Iglesias arrastra a Sánchez a una vía de negociación sin Ciudadanos aunque falle ERC
Sánchez hace nuevos guiños al bloque independentista y maltrata a Ciudadanos. Iglesias intenta promover un acuerdo con PNV, Bildu y PDECat en caso de que ERC falle para convencer al PSOE de que no hace falta Cs

Sumar a todos cuantos pueda en los nuevos Presupuestos. Ésa es la idea que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se esforzó ayer en presentar ante el Congreso en la primera sesión de control tras sus vacaciones de verano. Guiños a sus socios de investidura, ... golpes a sus últimos aliados para aguar la idea de que las cuentas se pactarán primero con PNV y Ciudadanos. Unidas Podemos exige que el Gobierno siga cuidando formalmente a la mayoría de la investidura, para mantenerla viva y evitar así que la alianza con Ciudadanos se convierta en permanente.
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Todo ello se reflejó ayer en la sesión de control del Congreso en la que resonaron los ecos de la que tuvo lugar el día anterior en el Senado. El portavoz de ERC, Gabriel Rufián, cargó contra Sánchez por buscar un pacto con Ciudadanos que «revivirá a uno de los partidos de la derecha». Una operación que, a su juicio, «va más allá de los Presupuestos». Trataba con ello de presionar a Pablo Iglesias: «¿No se dan cuenta de que la operación es que en unos años el PSOE pueda escoger entre ustedes y Ciudadanos?». No hace falta que le persuada porque el líder de Podemos comparte diagnóstico.
«No ha salido de Colón»
El líder socialista no renuncia todavía a la alianza naranja y se aferra al argumento de que cuantos más apoyos sumen los Presupuestos, mejor. Pero intentó congratular a Rufián atizando a la formación naranja, que ni siquiera tenía turno de intervención frente al presidente. «Ciudadanos claramente no se ha salido de la foto de Colón», dijo sobre la formación de Inés Arrimadas, recordando que eligió en mayo de 2019 establecer pactos de gobierno con el PP –apoyados por Vox– en distintas partes del territorio nacional. Sánchez puso esta consideración por delante del apoyo que Arrimadas le ha brindado estos meses.
En la búsqueda de ese equilibrio imposible entre Ciudadanos y ERC, Sánchez hizo removerse en su escaño a la líder naranja, que ayer regresó al Congreso tras su permiso por maternidad. Su apuesta de pactar con el Gobierno ha sido cuestionada internamente y, pese a ello, la formación naranja ha seguido demostrando a Sánchez que es un socio leal en el que puede confiar.
Rufián insistió en que no es capaz de mantener en la misma aritmética parlamentaria a su grupo y al de Arrimadas, pero viendo que esta amenaza no surte efectos prácticos, barnizó su mensaje con una declaración de intenciones. «Les pido que aguanten, porque si aguantan, nosotros aguantaremos», señaló en alusión a las próximas elecciones catalanas.
La vía de Unidas Podemos
Durante el parón estival se reforzaron los lazos entre Ciudadanos y el ala socialista del Gobierno. Ese acercamiento provocó la airada respuesta de los ministros de Unidas Podemos. La sensación con la que comenzaba el curso político, y que de forma informal así trasladó el Gobierno a sus socios minoritarios, es que las cuentas públicas podrían salir adelante de la mano de la formación de Inés Arrimadas. Y ese escenario todavía no hay que descartarlo. Pero esta semana el panorama se emborrona.
Y lo hace en gran medida por la presión ejercida por el vicepresidente segundo, Pablo Iglesias, que ha chocado con el discurso «oficial» del Ejecutivo, que no hace distinciones y busca un acuerdo presupuestario «más allá» del bloque de la investidura. En la síntesis de ambos, el presidente del Gobierno va definiendo la posición en función del momento. Sin descartar nada. Y esta semana Sánchez ha expresado con claridad un giro para restablecer los puentes con el mundo independentista.
Un cambio de guion que sucede en paralelo a la presión planteada por Iglesias para evitar a Ciudadanos. Cuando peor se pusieron las cosas entre los socios del Ejecutivo a cuenta de la relación con Inés Arrimadas, desde Podemos se endureció el discurso de veto a la formación liberal. Fue entonces cuando tuvo lugar un encuentro entre Sánchez e Iglesias en el que se acordaron tres cosas: que primero hubiese un borrador negociado entre los partidos de la coalición, que los dos líderes presentasen este acuerdo y que primero se negocie con los partidos que apoyaron la investidura.
Iglesias logró ese blindaje ya que en Podemos existía temor a que fuese un preacuerdo con los de Arrimadas lo que condicionase todo lo demás, explican fuentes de la negociación. Y porque además se muestran convencidos en privado de que el PSOE prefiere pactar con Ciudadanos.
Lo sucedido ayer en la sesión de control, el pesar de Sánchez en el Senado ante el suicidio de un etarra, la voluntad de reunir la mesa de diálogo en Cataluña, recuperar la idea de rebajar las penas del delito de sedición, apelar a los cuatro diputados del PDECat y reducir a Cs a su relación con el PP y con Vox. Todo eso ha hecho Sánchez esta semana. Y sus socios de Gobierno lo interpretan como señales inequívocas de que Iglesias ha logrado cambiar el guion.
En La Moncloa desconfían de ERC. Dudan de su compromiso con el incierto panorama electoral catalán por delante. Iglesias es consciente de esa percepción. Pero su objetivo es sacar como sea de la ecuación a Ciudadanos. Fuentes gubernamentales apuntan a que su objetivo es convencer de que si ERC falla, no hay que buscar automáticamente a Cs, sino que los Presupuestos pueden salir con Bildu, PNV y PDECat. Solo si fracasan esas dos vías, aceptará Iglesias negociar con Cs.
La formación naranja tiene que asistir ahora a este nuevo panorama. Lo hacen «tranquilos» porque «el objetivo no es pactar los Presupuestos a cualquier precio». Y con una advertencia: «Evidentemente no vamos a poner nuestra firma en cualquier cosa ni al lado de cualquier gente. El Gobierno tendrá que hacer una elección«. Y si no son ellos los elegidos, creen que »se demostrará que en el Gobierno manda Iglesias«.
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