Adiós a un empresario singular: Miguel Sánchez-Infante Padilla
«Su toledanismo militante le llevó a realizar diversos proyectos culturales en la ciudad, Toledo. No existía para él meta inalcanzable ni problema insoluble»
MARIANO CALVO
Los toledanos acabamos de perder a un convecino y empresario singular, de genuina vocación emprendedora; y particularmente yo -permítanme decirlo- a un amigo leal del que recibí continuas muestras de afecto. El último de esos gestos entrañables tuvo lugar cuando, estando ya enfermo, ... dedicó parte de sus desfallecientes energías para encargar secretamente a un amigo común que le consiguiera el libro que yo presentaba en la Feria del Libro de Toledo, siendo consciente, como lo era, de que su enfermedad le impediría leerlo.
Con su muerte, Miguel Sánchez-Infante rubrica una biografía exitosa dedicada al sector de la promoción inmobiliaria. Pero también su toledanismo militante le llevó a realizar diversos proyectos culturales, como la edición del semanario 'El Castellano Independiente' en 1983, cuya dirección tuvo a bien encargarme; la organización en Castilla-La Mancha de un campeonato de ajedrez con la participación del varias veces campeón del mundo Anatoli Karpov; la producción de una película titulada 'La señora', protagonizada por la actriz Silvia Tortosa; y la coproducción de una ambiciosa serie televisiva de siete capítulos y casi doce horas de duración sobre la obra cervantina Don Quijote de la Mancha, realizada por la televisión de la Unión Soviética en 1989.
Llenaría una extensa autobiografía la recopilación de anécdotas que Miguel Sánchez- Infante contaba de su ajetreada vida, algunas derivadas de su experiencia empresarial en la declinante Unión Soviética. Porque Miguel tuvo el arrojo de ser uno de los empresarios españoles pioneros en la exploraron de las posibilidades comerciales a las que se abrió el país de Gorvachov tras la caída del régimen soviético. Allí vivió incidentes de un surrealismo jocoso y otros no tanto, en los que las mafias llegaron a amenazarle a punta de pistola.
Personalmente, puedo afirmar que no he conocido a ningún empresario más audaz, con más capacidad de trabajo e inagotable energía. A la par se mostraba como un hombre calmado y positivo, que inspiraba serenidad, y para el que no existía meta inalcanzable ni problema insoluble.
Nacido en Toledo, en un hogar humilde en los duros días de la postguerra, comenzó trabajando de aprendiz de damasquinador, nutriendo las filas de esa muchedumbre de toledanos que, martillo y punzón en mano, llenaban los patios de vecindad de un repiqueteo atronador e incesante, dedicados a incrustar incansablemente el hilo de oro sobre la lámina de acero. Él contaba con cierta compunción retrospectiva que, como le pagaban a destajo, ni siquiera se levantaba de su asiento para comer: le bastaba con girarse en la silla y utilizar una mesita dispuesta al efecto a su espalda; terminada la apresurada ingesta, giraba de nuevo la silla y proseguía su trabajo.
Hizo realidad aquello de que 'nuestro carácter es nuestro destino', consiguiendo librarse, precisamente por su carácter emprendedor y laborioso, de un destino abocado a la precariedad en un Toledo sin apenas oportunidades. Y así, con audacia, trabajo y talento se introdujo con éxito en el mundo de los negocios inmobiliarios. Toledo fue su primer escenario, pero al cabo de unos años su imparable activismo le llevó a buscar más amplios horizontes en la costa del sol, donde llevan su sello importantes urbanizaciones, particularmente en Benalmádena, lugar de su segundo hogar tras el de Toledo, que nunca abandonó. Sirvan estas líneas como humilde homenaje de amigo a un empresario que fue un hombre bueno y un infatigable luchador, del que, parafraseando a Don Quijote, podemos decir que «tuvo por descanso el pelear».
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