Sergio García acaba segundo en el LIV Golf de Miami

Desde el comienzo afrontó el liderazgo del LIV Golf como uno de sus grandes valedores y eso le costó un desgaste personal y deportivo del que ya está empezando a revivir. Con sus antiguas amistades recuperadas (la ruptura con Rory McIlroy fue la que más le dolió en su momento), el juego tendría que volver a fluir tarde o temprano. Después del subcampeonato del LIV de Singapur del año pasado (cayó en el desempate ante Talor Gooch), este lo comenzó de la misma manera en Mayakoba al ceder en el 'playoff' frente a Joaquín Niemann. Por eso, siguiendo el dicho de que 'a la tercera va la vencida', quería que en Miami se quebrara la racha.

Había llegado hasta esa última fase igualado con el zimbabuo Dean Burmester (-11) y, como el segundo lugar ya no se lo iba a quitar nadie, lo que ansiaba era volver a lo más alto del podio justo antes del Masters de Augusta. Qué mejor momento para hacerlo.

Cuando García y el jugador de los Stingers salieron a disputar el primer hoyo extra, las fuerzas quedaron igualadas en mitad de la calle, primero, y en el collarín del 'green', después. Así que de su habilidad con el juego corto dependería la victoria. Ambos demostraron estar igual de afinados en esa faceta y salieron empatados de nuevo en busca de otra ocasión para desempatar.

Mas fue entonces cuando la fortuna volvió a evitar que disfrutase del éxito junto a su familia, que le esperaba ansioso al borde del hoyo. En esa ocasión el tiro de salida no fue tan ajustado y encontró el lago del borde izquierdo, lo que abrió las puertas para que su rival no le perdonase de nuevo. Fue un remar y remar para morir en la orilla.

Previamente la jornada había estado de lo más interesante con un baile constante en cabeza que había hecho que se asomaran a ella un buen número de aspirantes. Los dos finalistas mencionados más Louis Oosthuizen, Matt Wolff, Tyrrell Hatton, que por el desarrollo del juego y de las propias dificultades del campo se fueron cayendo de allí. El 'Blue Monster' tiene ese apodo de monstruoso por algo, ya que a su tremenda longitud añade mucha agua y arena como protección de unos 'greens' enormes y con unas posiciones de bandera esquinadas que hacían huir de los tiros directos a los golfistas. De manera que se trataba más de una ronda de supervivencia que de ataques desmesurados. En esas circunstancias el castellonense demostró ser un maestro, ya que no se desesperó por no tener un buen día en los tapetes (los 'putts' se le quedaban cortos constantemente) y fue a embocar un 'puro' decisivo en el hoyo 17 de diez metros que hizo temblar al africano y seguro que le provocó el 'bogey' final con el que perdió la cabeza en solitario. Luego, el castellonense perdió su ocasión de vencer a la primera y en los hoyos añadidos ya no recuperó la magia.

La parte positiva del torneo fue el nuevo éxito de los legionarios de Rahm (-22), que se impusieron en la competición por equipos por un golpe de ventaja sobre los Rangegoats de Bubba Watson. Es su segundo triunfo después del de México en febrero.