Amalia Iglesias, Premio de la Crítica, contra el «genocidio atroz» en Palestina: «¿Es posible escribir poesía después de Gaza?»
Comparte el galardón con el vallisoletano Rubén Abella, que reivindica sus orígenes y «la belleza de lo inútil» en una época en la que se busca «la utilidad para todo»
Valladolid
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Iniciar sesiónLa poetisa palentina afincada en Salamanca Amalia Iglesias ha recibido este sábado el Premio de la Crítica de Castilla y León, ex aequo con el novelista vallisoletano Rubén Abella, en un acto que aprovechó para alzar la voz contra el «genocidio atroz» que está ... teniendo lugar en Palestina «ante la pasividad del mundo» y que le llevó a preguntarse: «¿Es posible escribir poesía después de Gaza?».
Ha retomado así Iglesias la idea expresada en su momento por el filósofo Theodor Adorno para reflejar la barbarie de los campos de concentración nazis, especialmente el de Auschwitz, para «alzar la voz contra quienes decretan impunemente la muerte y el sufrimiento» y reivindicar el humanismo como filosofía «por encima de todas las ideologías».
Ha defendido entonces el humanismo intrínseco a la poesía para, como hiciera Blas de Otero, «pedir la paz y la palabra» y hacer de la literatura poética «un redoble de conciencia», que ha pedido «saber escuchar» porque «todos somos una misma humanidad».
Además, en su discurso de recogida del Premio de la Crítica de Castilla y León, recogido por Ical, Iglesias también ha abogado por «la soledad, la lentitud y el paisaje» de su pueblo natal, Menaza, en la Montaña Palentina, como «germinal en su escritura», y recordó que los libros y sus escritores «habitan esos espacios» que generan una «indiscutible riqueza literaria» en Castilla y León.
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Por su parte, el autor de la novela 'Dice la sangre', el vallisoletano Rubén Abella, ha compartido no solo el premio con Iglesias sino «la idea de la belleza de lo inútil» en una época que ha lamentado que viva «en busca de utilidad para todo lo que hacemos».
En su discurso de recogida del galardón, que ha estado acompañado de un retrato para cada uno de los premiados realizado por el pintor salmantino Ángel Iglesias, Abella ha aseverado que el escritor vive «en soledad, ordenando y desordenando palabras, escribiendo aislado, a ciegas» y, por ello, «cuando llegan los premios, son una bendición, porque nos hacen ver que hay alguien hay fuera».
Inspiración
De hecho, ha agradecido el Premio de la Crítica de Castilla y León porque «atrae nuevos lectores» dado que «igual que un cuadro no existe del todo si nadie lo contempla, la literatura cobra vida cuando alguien la lee», y se ha mostrado especialmente congratulado porque se trate de un galardón que porta el nombre de su tierra, ya que su infancia «transcurrió a orillas del Pisuerga» y también a través de Astorga, «patria chica» de su madre que no desveló si es el lugar en el que se inspira 'Dice la sangre': «Sí y no. Mi padre era gallego», ironizó.
Ambos retratos fueron entregados por la viceconsejera de Acción Cultural de la Junta, Mar Sancho, que celebró la condición de ex aequo del Premio de la Crítica de este año, «el segundo más relevante después del Castilla y León de las Letras» en la Comunidad, porque no elige entre prosa o poesía sino que premia a ambas a través de los libros de dos autores «ampliamente reconocidos que tenían que estar en el Premio de la Crítica de Castilla y León».
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