Leiva da la sorpresa de la noche con un concierto de altura en un Sonorama especial

Unas horas más tarde, con el sol en su cénit, le llegó el turno a Ángel Stanich. Como sabrá cualquier asiduo al Sonorama ya es tradición que el artista, habitual del cartel arandino, sea el primero en tocar en el recinto. Una costumbre sobre la que bromeó el montañés ante su público fiel que, sudando la gota gorda, lo vitoreó sin parar a las siete de la tarde. «Estamos negociando con la organización para que nos ponga a mejor hora, pero en el escenario comedia» dijo el cantautor antes de atacar sus temas más ácidos salvando los escollos que le ponía una guitarra empeñada en perder su afinación a cada rato. Tras él, una Vega elegante con un concierto solvente que dedicó por un lado a su mentora, Amaral, y, por otro, a reivindicar la importancia de hablar de salud mental, como ya lo hiciera Rozalén en la jornada del jueves.

Emir Kusturica And The No Smoking Orchestra fueron a pasárselo bien. El director de cine, guionista y músico serbio ha demostrado infinidad de veces que es un hombre orquesta al que le encanta interactuar con el público. Con un show del tipo musicómico entretuvieron a una audiencia divertida a golpe de folk rock alternativo y algún que otro comentario político.

Tras ellos, la niña bonita del Sonorama, Shinova, una de las bandas que el festival ha cuidado con más mimo en los últimos años. El pop rock de la banda de Biarritz preparó los ánimos para los dos grandes conciertos que quedaban por llegar. A su vez, en el escenario 25 aniversario, la también vasca Izaro dio un digno concierto en el que consiguió reunir a un público nutrido a pesar de coincidir en el tiempo con uno de los cabezas de cartel.

Leiva fue la sorpresa de la noche, que dio un concierto a la altura de las circunstancias en una edición que, una hora después, se despediría de uno de sus grupos emblema. El madrileño, acompañado de una banda de lujo que dio empaque a sus grandes éxitos, ejecutó una brillante actuación mientras todo el recinto rugía las letras de las canciones del icono pop. Antes de finalizar, quiso dedicar el concierto a Supersubmarina, la gran promesa musical que vio truncada su carrera en un accidente de tráfico el 14 de agosto de 2016. Iban camino al Sonorama.

Al fin, Izal. Acaso el concierto más esperado después del aún pendiente C.Tangana. No cabía un alfiler y la emoción se palpaba en el aire. A pesar del gran despliegue, no fue su mejor actuación sobre los escenarios arandinos. Quizá, debido a las constantes interrupciones de un Mikel Izal emocionado, que fue repasando canción a canción sus recuerdos desde la primera vez que pisaron la villa burgalesa, hace algo más de una década. Pero el público se lo perdonó todo y coreó con fuerza todos y cada uno de sus temas. En especial el último, el más conocido, el que dedicaron a todos esos hombres y mujeres vestidos de verde que, durante la pandemia, se dejaron el pellejo en los hospitales de la sanidad pública.

Tras ellos, el pop psicodélico de Dancetería, el grupo compuesto por Barry Brava y Miss Cafeína, fueron los encargados de mantener en pie una jornada que comenzaba a tocar a su fin. ELYELLA DJ's terminaron de completar una noche llena de baile, sudor y adioses.