Todo irá bien
Laporta y Xavi, entre la necesidad y el desafecto
«El presidente querría otro entrenador y el entrenador querría otro presidente, pero de momento no tienen más remedio que conllevarse»
El terror
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Iniciar sesiónLaporta dice que se siente plenamente identificado con el trabajo de Xavi pero lo que hace es ofrecerle la renovación por sólo un año. Xavi quiere ser el entrenador del Barça, pero no tienen ninguna sintonía con Laporta y preferiría a otro patrón. Presidente y ... entrenador no encajan, no confían el uno en el otro.
Laporta querría un entrenador que además de significar una apuesta más suya, fuera más brillante, más imaginativo, más humilde que Xavi -justo antes de ficharlo y por sus onerosas exigencias desde Doha le reprochaba que no hubiera empezado entrenando a las categorías inferiores, como hizo Pep antes de su eclosión- y sin tantos familiares en su staff. Xavi querría a un presidente menos frívolo y que atendiera a sus peticiones futbolísticas más que a los puros intereses crematísticos, pero de momento no tienen más remedio que conllevarse.
Laporta, porque a fin de cuentas Xavi ganó la Supercopa y la Liga la temporada pasada. Xavi, porque después de haber sido uno de los mejores jugadores de la historia del Barça, su máxima ilusión es ser y continuar siendo el técnico del primer equipo.
El presidente quiere a Rafa Márquez para cerrar el círculo virtuoso entre su entorno -Deco, Alejandro Echevarría, y Jorge Mendes- y el banquillo, que con Xavi no controla. Xavi no quiere meterse en problemas pero tampoco ayuda a solucionarlos porque sabe que si intenta ejercer un poder que en realidad no tiene le dará al presidente la excusa para echarle, que de momento no tiene. Laporta demuestra su desconfianza ofreciendo una renovación escasa y Xavi la demostró a principio de temporada fichando al periodista de Mundo Deportivo, Edu Polo, como parapeto entre él y la directiva.
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Laporta vende el Barça sin permiso de los socios
Salvador Sostres
Xavi nunca ha sido el entrenador de Laporta. Lo fichó por la presión de sus directivos cuando Koeman colapsó y aún no tenía pensado a un «entrenador más personal, que sea más una apuesta mía», como hizo con Rikjaard y Pep durante su primer mandato, dos nombres inesperados, arriesgados y que tanto engrandecieron su legado.
Laporta consideraba que Koeman era un 'tanoca', lo que podría traducirse por bobo, pero no quería cesarlo hasta tener claro su relevo. Ante la inquietud generada por los malos resultados del holandés cedió a las demandas de su entorno, de lo que siempre se ha arrepentido y por lo que a la mayoría los ha ido arrinconando, y sólo confía en un reducido club de amigos y afines que en su mayoría ni siquiera son directivos.
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