FÚTBOL
La camiseta del Barcelona que causa sonrojo en el Congo
El acuerdo de patrocinio con el Barça levanta ampollas en el país africano: «Los pobres de países pobres enriquecen a los ricos de países ricos»
Laporta cederá el Camp Nou una vez al año al Congo dentro de su pacto
Gabriel González-Andrío
Kinshasa
La reciente firma del acuerdo de colaboración entre la República Democrática del Congo (RDC) y el Barcelona ha dividido a la sociedad congoleña. Se trata de un acuerdo estratégico de cuatro años de duración cuyo objetivo es promover el fútbol, la cultura del deporte ... y la paz, según explicó el club catalán, por el que percibirá 10 millones de euros anuales durante las próximas cuatro temporadas. 40 en total.
A cambio, el país africano –que cuenta con 112 millones de habitantes y multiplica por cuatro el tamaño de España– podrá publicitarse en las camisetas de entrenamiento de todas las secciones del Barça (el martes ya las lucieron) y desarrollar un programa de actividades deportivas como la formación de entrenadores y la presencia en el futuro 'Espai Barça' con una exposición inmersiva.
Asimismo, el Ministerio de Deportes de la RDC –que no ha querido contestar las preguntas de ABC– podrá utilizar el estadio del Barcelona para albergar un partido por temporada. El contrato incluye otras ventajas como usar la imagen de los jugadores del Barça u obtener camisetas, entradas y asientos VIP.
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El acuerdo ha levantado ampollas tanto dentro como fuera del país africano. No hay que olvidar que la RDC es uno de los países más corruptos del mundo y al mismo tiempo uno de los de mayor índice de pobreza pese a la gran riqueza mineral que posee. El país africano tiene cerca del 80 % de las reservas mundiales de coltán, mineral con el que se fabrican las baterías de los coches eléctricos, los 'smartphones' o los portátiles.
Según datos de 2022, se encuentra a nivel mundial en el puesto 180 (de 193) en el Índice de Desarrollo Humano (IDH), una clasificación que se obtiene teniendo en cuenta factores como el desarrollo en salud, infraestructuras, educación y los ingresos per cápita, fundamentalmente. En el caso de Congo, la renta per cápita era de 1.337 dólares en 2024, con un ingreso medio mensual de 53 dólares per cápita. En las zonas más pobres del país muchas personas viven con dos o tres dólares al día.
Otro dato alarmante es que se calcula que sólo en Kinshasa hay más de 30.000 niñas y niños de la calle, sin escolarizar y en situación grave de vulnerabilidad. A esta cifra habría que sumar los miles de niños que malviven hoy en campos de refugiados u orfanatos de todo el país.
La atención médica es otra de las asignaturas pendientes en el país africano. Cuenta con solo 0,19 médicos por cada 1.000 habitantes y entre las enfermedades más prevalentes están el paludismo (67.464 muertes en 2023), VIH/Sida (14.000 muertes anuales y 540.000 personas viviendo con VIH) y el sarampión. La tasa de mortalidad de menores de 5 años es de aproximadamente 68,2 por cada 1.000 nacimientos vivos. Esto sitúa al Congo en una posición desafiante en términos de salud infantil.
Una fotografía que choca a primera vista con el sorprendente acuerdo con el club azulgrana y que no ha sentado demasiado bien en el país africano. El 46 por ciento de su población tiene hoy menos de 16 años, lo que representa aproximadamente casi 52 millones de personas. ABC ha hablado con varios jóvenes congoleños de la capital del país, Kinshasa (20 millones de habitantes), para conocer su opinión sobre este polémico acuerdo.
A Kapongo Numbi, estudiante de periodismo, no le gusta: «No entiendo este acuerdo ya que nuestro país tiene a menudo problemas financieros, incluso para pagar a los jugadores de la selección nacional o mantener el estadio de los Mártires».
«Con el dinero que se le da al club español se podrían construir 200 escuelas y 20 hospitales»
Prisca Eloho
Administrativa en African Engineering Consulting SARL
Su hermana Jissi se suma a la corriente más crítica y comenta: «¿Todo esto es para imitar los patrocinios de nuestra vecina Ruanda? Pienso sinceramente que con todo ese dinero se podría aumentar el salario de los profesores, el personal sanitario, los militares y otros funcionarios del Estado». Mike Sama, estudiante en Derecho en la Universidad de Kinshasa, 25 años, que también trabaja de comerciante, no da crédito a este convenio y asegura que se trata de «la mayor tontería del siglo». Michel Rayan, cantante de 26 años, apunta que «el deporte es importante, pero nuestras prioridades deberían ser la educación y la salud».
