La sierra que sepultó a Robert Millar y entronizó a Perico

El ciclismo español renace en 1983, Ángel Arroyo y Perico Delgado emergen como embajadores en el Tour de Francia. Cuatro españoles encajan entre los diez primeros del Giro. Alberto Fernández, el 'galletas', pelea y pierde la Vuelta 84 a Eric Caritoux, el francés del Skil.

En 1985 hay un fuerte sentimiento nacional para redimir a Alberto Fernández, que había muerto ese invierno en un accidente de tráfico junto a su esposa. No hay una gran participación extranjera, pero un buen escalador escocés, Robert Millar, se coloca líder de la Vuelta en los Pirineos delante de Pello Ruiz Cabestany, otro joven con imagen y buen discurso.

Ha sido líder de la carrera en el prólogo Miguel Induráin, a quien José María García llama Mikel Induráin. Los españoles son protagonistas, pero Robert Millar (quien se cambió de sexo en 2003 y hoy es Philippa York) resiste a todo.

Aquella Vuelta es una cadena de sucesos. Un perro salta de un balcón en la cuarta etapa y provoca un destrozo. El belga Ludo Loos acaba con hemorragia cerebral en el hospital, el español Jaime Salvase fractura la cabeza.

Llega el escocés líder a la penúltima etapa, Alcalá de Henares-Destilerías Dyc a las puertas de Segovia con cuatro puertos, Morcuera, Cotos, Navacerrada y los Leones. El cordobés Pepe Recio ataca y Perico Delgado le sigue en el descenso de Navacerrada -final de etapa este sábado-. La niebla cae sobre la sierra de Madrid, asoman los chubasqueros y se desata la paranoia.

Ni Robert Millar ni su director del Peugeot, Roland Berland, se cercioran de la escapada de Perico. Millar incluso da la mano a Cabestany al colombiano Pacho Rodríguez en el Alto de los Leones por su combatividad durante la carrera. «Era otro tiempo -recuerda Pedro Delgado-. La mayoría de las amas de casa cambiaron la telenovela por el UHF (solo había dos canales de TV) para ver el ciclismo. No era un deporte que viesen los hombres, sino las amas de casa y las abuelas».

Cuando Millar se percata de la amenaza, Perico y Recio vuelan hacia Segovia. El escocés está solo y nadie colabora porque los directores deportivos promueven un triunfo español. Mínguez no deja dar relevos a Pacho Rodríguez, tampoco Linares a Dietzen, ni Echávarri a Gorospe.

Por detrás vienen dos gregarios del líder escocés, Ronan Pensec y Pascal Simon. Cuando están próximos a enlazar con Millar, asoma otro elemento desestabilizador. Un paso a nivel baja la barrera. Pero el tren nunca pasa, según reconoció años después Pensec en sus memorias.

Millar ya sabe que va a perder la Vuelta entre la niebla, el boicot de los españoles y la meta en las Destilerías Dyc. Delgado remonta seis minutos en pocos kilómetros, inaugura su leyenda y sepulta al pobre escocés.