«Frustrado y dividido»: el independentismo ante la Diada de la desmovilización
En el nivel más bajo de apoyo a la ruptura, el secesionismo busca en la lengua un elemento aglutinador
La ANC arremete contra la sumisión de los partidos y trata de animar a un secesionismo desmovilizado
Un secesionismo dividido cae a su menor movilización desde 2012
Barcelona
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En este caso, realidad obligada tras el fracaso de 2017, el llamamiento ya no es para conseguir una secesión que algunos creyeron tocar con la punta de los dedos, sino asuntos más tangibles: la financiación y, de manera muy especial, la lengua, asunto altamente sensible y convertido a falta de otras banderas en el único aglutinador de un movimiento que no acaba de encontrarse. La sentencia de ayer del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC), y la próxima del Tribunal Constitucional (TC) sobre el 25% de castellano, son casi el único estímulo.
Así, si el lema de la ANC para esta Diada de 2025 es el de 'Más motivos que nunca', también podría decirse que los motivos para el desánimo 'indepe' son más grandes que nunca, con la tensión política trasladada a Madrid y Salvador Illa, apoyándose en ERC, aplicando en Cataluña una política al baño maría que contrasta con la tensión y quebranto de la última década.
Como reconoce la misma ANC, el secesionismo anda desmotivado y frustrado. Una frustración con ellos mismos pero, sobre todo, con sus líderes políticos, a los que acusan de acomodarse al marco del 155: «El independentismo es la fuerza mayoritaria del país pero los dirigentes políticos han desobedecido el mandato popular. Han renunciado, han bajado la cabeza y han escogido la vía de la sumisión en vez de la confrontación democrática. Han cambiado la voluntad del pueblo por sillas, por sueldos, por cuotas de poder incluso aceptando pactos con el 155. Así, desde 2018, todos los partidos han alimentado una 'ruta de la normalización' estéril y engañosa, basada en mesas vacías, promesas falsas y pactos sin cumplimiento real».
Culpar a los dirigentes y a los partidos independentistas –en mayor o menor grado, en un arco que iría de Oriol Junqueras, traidor 'en cap', a Carles Puigdemont– es quizás la salida más fácil para no ver la propia realidad de un movimiento que en su momento llegó a galvanizar a una porción muy importante de la sociedad catalana y que ahora vive, sin lugar a dudas, su momento más bajo. No al nivel de los años 80 y 90, cuando el independentismo era casi testimonial y se vivía prácticamente en la intimidad, pero a años luz del momento álgido del 'procés'. Las últimas encuestas del CEO –el CIS catalán– constatan el nivel más bajo de apoyo a la separación de toda la serie histórica.
En su momento las manifestaciones de la Diada organizadas por la ANC junto a Òmnium Cultural no solo eran una demostración de fuerza –centenares de miles de personas tomaban las calles realizando disciplinadas coreografías– sino que forzaban a los políticos a dar pasos adelante. Sucedió en 2012, cuando sobre la euforia de la primera gran mani multitudinaria, Artur Mas adelantó las elecciones que pusieron en marcha la maquinaria del 'procés'.
Casi tres lustros después de aquel momento iniciático, la ANC a duras penas logra movilizar a sus seguidores más adictos cuando se trata por ejemplo de protestar contra una visita del Rey o por la sentencia que obliga al traslado de las pinturas de Sijena. Es por ello que para la Diada, la ANC echa el resto, aunque las tretas para disimular una movilización menguante cada vez son más evidentes. Hoy, como en años anteriores, la ANC convoca una manifestación descentralizada, una manera de maquillar los números del acto central en Barcelona con sendas marchas en Gerona y Tortosa. A la marcha de la capital catalana asistirán los máximos dirigentes independentistas, incluida por primera vez la líder de Aliança Catalana, Sílvia Orriols, un elemento más para la división y la discordia.
Con este panorama, y sin más objetivo por parte de Junts y ERC que el de sacar rédito de la debilidad de Pedro Sánchez, el independentismo civil se agarra a reivindicaciones como la de la lengua catalana. «Más motivos que nunca» para salir a la calle, proclama la ANC. Más motivos que nunca para constatar que 2017 queda muy lejos.
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