CASO BRETÓN
La Policía investiga dos sacos con tierra, juguetes y dibujos hallados en la finca de Las Quemadillas
El juez deja en prisión a Bretón, tumba el contrainforme de las cámaras y abre nuevas vías de investigación
F. J. POYATO
La Policía investiga el contenido de dos sacos hallados en una escombrera de la parcela limítrofe a la de José Bretón en Las Quemadillas en los últimos rastreos llevados a cabo hace unos días.
En uno de ellos se encontró ... una toalla de color más bien ocre manchada por todas partes además de un papel con una especie de dibujo. En el segundo, también en el mismo lugar y como el otro a escasa profundidad, las fuentes consultadas por ABC apuntan a una mayor preocupación por la carga simbólica que pudiera tener su contenido.Así, en su interior apareció tierra de textura y color diferente a la que hay en esa parcela y que tendría más semejanza a la que se encuentra en los setos de cipreses de la parcela que linda al otro lado con la de la familia Bretón. Pero, además, constan dos juegos de agua (lanzadores de corchopán), un juguete de los que suelen regalarse en una conocida hamburguesería a los niños y un trozo de tela con un dibujo estampado del personaje animado «Piolín».
El juez que instruye el caso dictó ayer un auto por el que deniega la libertad de José Bretón solicitada por su letrado, tumbando los dos pilares del recurso: la falta de hallazgos en la última y exhaustiva búsqueda en la finca paterna y el contrainforme pericial que cuestiona la metodología y los errores que habrían podido existir en el análisis de las cámaras de la Ciudad de los Niños que avaló la no presencia de los críos en el coche de su padre camino del Parque Cruz Conde . Crucial en el caso hasta ahora.
En el auto, al que ha tenido acceso ABC, el juez subraya el hallazgo de los sacos como «enigmáticos» y sobre los que la Policía ya ha empezado a esclarecer algunos aspectos. Del primero se descarta que contenga restos de sangre humana pero sigue analizándose la sustancia ocre que aparece impregnada en la toalla alojada en su interior. La escombrera donde fue hallada está en la parcela de almacenamiento de materiales de construcción limítrofe a la finca de Bretón y de la que les separa un murete de apenas un metro de altura, de fácil franqueo, aunque la propiedad cierre los fines de semana. Esta parcela en origen pertenecía a los Bretón.
Uno de los indicios que propició el último rastreo se basaba en el ruido de escombros que los vecinos traseros de la finca paterna escucharon el día de autos hacia las 14.30 horas y en la proximidad de la escombrera donde se han detectado los sacos. El juez no ve «elementos de convicción» para relacionar a Bretón con este saco, pero alberga cierta probabilidad de que tengan conexión, puesto que «resulta de especial extrañeza que entre escombros de obra alguien tenga el cuidado de guardar una toalla dentro de un saco y la tire al montón», reflexiona el togado.
Donde se pone más énfasis es en el segundo de los sacos hallados. En su interior se guardaba tierra de textura y color parecida a la que existe en la otra parcela lateral bajo unos cipreses, y unos juguetes y un trozo de tela que la Policía Judicial ha mostrado en un reconocimiento fotográfico a Ruth Ortiz, madre de los niños, quien precisamente visitó la finca el primer día de rastreo al objeto de detectar anomalías en la casa que habitó durante mucho tiempo.
Estrategia clara
Según el auto, y tras el visionado de la madre, se concluye que los disparadores de agua hallados son «idénticos a unos que tenían los dos menores en Las Quemadillas» y, sobre todo, «el trozo de tela de Piolín, en aparente buen estado de conservación y limpieza, se correspondería, con alto grado de seguridad, con una especie de cesta de alambre que se plegaba sobre sí misma en forma de círculo donde se guardaban peluches». Ni la cesta y ni los peluches fueron vistos por Ortiz en su recorrido por la casa.
En ese punto, el juez no descarta que se trate de una pista falsa (una más) con mucho simbolismo, habida cuenta de que muchos juguetes de los niños habían desaparecido de Las Quemadillas y que no tendría necesidad saltar la divisoria de las parcelas para esconder ese saco a escasa profundida habiendo hecho ese día una hoguera. «La única explicación racional nos lleva a pensar lo peor —dice el juez—, el encartado ya había marcado el destino de sus hijos al llegar a la parcela, donde desplegó su estrategia para hacerlos desaparecer vivos o muertos ".
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