Los hombres que cambiaron España
La Transición fue un viaje sin mapas en el que los dirigentes tuvieron que improvisar para pasar de una dictadura a una democracia parlamentaria
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Iniciar sesiónPor decirlo con una frase expresiva, la Transición fue un viaje sin mapas. Tras casi cuatro décadas de franquismo, sus protagonistas no tenían experiencia ni una guía para pasar de una dictadura a una democracia parlamentaria. Todo hubo que improvisarlo. Y salió bien porque España ... dio un gran salto hacia adelante en los tres turbulentos y complicados años que van desde la muerte de Francisco Franco a diciembre de 1978 cuando se aprueba la Constitución.
Esta historia no se entendería sin el papel decisivo que jugó el Rey Juan Carlos, que, pese a su déficit de legitimidad por haber sido designado por el general Franco, impulsó los cambios que llevaron a España a unas elecciones libres y a la redacción de una Constitución con un amplio consenso.
Pero hay otros protagonistas del proceso que merecen ser recordados en este aniversario. Algunos habían desempeñado cargos en el régimen del yugo y las flechas, pero otros dejaron sus profesiones para dar el salto a la política. Todos arrimaron el hombro para construir un futuro mejor.
El primero de los nombres es, sin duda, Adolfo Suárez, nombrado jefe de Gobierno el 4 de julio de 1976. Es en esta fecha cuando comienza realmente la Transición porque en los siete meses de Arias Navarro, su predecesor, apenas se mueve nada. Arias era el depositario de la idea de que el dictador había dejado todo atado y bien atado. El Rey no tuvo otra opción que confirmarlo en el cargo.
Suárez tenía filiación falangista y había sido ministro secretario general del Movimiento, por lo que tenía el perfil idóneo para desmontar el franquismo. Su nombramiento sorprendió a propios y extraños. Fue una hábil jugada de Don Juan Carlos y Torcuato Fernández Miranda, presidente de las Cortes, que lograron que el Consejo del Reino incluyera su nombre en la terna de candidatos.
El arquitecto en la sombra
No resulta exagerado afirmar que Fernández Miranda fue el arquitecto en la sombra de la Transición. Asesoró al Rey en los momentos cruciales y diseñó la estrategia para pasar a un sistema democrático. «De la ley a la ley» fue la frase que define la metodología para llevar a cabo los cambios que tanto rechazo suscitaban en las filas franquistas.
Unos meses antes de la designación de Suárez, el 3 de marzo de 1976, la Policía Nacional había desalojado a unos huelguistas, refugiados en una iglesia de Vitoria, con gases lacrimógenos. Murieron cinco trabajadores y hubo un centenar de heridos. Manuel Fraga era el ministro del Interior, pero se hallaba ausente. Estaba de viaje en Alemania. La opinión pública quedó conmovida mientras crecía la evidencia de que Arias Navarro no era la persona idónea para pilotar los cambios.
El momento clave de la Transición
Suárez, pese al hostigamiento franquista, logró sacar adelante la Ley de Reforma Política, en noviembre de 1976, que suponía el desmontaje del régimen
El 4 de julio de 1976 Don Juan Carlos confía a Adolfo Suárez la formación de un nuevo Gobierno. Salen Fraga y José María de Areilza, ministro de Exteriores, las dos figuras que aspiraban a recoger el testigo de Arias. Suárez se rodea de colaboradores que luego tendrán un papel esencial en la Transición como Abril Martorell, Alfonso Osorio, Landelino Lavilla y Rodolfo Martín Villa. La cartera de Obras Públicas es encomendada a Leopoldo Calvo Sotelo, que sería el sucesor de Adolfo Suárez.
Suárez tuvo que acometer la tarea de reformar el sistema desde dentro con enormes dificultades. El 'bunker' franquista le hostigó desde el primer momento. Pero logró sacar adelante la Ley de Reforma Política, en noviembre de 1976, que suponía el desmontaje del régimen. La iniciativa fue ratificada en referéndum. Fue el momento clave de la Transición porque todos los pasos que se dieron posteriormente estaban legitimados por esa norma.
La legalización del PCE
En enero de 1977, unos sicarios de la ultraderecha asesinan a cinco abogados laboralistas en Atocha. El atentado conmueve a la sociedad española. Por primera vez desde la muerte de Franco, los dirigentes comunistas se muestran en público. El entierro es no sólo una masiva manifestación de duelo sino también la demostración de que habrá que contar con Santiago Carrillo y el Partido Comunista de España (PCE) para el futuro.
Meses después, en aquel Sábado Santo Rojo, el Gobierno anuncia la legalización del PCE. Los militares se sobresaltan, hay algunos generales que son partidarios de rebelarse, pero la crisis se salda con la dimisión del almirante Pita da Veiga. Unos meses antes, en septiembre de 1976, el general Fernando de Santiago, vicepresidente para Asuntos de la Defensa, había dimitido para expresar su disconformidad con la política de Suárez.
La salida del general De Santiago propició el nombramiento de Gutiérrez Mellado como vicepresidente y, más tarde, como ministro de Defensa. Hasta el golpe de Tejero, en febrero de 1981, Gutiérrez Mellado sería el principal apoyo de Suárez para embridar al Ejército y llevar a cabo las reformas que concluyeron en la Constitución. El teniente general era increpado en los actos públicos por sus subordinados y fue objeto de una campaña feroz de la ultraderecha. Su valiente actitud en el 23-F ejemplifica su compromiso con los cambios que posibilitaron la evolución de la dictadura a una democracia parlamentaria.
