ATLETISMO
Londres 2012: 1.500, el refugio perdido de España
La eliminación en primera ronda de los tres participantes deja las semifinales sin españoles en la prueba fetiche, algo que no sucedía desde Seúl 1988
DAVID ÁLVAREZ
Cuando terminó su serie, la primera de la noche de los 1.500 metros, Álvaro Rodríguez se dejó caer y se quedó tumbado en la curva, tapándose la cara con las manos. Pasó un minuto, se levantó y se dejó caer de nuevo, ... ahora fuera ya de la pista, tumbado otra vez, y también cubiertos los ojos con las manos. Estaba eliminado.
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Después de una carrera lenta en la que controló el grupo y lo asaltó por fuera a falta de dos vueltas para vigilar cerca de la cabeza, se hundió a unos 250 metros del final y cruzó la meta el puesto duodécimo, con un tiempo de 3.41.54. Fuera de las semifinales, fue el último de los atletas en abandonar la pista, justo antes de la salida de la segunda serie.
Diego Ruiz se quedó sin plaza en semifinales por dos centésimas de segundo
Su desesperación pareció más tarde haber sido el lamento adelantado del derrumbe de la distancia fetiche de los españoles. Los 1.500, los del bronce de José Manuel Abascal en los Juegos de Los Ángeles , los de la fotografía de los brazos abiertos y el cuello girado de Fermín Cacho en Barcelona , por el oro, y su plata en Atlanta. La distancia en la que desde el 84 sólo se le había escapado a España Seúl sin representante al menos en las semifinales. Hasta ayer.
“Es una deshonra lo que ha pasado”, decía Rodríguez una vez levantado, una vez vistas ya las eliminaciones de sus otros dos compañeros de expedición. Ambas con alguna excusa, sí, con algún pero, alguna atenuante. Pero fuera los tres en el primer pistoletazo.
David Bustos , el más joven, 21 años, también el que más futuro tiene por gastar, se movió bien en la panza de una carrera bronca, superó algunos tropezones cercanos, se trastabilló y siguió. Pero cuando quiso colocarse para el último arrebato, a 200 metros de la meta, se encontró un murete de dos atletas que le cortaron el paso, y entró octavo (3.41.34), a 42 centésimas del séptimo, que se clasificó por tiempos.
Diego Ruiz estuvo incluso más cerca, tanto como escasos milímetros. Según los jueces, dos centésimas de segundo. Enfiló la recta bien situado, con espacio por delante, en la cuarta posición, exprimiendo los últimos restos. En el arreón final le superó el estadounidense Centrowitz, y ya sobre la línea, la cabeza del alemán Schlangen arrastró el pecho hacia adelante en el último arreón y Ruiz se quedó también fuera (3.41.52).
Tan mal como en Seúl 1988, justo antes del gran salto de Barcelona. Las fracasadas series del 1.500, el mismo día que la fugaz participación de Ángel Mullera y su jaleo, son de algún modo la imagen del derioro del atletismo español, enredado en sospechas, rumores, investigaciones truncadas, y un refugio perdido, ese 1.500 regalado por José Luis González, José Manuel Abascal, Fermín Cacho...
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