SHAMBHALA
Una ética para la estética
No es fácil ser mujer en 2024, ni niña, ni adolescente, ni sobrevivir al bombardeo de las redes sociales sobre cómo debería ser cada centímetro de tu cuerpo, ni a cánones de belleza que no tienen que ver con ningún ideal clásico
Artículos de Salvador Sostres en ABC
Barcelona
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Iniciar sesiónCon demasiada frivolidad los centros de belleza abusan de las inseguridades de tantas personas con la autoestima baja, que acuden a ellos en busca de soluciones mágicas que no existen y sin ningún conocimiento de medicina ni de su cuerpo, e ignorando por supuesto los ... peligros de someterse a según qué cirugías que el primero que sabe que no te van a proporcionar el resultado soñado es el que te la recomienda y te la cobra. Es verdad que acudimos libremente y que es responsabilidad de cualquier persona adulta tomar sus buenas o malas decisiones, pero en el terreno de la proyección pública de nuestra imagen, sobre todo en las mujeres, en un mundo tan exigente con ellas, hay demasiados abusones sin escrúpulos que han creado desgracias y esperpentos inenarrables.
Por todo ello es fundamental confiar nuestro cuerpo y nuestra salud –y nuestro equilibrio mental– a profesionales que tengan límites éticos y a médicos de indiscutible vinculación deontológica. La clínica Akiabara nació en Sant Cugat del Vallés en 2017 con el objetivo de ayudar a sus pacientes a sentirse mejor con sí mismos, alimentando su autoestima y potenciando su belleza. La medicina estética, medicina capilar, tratamientos faciales y corporales, nutrición y masajes se deciden y se llevan a cabo bajo criterios médicos y por médico con sus conocimientos reales de las consecuencias y los riesgos de una intervención inadecuada. En Akiabara, muchas mujeres tristes o desesperadas por otras cuestiones y que querían pagarlo con su físico, fueron redirigidas a terapias psicológicas que a todas luces necesitaban antes de abordar cambios radicales en su cuerpo. No es fácil ser mujer en 2024, ni niña, ni adolescente. No es fácil sobrevivir al bombardeo de las redes sociales sobre cómo debería ser cada centímetro de tu cuerpo. No es fácil sobrevivir a cánones de belleza que no tienen que ver con ningún ideal clásico sino más bien con obsesiones y enfermedades de personas que por decirlo suave han perdido el norte.
Akiabara se trasladó en febrero de este año a Barcelona con el concepto «Your glow up project», en que el paciente explica sus objetivos y los médicos y demás profesionales de la clínica, tras evaluar su consistencia y sensatez, establecen el recorrido de tratamientos ideal para lograrlos, teniendo siempre en cuenta la salud y la seguridad, y asegurándose de que el paciente toma decisiones desde la estabilidad y basadas en reflexiones serenas; y sin abusar jamás de estados de necesidad, angustia o soledad que requieren otro tipo de tratamiento.
Todos podemos mejorar en todos los ámbitos de nuestras vidas. Todos podemos perfeccionar detalles tanto en nuestra actitud como en nuestro rendimiento profesional, y por supuesto en nuestro aspecto físico. Pero en la legítima búsqueda de este perfeccionamiento, no podemos desnaturalizarnos, no podemos poner en riesgo nuestra salud ni el equilibrio en el que se tendría que basar siempre lo que somos y lo que proyectamos. Todos tenemos madres, hermanas, amigas o hijas que en algún momento de sus vidas han tenido preocupaciones excesivas por su cuerpo y si se han puesto en manos de algún desaprensivo que sólo buscaba dinero han acabado sintiéndose idiotas por un derroche innecesario y normalmente a cambio de intervenciones que no sólo no arreglaron sino que empeoraron lo que se suponía que iban a mejorar.
Yo nunca he sido partidario de las intervenciones quirúrgicas por motivos estéticos, a menos que haya habido una deformación grave por accidente o enfermedad. Yo nunca he querido ponerme pelo o estirarme las arrugas o practicarme liposucciones –y motivos tendría porque soy bien calvo y gordo– pero conozco los riesgos de entrar en un quirófano y creo que lo sensato es evitarlo al máximo y sólo hacerlo cuando es estrictamente necesario. Además pienso que aprender a vivir con tus defectos físicos fortalece el carácter y la personalidad y cuando te acostumbras es más difícil que puedan hacerte chantaje con tu debilidad.
Pero como lamentablemente no todo el mundo es de mi parecer es importante que exista una clínica como Akiabara, que gestiona con honestidad las inseguridades y los complejos de unos pacientes que pueden acudir tranquilos y confiados en que no se les va a dar el consejo que más enriquezca al centro, sí el que más les convenga a ellos. Este juego limpio es altamente improbable encontrarlo en el alocado mercado de la medicina plástica de hoy y es por ello que Akiabara (Aribau, 120) merece un especial reconocimiento, como lo merece la doctora Carmen Torrejón en el terreno de la dietética: la doctora Torrejón también es médico y nunca permitirá que sus pacientes hagan nada que pueda perjudicar su salud aunque aparentemente aquello les permitiera adelgazar más rápido.
Mi recomendación es que no te retoques y que trabajes desde tu personalidad la proyección de tu imagen. Pero siendo consciente del mundo en que vivimos y entendiendo que no todo el mundo tiene el mismo talento y que sin talento todo es mucho más complicado, encarecidamente te ruego que si tienes la necesidad de hacer algún cambio en tu cuerpo te pongas en manos de personas honestas, profesionales y serias que por lo menos lo van a hacerte ningún daño.
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