Alcaraz desactiva a Medvedev y se medirá con Djokovic en la semifinal

Aunque hay potencia de sobra en ambos contendientes, se va desarrollando sobre la marcha, el ruso y el español ofrecen también otras muestras de tenis ilustrado. Y se nota en el choque porque hay cambios de ritmo y de alturas en los intercambios. Un tenis que la grada celebra por su variación, por su darlo y todo y por esos puntos con los que Alcaraz ya es el Alcaraz de principio de año, lo que quería al aterrizar en Turín.

En realidad, desde el quinto juego del primer set, todo pasa por el español, una versión mejor que contra Zverev ante un Medvedev que intenta asegurar el primer puesto hasta que ve que el número 2 del mundo muestra su cara más agresiva, aceptando que se siente mejor si los golpes se le van largos que quedarse corto o en la red.

Una vez recuperado el nivel, a Alcaraz le quedaba el último paso: encontrar esa derecha que se saca de la nada, que levanta al público y que ya le fluye hacia donde y como quiere. Y como engatusa más al ruso, que concede la plaza y el ritmo del partido y el control y los puntazos en el Pala Alpitour de nuevo llena. "Jugar contra Medvedev siempre es difícil y duro, pero estoy contento con la forma en la que hemos preparado el partido, con mi entrenamiento de ayer. El trabajo previo fue muy bueno y estoy feliz por ello", analiza después el murciano.

En ese quinto juego hay dos opciones de rotura para el ruso, pero hay un puntazo de Alcaraz que encandila al planeta tenis en el que defiende todo y ataca con todo (20 ganadores, 15 errores; 16 puntos convertidos en la red de 21 intentados). Dedo al cielo para decir 'aquí estoy yo' y grito de rabia cuando logra superar el peligro. Y el peligro a partir de ahí es él.

Ya es el Alcaraz de tiempos mejores y así lo muestra en su siguiente punto: pecho henchido de orgullo porque las piernas vuelan y la mano ejecuta a la perfección. Es el inicio del break, culminado con un resto ganador, del set y del partido.

El ruso ya se deja hacer. Aguanta cuanto puede sus servicios, pero apenas hay batalla al resto. Que quedan dos partidos importantísimos y no hay que quemar energía. Baja la energía y la sube el español que, al contrario que él, se alimenta de este tipo de reto. Porque el lunes estaba hundido en el abatimiento tras caer con Zverev y el viernes está celebrando la clasificación como primero de grupo, el más joven en este torneo desde que lo lograra Nadal en 2006, y con Novak Djokovic como siguiente obstáculo. Y no es el Djokovic de otros tiempos, repescado gracias al triunfo de Sinner sobre Rune, y ya es el Alcaraz de otros tiempos.