MIR rural, aprendizaje «completo» y «cercanía»
Andrea y Ana, de Orihuela (Alicante) y Almería, son residentes de Atención Primaria en San Esteban de Gormaz (Soria) y destacan las posibilidades de formación en los pueblos
Castilla y León cubre 34 plazas más de MIR en Medicina de Familia tras la 'repesca' y quedan vacantes casi el 25 por ciento
Andrea López, de Orihuela (Alicante) y Ana Estela Díez, de Almería, están haciendo su MIR en San Esteban de Gomaz (Soria),
La última elección de las plazas para la formación de los futuros médicos como especialistas ha vuelto a enviar el mismo mensaje que en los últimos tiempos: la Atención Primaria no seduce a los sanitarios más jóvenes. Es la que más plazas ... vacantes vuelve a dejar. En Castilla y León han quedado libres 47 –casi un 25 por ciento de las 190 ofertadas– tras una repesca lanzada por el Ministerio de Sanidad que algo ha mejorado el escenario inicial, pero no ha llegado a cubrir todos los vacíos. Así, en España han sido 246 los puestos de Medicina de Familia y Comunitaria que han quedado en blanco, casi el doble que el año pasado, algo que hace prever que el déficit de personal que ya tiene la especialidad, más acuciante en los pueblos, no se solucionará en el corto plazo.
Son destinos como Soria y el medio rural los que acumulan la falta de aspirantes. Agrupan casi la mitad de las puestos libres, con once cada una. En el caso de la provincia soriana, de los quince destinos ofrecidos se han cubierto cuatro, pero Miranda de Ebro (Burgos) no ha conseguido ningún MIR en este proceso, respesca incluida. También hay plazas vacías en Aranda de Duero (Burgos), en Ponferrada (León) –seis en ambas–, en Medina del Campo –tres– y en capitales como Zamora, Burgos y León –cinco, cuatro y una, respectivamente–.
Pero hay a quien el mundo rural le ha sorprendido para bien. Andrea López, de Orihuela (Alicante) y Ana Estela Díez, de Almería, recalaron en Soria hace ya cuatro años para hacer su residencia en Medicina de Familia. En el caso de la alicantina tenía muy claro que esa sería la especialidad que escogería tras los exámenes del MIR y su compañera apostaba por la medicina general y Primaria porque le parecía «muy completa».
Cuarto año
Sin ningún vínculo con la provincia soriana y en un año en el que las plazas «estaban más ajustadas» y apenas sobraban, se decantaron por iniciar allí su formación especializada. «Hice caso a los consejos que me decían que hacer la residencia en esta rama es mejor en los núcleos más pequeños», explica Ana Estela, que estudió Medicina en Murcia. Lo mismo le ocurrió a Andrea, que llegó tras cursar la carrera en Zaragoza. Soria y medio rural fue su elección, en la que en principio sí sintieron algo de vértigo y dudas.
Ya van para su cuarto año de residencia –el último– en el centro de salud de San Esteban de Gormaz y ahora pueden decir que no cambiarían su elección por la ciudad. Y es que las «posibilidades» que les ofrece formarse en un pueblo, dicen, son muy amplias. Fueron las primeras en llegar como MIR al municipio y les recibieron con los brazos abiertos. «La relación con nuestros tutores es muy buena y aquí siempre hay alguien dispuesto a echarte una mano. De todos puedes aprender algo», expresa Andrea, mientras Ana cree que el hecho de que «no haya tanta presión» asistencial, como pueden tener los núcleos urbanos, les «permite hacer muchas cosas» que quizá en otros lugares no tendrían ocasión de realizar.
«Desconocimiento»
«Hay muy buen ambiente», destacan ambas, y consideran que si gran parte de sus compañeros no optan por este tipo de residencia en los pueblos es por «desconocimiento» o «confusión» ante el término «rural». «Quizá piensan que no estamos provistos de tecnología o que tenemos muchas carencias y la realidad es muy distinta», aseguran. A este centro de salud soriano, como en otros de la región, también ha llegado la «telemedicina», hay ecógrafos y cuentan con aparatos que permiten hacer una «dermatoscopia».
A casi setenta kilómetros de la capital, en San Esteban se han «esforzado» por tener todos los medios para prestar una «buena atención» a sus 3.000 habitantes y todos los municipios cercanos, subrayan.
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«El trato que tenemos aquí con los pacientes es mucho más cercano», considera Ana, y el «seguimiento» que se realiza a los enfermos crónicos en estas zonas «sería inviable» en otros lugares. Es en los pueblos donde se mantiene esa relación «de confianza» con el «médico» que llega a ser un apoyo también «social» y hace una labor de «educación sanitaria» que es «fundamental», reconocen.
Ambas saben lo que es prestar atención en los consultorios locales de los municipios más pequeños –van de 'ruta' con sus tutores– y la atención domiciliaria a quienes no se pueden desplazar a los centros y ahí está precisamente el único 'contra' al MIR rural: las distancias en una comunidad «tan extensa». «Aún así es mucho más lo bueno», concluye Andrea.