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Uno de los 250 nuevos reservistas voluntarios: «Lloras cuando vuelves a vestir el uniforme del Ejército de Tierra»

Luciano García Rojo, jefe de la Policía local de Torrijos, ha sido seleccionado entre 10000 participantes

«Soy un militar encerrado en el cuerpo de un policía», se define

Reservistas: civiles con vocación militar

Han pasado treinta y nueve años entre una y otra fotografía ABC

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«Estoy cerrando el círculo de mi vida» , cuenta apasionadamente Luciano García Rojo. La pasada semana, terminó su formación básica militar después de quince días en el acuartelamiento de Camposoto, en San Fernando (Cádiz), donde juró bandera el viernes en el Centro de Formación de Tropa (Cefot) número 2.

Luciano explica entusiasmado que es uno de los 250 nuevos reservistas voluntarios del Ejército de Tierra español que han conseguido plaza entre las 10000 solicitudes que concurrieron a la última convocatoria. Para ello, superó un concurso de méritos, presentando las titulaciones exigidas para la plaza por la que optó, alférez en su caso. Y también afrontó una entrevista con una psicóloga, un reconocimiento médico y un examen psicotécnico para que le dieran apto. «El acceso es muy complicado y me siento tremendamente emocionado por haberlo conseguido», expresa este hombre de 55 años.

«Lloras cuando vuelves a vestir el uniforme de la institución mejor valorada de España. Porque toda la base en valores de mi vida se forjaron en el Ejército de Tierra. Y al volver al Ejército he tenido unas sensaciones internas increíbles», dice con orgullo. «Cualquiera puede comprarse un uniforme en El Rastro de Madrid, pero ganártelo, como nos dijeron los mandos en Camposoto, es algo muy grande», subraya feliz.

«Mi vocación frustrada»

Ha firmado un contrato de tres años de duración que se puede renovar por otros tres. «Me he hecho reservista voluntario amparándome en el derecho constitucional de la defensa de España y, especialmente, porque mi vocación frustrada fue militar. Ha sido siempre una espina que he tenido clavada », confiesa Luciano, quien ha accedido con el empleo de alférez. «Estoy a disposición del Estado Mayor de la Defensa y el ministerio puede activarme el tiempo que estime conveniente», resume.

Sus primeros cinco años laborales fueron en el Ejército de Tierra y «mis últimos cinco años van a ser también dentro del Ejército», sintetiza este ciudadano, que se jubilará con 60 años porque es miembro de las fuerzas y cuerpos de seguridad. Subinspector jefe de la Policía local de Torrijos , tiene a su cargo veinte agentes en un municipio toledano de 14.000 habitantes.

Luciano habla fervientemente del Ejército de Tierra, donde entró con 16 años como voluntario y llegó a ser cabo primero. «Estuve destinado en la Academia de Infantería de Toledo durante cinco años. En ese tiempo, fui desde conductor de carros de combate a instructor de reclutas, además de aprender a manejar morteros de 81 milímetros. ¡Hice de todo!», evoca con vehemencia.

Luciano García, con el uniforme de policía local

Con 21 años, en 1990, dejó el Ejército para irse a la empresa privada. Un gran amigo suyo, Raúl González Alonso, se marchó y Luciano se sintió solo. Por eso siguió sus pasos y los dos acabaron en Candi S. A., una empresa en la que trabajó como vigilante Dionisio Rodríguez Martín, ‘el Dioni’ , quien robó un furgón blindado con 298 millones de pesetas unos meses antes, el 28 de julio de 1989. «Después de eso, la empresa quebró en los años 92-93 y nos echaron a todos», recuerda Luciano.

Trabajó después en otras empresas de seguridad hasta que, en 1997, aprobó las oposiciones a policía local. Su primer destino fue Casarrubios del Monte; luego llegó a Fuensalida en 2008 y, dos años después, comenzó a trabajar en Torrijos.

«Soy un militar encerrado en el cuerpo de un policía» , se define Luciano, graduado en Criminología y diplomado en Investigación Privada, además de presidir la Asociación Policial de Seguridad Local (Aposel).

«Volver al Ejército de Tierra me produce emociones encontradas de satisfacción, de orgullo, de poder decir que el uniforme lo he ganado yo y que vuelvo a sentirlo. ¡Es fuerte! ¿eh?», describe el nuevo reservista, que está a disposición de sus superiores. «Hasta para ir a misiones en el extranjero. ¡Lo que haga falta!», exclama con un tono marcial. Luciano lo lleva en la sangre.

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