Los alemanes no se fían de Laporta

Libero pagó 20 millones el 11 de agosto y tenía de plazo hasta el 21 del mismo mes para pagar los otros 20 que faltaban para completar la operación. Pero la valoración de los 900 millones que el club y sus inversores hacen de la compañía no acaba de resultar creíble a los alemanes, que han demorado su segunda entrega a la espera de más garantías. Si se retiraran ahora, podrían recuperar su primer pago y no habría lugar a demandas cruzadas por daños y perjuicios, pero de todos modos lo que está en su ánimo no es tanto salir como asegurar su inversión. Por el momento, pese a sus apasionados intentos, Laporta no ha conseguido transmitirles la seguridad necesaria.

De todos los supuestos activos de la compañía, los únicos que tienen un valor real son los relacionados con los derechos audiovisuales que el Barça no tiene comprometidos con LaLiga, tales como las entrevistas post partido a los jugadores o reportajes o series que puedan realizarse para venderlos luego a las plataformas. Libero está dispuesta a participar del negocio del Barça pero en unas cifras y proporciones razonables y creíbles.

La desconfianza alemana puede devolver al Barça a la casilla de salida, que es con sus famosas palancas, Laporta lo ha dejado sin activos que le den valor como club. Lo único que le queda son las tiendas para vender camisetas y demás merchandising. Lo demás son restos mezclados con humo, que sirven sobre el papel pero que se desmoronan cuando se someten al examen de los inversores reales, es decir, los que ponen el dinero de verdad y no sólo dicen que lo pondrán para salir del paso (como en parte fue el caso de Roures y de Socios.com).

De momento Barça Media lleva pagados 4,1 millones de euros a unos asesores croatas a los que ha encomendado buscar inversores que no han llegado. El Barcelona intentará este miércoles, en la junta de accionistas, ampliar el plazo para que los alemanes paguen, pero si el dinero no se concreta más temprano que tarde la sociedad no podrá constituirse. Laporta no tiene ya la urgencia de inscribir a las nuevas incorporaciones -que resolvió a última hora con la venta de Ansu, entre otros- pero perderá la poca credibilidad que como presidente le queda si el gran desembarco del Barça en el Nasdaq no alcanza ni siquiera la frase previa, que es la creación de la empresa.

Mientras tanto, cuando queda un año para que se cumpla el plazo prometido para que el Camp Nou vuelva a acoger los partidos del equipo, los trabajos de demolición no están todavía terminados y no se ha puesto ni una sola piedra de lo que tiene que ser el nuevo estadio, que continúa sin tener los permisos de obra.