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Ciclismo

La imposible convivencia de bicicletas y coches

Pese a los avances en las leyes de seguridad vial, los accidentes de los ciclistas profesionales no cesan. Egan Bernal se recupera de un destrozo que llena su futuro de sombras

José Carlos Carabias

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Una de las representaciones más dramáticas del asunto a debate fue la disposición de la familia Otxoa cuando, veinte años atrás, reservó un nicho en el cementerio para Javier –vencedor en Hautacam en el Tour ante Lance Armstrong– junto al de su gemelo Ricardo, fallecido ... el 15 de febrero de 2001 al ser arrollados los dos hermanos profesionales por una furgoneta cerca de Málaga. Esa tumba aguantó diecisiete años sin ocupante, ya que Javier Otxoa resistió con vida y todas las secuelas de ese accidente hasta que terminó de morir en agosto de 2018. Desde entonces los hermanos yacen juntos. Es el señuelo trágico de una convivencia imposible entre bicicletas y vehículos a motor que se extiende hasta nuestros días. En un hospital en Chía, en el extrarradio de Bogotá, convalece Egan Bernal, figura del ciclismo que ha llenado de sombras su futuro después de destrozar su cuerpo al impactar contra la trasera de un autocar mal aparcado en la carretera. El parte médico del colombiano (tres operaciones, fracturas de rótula y fémur, rotura de dos vértebras, seis vértebras intervenidas y un neumotórax pulmonar) recuerda la hoja mortuoria que casi sentencia a Fabio Jakobsen. El ganador del Tour y del Giro se recupera del mayor destrozo.

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