Ca n´Espinós, la tienda de la droga
Una carretera estrecha y serpenteante de tres o cuatro kilómetros es el único acceso al barrio más marginal de Gavà y, quizás, de toda el área metropolitana de Barcelona. La explosión de gas en el bloque número 1 del Camino de Ca n´ Espinós -que, ... de momento, ha causado la muerte de una mujer y se teme por la vida de catorce personas, entre ellas cinco menores- ha dejado al descubierto una realidad urbanística y social que horroriza tanto como la imagen de decenas de jeringuillas que hay tiradas en los alrededores del edificio siniestrado, y que nadie se molesta ni siquiera en recoger.
«En el bloque «petao» se vendía droga como churros, era la tienda número uno del barrio», afirmó ayer María Teresa González, la propietaria del bar «Alcalde», que no tiene pelos en la lengua para denunciar que «el problema real del barrio es la droga, no los yonquis, porque algunos de ellos ayudaron la otra noche a salvar vidas».
Esta actividad ilegal, según cuenta la vecina, se da en menor o mayor escala en más de un edificio del barrio, donde solamente hay cinco bloques y el resto son casas de autoconstrucción.
En Ca n´Espinós no hay dispensario, colegio, farmacia, supermecado..., pero sobra droga para vender a cientos de toxicómanos del área metropolitana de Barcelona que cada día se trasladan hasta este barrio de Gavà para comprar una «papelina». Incluso, algunos de ellos han montado una tienda de campaña para dormir a pocos metros de distancia del bloque siniestrado y estar más cerca del punto de venta.
«Hace falta una comisaría»
«Aquí, lo que realmente hace falta es una comisaría y policías por la calle para que pongan orden en el barrio», subrayó la mujer. María Teresa aseguró que, en sus treinta años detrás de la barra, no ha sufrido ningún atraco ni pelea en el interior del bar porque «nos respetan y porque mi marido (Diego) no deja entrar a nadie que fume droga».
La mayoría de los jóvenes del barrio no pisa el local de Diego porque, como ellos mismo dicen, «nos pasamos la tarde jugando a las máquinas, a cartas y fumando porros».
Ellos prefieren tomar «cervecitas» en «La Granja», el otro bar del barrio, porque se encuentran en su ambiente. Ninguno de ellos va al casal cívico Ca n´ Espinós, que tiene una pista polideportiva, porque «es un sitio para críos» y prefieren «trapichear» por la calle para tener siempre 20 euros en el bolsillo. Esta es la escuela real de Ca n´Espinós, donde hay un porcentaje muy alto de absentismo escolar.
Catorce personas en un piso
En un piso de 70 metros cuadrados, con tres habitaciones, comedor, baño y cocina, duermen catorce personas -cuatro matrimonios, cinco hijos y la abuela. «Y a mí me toca dormir en el sofá», apuntó Claudia, de 18 años de edad, para explicar las vicisitudes que pasa la mayoría de familias que residen en este barrio. La joven ni trabaja ni estudia: «Soy gitana y no tengo el graduado escolar».
Su abuela, Antonia Moreno Fernández, de 77 años, denuncia también que nadie les hace caso. «Llamas a los del agua por un escape y no vienen al barrio porque somos gitanos, solamente vienen cuando pasa algo gordo, como lo de ahora». «Aquí sólo vienen rápido las «furgonas» de la policía para hacer redadas», concluyó la nieta de Antonia Moreno.
En el barrio de Ca n´Espinós no hay dispensario, colegio, farmacia..., pero sobra droga para vender a cientos de toxicómanos, como demuestra la imagen de decenas de jeringuillas que nadie se molesta en recoger
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