Vila-Sanjuán: «La Barcelona años 20 fue el laboratorio de la guerra civil»
La Barcelona de los años veinte sigue siendo el disco duro de intrigas literarias. El periodista cultural Sergio Vila-Sanjuán debuta como novelista con «Una heredera de Barcelona» (Destino), historia basada en las experiencias de su abuelo paterno, Pablo Vila-Sanjuán.
Redactor en La Vanguardia ... y El Noticiero, abogado y activista monárquico, don Pablo fue secretario de Dato, político conservador de inquietudes sociales que acabó tiroteado por anarquistas catalanes. Aquel atentado, advierte Vila-Sanjuán, «marcó el fin de cierta forma civilizada de conservadurismo y empujó a derecha e izquierda al radicalismo; los unos con la solución militar, los otros con la acción directa: la Barcelona de los años veinte fue el laboratorio de la guerra civil».
En la ciudad del pistolerismo, el Somatén y la «ley de fugas» del general Martínez Anido no cabía el centrismo dialogante que encarna el trasunto literario del abuelo del autor. Siguiendo casos judiciales reales, maquinaciones políticas y escarceos amorosos, el lector reconoce a Isabel Llorach -promotora del Conferentia Club con Carles Soldevila-, el conde Güell, el anarquista moderado Ángel Pestaña, opuesto a la «gimnasia revolucionaria» de García Oliver, los dramaturgos Amichatis y Muñoz Seca; don Pablo se adentra en los cabarés del Paralelo y los ateneos ácratas: «Un hippismo avant la lettre que promovía el naturismo y hablaba esperanto».
Una sociedad que la guerra civil arrasará y jamás volverá a recuperar su magnitud. Así lo describe amargamente el conde Güell en 1936: «Este pequeño mundo nuestro, elegante y amable, al menos para los que permanecíamos en él, está a punto de irse a hacer puñetas para siempre...»
En vísperas de la contienda, señala Vila-Sanjuán, un anarquista al que su abuelo defendió quince años antes en un turno de oficio le dijo que huyera porque vendrían a matarlo: «Es la mejor moraleja de la novela; las relaciones humanas pueden más que las ideologías».
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