«Nos lanzaron un bulto de ropa impregnado en combustible al cuartel»

Esa fue la primera impresión de un guardia civil que se encontraba en el acuartelamiento, donde viven «muchas familias» . «Que sé yo», comentó ayer el agente, con resignación, en su declaración como testigo en el juicio oral contra los líderes del «procés».

Vio las llamas por el monitor, dio la voz de alarma y sus compañeros lo sofocaron. «Por fortuna no se llegó a incendiar nada más», explicó el guardia civil, uno de los catorce que ayer comparecieron en el Tribunal Supremo .

Pero aquel bulto no eran hojas caídas de los árboles . Era un artefacto incendiario, «un bulto de ropa militar impregnado en combustible» que una persona embozada había lanzado desde el exterior, superando la valla de dos metros de alto, a las nueve y cuarto de la noche. Antes y después -los días 20, 26 y 27 de septiembre, el 2 y el 3 de octubre- se sucedieron las concentraciones frente a aquel cuartel, por parte de militantes secesionistas, «con actitud amenazante». Les insultaban y les pedían que se marcharan de allí.

El suceso del arfectacto explosivo -a tres días del referéndum ilegal- alteró la vida cotidiana de las familias residentes en el cuartel. «Afectó bastante» , expresó ayer el guardia civil, que explicó que muchas familias cambiaron a los niños de las habitaciones que daban a la calle a aquellas que asomaban al interior. Había «nervios» de que se produjera otro ataque o una escalada.

El relato de este guardia civil se unió a los escraches denunciados antes por los demás agentes que testificaron ayer, un cúmulo de acciones violentas, tanto antes como después del referéndum del 1 de octubre, en las semanas más calientes de la recta final del «procés».

Los agentes narraron los acosos sufridos en los cuarteles de localidades como Manresa o Valls, o incluso en una sede en Barcelona. Varios mossos contaron además las agresiones sufridas en un registro en Sabadell el 20-S.

La sucesión de relatos de los guardias civiles -que han monopolizado las sesiones durante las dos últimas semanas- ha creado la falsa apariencia de que el juicio se ha adormecido, al perder el carácter novedoso de algunos hechos narrados. Pero gota a gota, acción a acción, los agentes han dibujado un campaña coral de acoso contra ellos por parte de los militantes secesionistas. Ayer, en una jornada ágil de declaraciones cortas, el salón de plenos del Supremo revivió ese ambiente hostil.

Otro agente, alojado en un hotel de Seo de Urgel (Lérida), involucró a los bomberos catalanes en las acciones de acoso. El agente declaró que un camión de bomberos escoltó a los concentrados en una protesta el 2 de octubre contra ellos, que al final tuvieron que cambiar de alojamiento porque el dueño del hotel no les renovó la reserva. Un día antes, en Gerona, una caravana de unos quince camiones de bomberos pasó por delante de la comandancia de la Guardia Civil, con las luces y las sirenas activadas. Algunos miembros del cuerpo les hicieron «peinetas» o les insultaron a los agentes.

El acoso alcanzó a tres agentes que fueron fotografiados el 2 de octubre por un radical cuando paseaban de paisanos por el casco viejo de Lérida , declaró otro testigo. Los guardias civiles detectaron las imágenes en Facebook, acompañadas de otras en plena actuación en el 1-O. Un título decía: «Estos animales no los quiero en mi país». El juicio se retoma el martes, con más testimonios de agentes que estuvieron allí.