En este sentido, Prisca Eloho -que trabaja como Asistente Administrativa en African Engineering Consulting SARL- explica que «con el dinero que se ha gastado nuestro gobierno con el FC Barcelona se podrían construir en nuestro país unas 200 escuelas bien equipadas (con una inversión de alrededor de 100.000 euros por escuela) y unos 20 hospitales de tamaño medio. Esto ayudaría enormemente a los niños de barrios pobres de las afueras y de la capital».
Otra joven congoleña, Candy Mpoyi, 27 años, vendedora en una tienda en cuya pared cuelga un diploma que la reconoce en Lengua y Culturas, está enfadada: «Mientras nuestro pueblo busca algo para comer o desarrollarse, otros prefieren regalar el dinero». Por su parte, Angela Ngemba, periodista de 29 años, es rotunda: «Esto solo tiene una lectura: los pobres de los países pobres enriquecen a los ricos de los países ricos». En esta línea se manifiesta Donat Munyinga Mutombo, 24 años, maestro en un escuela de primaria: «Este acuerdo es como un pobre que le da dinero a un rico para que venga a ver sus miserias».
Eureka Balukila, niñera, de 24 años, hace esta reflexión: «¿Cuántos funcionarios de nuestro país hoy no están pagados? Este dinero podría haber servido para hacer realidad el proyecto de crear seis millones de empleos que se prometieron a los jóvenes. ¡El Congo es un muerto viviente!».
Kabunda François, futbolista de 21 años, se suma a las críticas: «Es curioso gastar este dinero cuando en Congo hay muchos estadios que no están terminados, y también hay equipos que ni siquiera tienen medios de transporte para ir a jugar los partidos. Otro tema de gran importancia sería preguntarse ¿por qué no invertir mejor en la guerra contra los rebeldes en el este del país?».
Heritier Muya, un enfermero de 29 años, vería «más sentido a esta alianza si se patrocinara la camiseta oficial; pero estamos hablando de las camisetas de entrenamiento».
Imagen internacional
Otros ciudadanos congoleños sí ven con buenos ojos este movimiento. Uno de ellos es Israel Kenge, informático de 26 años: «En unos meses mucha gente me dará la razón. Esta asociación es ambiciosa y busca mejorar nuestra imagen a nivel internacional, que ha sido empañada por años de guerra. Solo se conoce a la RDC por cosas como la guerra, las violaciones de mujeres, etc». Prisca Oklm, ingeniero de 28 años, considera que «la asociación con el Barça puede atraer la atención del mundo hacia el país». Eric Ilunga, empresario, de 34 años, también lo ve como «una colaboración que puede abrir puertas, siempre que haya una buena gestión».
Para Jenovic Kabuya, estudiante de Ingeniería de construcción en INBTP, la Universidad más grande del ramo en el Congo, «ver el eslogan RDC, corazón de África en la camiseta del Barça es un inmenso orgullo; invertir en el deporte está bien, pero nuestros hospitales y escuelas también necesitan apoyo».
Esther Malu, 24 años, estudiante de Relaciones Internacionales en UPN(Universidad Pedagógico Nacional), opina que «se trata de una oportunidad para que nuestros jóvenes sueñen en grande y apunten a la excelencia». Amina Feza, pintora, de 23 años, también se muestra optimista con el acuerdo: «Si esto permite que nuestros jóvenes talentos brillen. internacionalmente, estoy a favor».
Muchos de estos jóvenes congoleños tampoco ven claro el objetivo de poder atraer turismo mediante este acuerdo. «¿Turismo? ¿Y estos turistas qué van a venir a ver al Congo? Porque todos los sitios turísticos importantes están en manos de nuestro enemigo el grupo rebelde M23 y Ruanda. ¿Qué mensajes llevarían luego a sus casas? ¿Nuestra suciedad, pobreza y delincuencia? ¿Nuestros dirigentes no pueden ser razonables ni una vez?», se pregunta Shekinah Biole, maestro en educación cultural de 31 años..
«Por qué no invertir primero en nuestros clubes locales antes de pensar en lo internacional», cierra Patrick Bongeli, 30 años, al volante de su taxi. Y Fabrice Wetu, psicólogo de 27 años, directamente no se moja: «Espero ver resultados concretos antes de pronunciarme».
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