Otro personaje clave de la Transición fue el cardenal Vicente Enrique y Tarancón, arzobispo de Madrid y presidente de la Conferencia Episcopal. Tarancón, que se ganó la animadversión de los ultras y el sector integrista de la Iglesia, apoyó las reformas políticas de Suárez y la reconciliación de los españoles. Como Gutiérrez Mellado, tuvo que soportar insultos y la incomprensión de los elementos afectos al franquismo.
El primer Gobierno elegido
Siguiendo un orden cronológico, los españoles fueron llamados a votar el 15 de junio de 1977 en las primeras elecciones libres desde febrero de 1936. Suárez se presentó bajo las siglas de UCD y obtuvo el 34% de los sufragios. Con 165 escaños, formó el primer Gobierno salido de las urnas. La gran sorpresa de aquellos comicios fue el resultado de Felipe González, que logró el 29% de apoyo y 118 escaños. Resultó evidente que el PSOE era la alternativa de gobierno al centro derecha de UCD gracias, en buena medida, al carisma del joven dirigente sevillano, aupado al liderazgo del partido en Suresnes.
Si Suárez y González salieron fortalecidos de las elecciones, hubo dos líderes políticos que cosecharon unos resultados adversos, que no esperaban. La tercera fuerza más votada fue el PCE de Santiago Carrillo, con el 9% de las papeletas. La Alianza Popular, encabezada por Fraga y con viejos dirigentes franquistas en sus filas, sólo cosechó el 8%. Fue un gran fracaso y la demostración de que los españoles no querían una vuelta atrás.
Las primeras elecciones libres
Si Suárez y González salieron fortalecidos de las elecciones, hubo dos líderes políticos que cosecharon unos resultados que no esperaban: Carrillo y Fraga
Carrillo quedó muy tocado por esos resultados que no hacían justicia al papel del PCE como principal fuerza de la oposición al franquismo. En cierta forma, fue la víctima de una política que priorizó la consolidación de la democracia al triunfo de las ideas comunistas. Fue una figura clave de la Transición y un hombre que se redimió de un pasado tenebroso al propiciar un cambio que acabó por sacarle del campo de juego.
Tras el verano de 1977, ya en septiembre, Suárez dio otro paso decisivo para impulsar la normalización: la vuelta a Cataluña de Josep Taradellas, que implicaba el reconocimiento de la autonomía política de Cataluña y el restablecimiento de la Generalitat, liquidada al final de la Guerra Civil. Su celebre «Ja sóc aquí» resuena todavía en los oídos de los catalanes que vivieron aquel momento.
La firma de los Pactos de la Moncloa
La crisis del petróleo había producido un grave deterioro de la situación económica con un aumento exponencial del paro, un desbocado incremento de los precios y el cierre de industrias que no pudieron soportar el alza del crudo. Suárez y Fuentes Quintana, su ministro de Economía, lograron convencer a los partidos de la necesidad de firmar los Pactos de la Moncloa, que suponían una moderación salarial a cambio de importantes reformas políticas y sociales.
No fue fácil porque era una época de una fuerte conflictividad laboral, acrecentada por la inflación y un ajuste duro de la economía, pero los sindicatos acabaron por aceptar los Pactos de la Moncloa. Nicolás Redondo, líder de UGT, y Marcelino Camacho, dirigente de Comisiones Obreras, tuvieron la visión de aceptar sacrificios para que la democracia pudiera consolidarse. Los dos sindicalistas, de una honradez y una austeridad admirables, pusieron su granito de arena para que todo pudiera salir bien.
Los padres de la Constitución
Sus nombres merecen ser recordados: Gabriel Cisneros, Manuel Fraga, Miguel Herrero, Gregorio Peces-Barba, José Pedro Pérez-Llorca, Miquel Roca y Jordi Solé Tura
El Congreso salido de las urnas en junio de 1977 acometió la redacción de una Constitución. Fueron designados siete ponentes que culminaron su trabajo en el plazo de un año. Sus nombres merecen ser recordados: Gabriel Cisneros, Manuel Fraga, Miguel Herrero, Gregorio Peces-Barba, José Pedro Pérez-Llorca, Miquel Roca y Jordi Solé Tura. Con respeto, discreción y sentido del Estado, realizaron un trabajo que luego fue refrendado en consulta popular por una amplísima mayoría de los ciudadanos. El 29 de diciembre de 1978 entró en vigor.
La Transición duró tres años si contamos desde la muerte de Franco y la proclamación de Don Juan Carlos a la aprobación de la Constitución. Fue un viaje sin mapas por un territorio desconocido. Pero todo salió bien. Y ello porque el miedo a una nueva Guerra Civil y la profunda transformación social del país facilitó unos cambios que parecían impensables. Paradójicamente algunos dirigentes como Carrillo cavaron su tumba política al impulsar el proceso. Pero otros como Felipe González iniciaron su ascenso al poder. Ha pasado medio siglo y todo eso ya es historia.
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