Controladas con cámaras y siempre disponibles: así trataba el clan de la 'Santa Muerte' a sus víctimas de explotación sexual
La Policía Nacional detiene a ocho personas y libera a 13 mujeres obligadas a ejercer la prostitución en pisos de Valladolid capital
Valladolid
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Iniciar sesión'Santa Muerte'. Así tenían guardados en sus teléfonos móviles el número de una de sus explotadoras. Da pistas del «temor» que esta mujer les infundía. Se valía para ello de prácticas de santería, con varios altares colocados en los pisos en ... los que realizaba diferentes ofrendas «para intimidarlas». Hasta el punto, según han detallado desde la Policía Nacional, que incluso quienes no creían en estas prácticas habituales en sus países de origen «le tenían miedo».
La santería, de hecho, era uno de los medios de los que se valía para mantener bajo su yugo a las víctimas de explotación sexual un clan familiar de origen paraguayo y peruano que tenía su centro de operaciones en Valladolid capital. Ya han sido detenidas ocho personas, todas vinculadas entre sí, y liberadas trece mujeres que antes de caer en sus redes estaban en situación de vulnerabilidad, en la mayoría de los casos irregular.
La matriarca del clan, de Paraguay -al igual que otros cinco miembros de la organización-, era la encargada de captar a las mujeres -nueve paraguayas, dos peruanas, una argentina y una española-, que tenían entre 19 y 25 años. En general, lo hacía en sus países de origen, en ocasiones entre miembros de sus propia familia o entorno cercano, y se encargaba también de gestionar su traslado. Cuando estaban ya en sus redes, las consideraban «de su propiedad» hasta que saldaban la supuesta deuda contraída por el viaje a España o generaban las suficientes ganancias.
En un primer momento, la matriarca alojaba a las víctimas en un piso controlado por su nuera, que se encargaba de la explotación sexual, fijaba las tarifas, cobraba a los clientes y autorizaba a las mujeres a «breves» salidas de la casa para comprar lo básico. Estaban «hacinadas», donde llegaban a pernoctar hasta ocho mujeres repartidas entre dos «pequeños dormitorios» con dos camas individuales cada uno.
Trascurrido un tiempo, eran derivadas a otra vivienda, que controlaba la hija mayor de la matriarca, también encargada de fijar los precios que cobraba a los clientes y controlar las restringidas salidas a las víctimas, que estaban también hacinadas en literas, «en condiciones penosas y abusivas». Hasta controladas 24 horas por cámaras con un sistema de videovigilancia tenían a las mujeres en este clan en el que cada miembro tenía su papel definido.
Si la matriarca las captada, en «muchas» ocasiones hasta jóvenes de su familia o del entorno; la primogénita, conocida como 'Santa Muerte', considerada por los investigadores como la que dirigía la acción criminal, se encargaba de las ganancias, la publicación de anuncios en páginas web de servicios de prostitución o controlar y coordinar el funcionamiento de los pisos. Su pareja proporcionaba los estupefacientes -entre otras sustancias cocaína y 'tusi'- a los clientes, mientras que los hijos varones del clan y un amigo íntimo colaboraban controlando la explotación sexual cuando no estaban las mujeres al frente, publicaban anuncios, hacían de 'taxitas-controladores' en las salidas de las víctimas o se encargaban de alquilar los pisos sin dar a conocer el fin y simulando que era para una pareja con ingresos legítimos.
En el momento en el que la red ha sido detenida en el marco de la operación 'Cabila', contaban con hasta seis pisos distribuidos por diferentes puntos de la ciudad para «intentar abarcar el mayor número de potenciales clientes».
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Fue una víctima de trata de seres humano la que puso sobre la pista a los agentes hace casi un año, cuando narró a la Policía que había sido captada por una mujer que le convenció para que accediera a ejercer la prostitución en una casa de citas en Valladolid. Se aprovechó para ello de su situación de vulnerabilidad e irregularidad en España. Es el perfil que escogían: mujeres en situación de «extrema pobreza» de cuyos ingresos dependían sus familiares en sus países de origen.
A cambio de los servicios, apenas obtenían un pequeño porcentaje de lo que cobraban a los clientes. Debían estar disponibles las 24 horas del día, sin jornadas de descanso, ni siquiera por enfermedad y no podían elegir a quienes exigían de sus servicios.
Los ocho detenidos como presuntos autores de los delitos de trata de seres humanos con fines de explotación sexual están en libertad con cargos y medidas cautelares, según han dado a conocer desde la Policía Nacional.
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