o Cataluña sean la moneda de cambio, como vienen siendo hasta ahora», exponía Joan López.