El último vuelo del Águila de Toledo

Nacido en la localidad de Val de Santo Domingo (Toledo), muy pronto continuó su andadura en la capital regional, de la que nunca se desvinculó y a la que demostró siempre su cariño y afecto al llevar su nombre por todo el mundo. La ciudad de Toledo siguió cada uno de sus pasos y lo vivió con la emoción de sentir en primera persona cada uno de sus triunfos.

Por medio del Club Peña Bahamontes impulsó un equipo ciclista profesional en la ciudad y dirigió la Vuelta Ciclista a Toledo durante 50 años, hasta 2015, cuando la edad y la salud ya empezaron a hacer estragos en su vida. También se hizo legendaria su emblemática tienda de bicicletas, localizada en la plaza de la Magdalena, que permaneció abierta, nada más y nada menos, que 43 años y llegó a convertirse en otro icono de la ciudad.

El sentimiento de Bahamontes hacia los toledanos ha sido recíproco y fue reconocido con el nombramiento de hijo adoptivo de la ciudad. También al instalar la escultura del deportista, que se localiza en la zona del Miradero, obra de Javier Molina Gil, costeada por la Fundación Soliss en 2018. Recientemente, el 9 de julio, justo hace un mes, en uno de mis primeros actos como alcalde, le rendimos un emotivo homenaje con motivo de su 95º cumpleaños, a través de una concentración ciclista en la que tuve el honor de participar con mi bicicleta. Fue el último reconocimiento de su ciudad, al que no pudo asistir por motivos de salud.

Pero es muy amplio su legado y también lo que nos queda por hacer. Estamos trabajando ya para que muy pronto pueda ser una realidad el Museo de la Bicileta de Bahamontes, un espacio que nos acerque a su figura como deportista y contribuya a mantener su leyenda viva en Toledo.

Nuestro 'Águila' ha sido ejemplo de valores como el sacrificio, el esfuerzo o el afán de superación. Pero, sobre todo, destacó por sus características personales. Partiendo de la humildad más absoluta, llegó a la fama mundial y contribuyó a llevar el nombre de la ciudad hasta lo más alto.

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La noticia de su fallecimiento llegaba desde Valladolid, donde ha vivido sus últimos años para estar más cerca de su familia. Poco a poco, se ha ido apagando, como consecuencia de la edad y de su enfermedad, pero con la satisfacción del deber cumplido y de haber dejado una huella imborrable.

Hoy Toledo llora su pérdida. El dolor se extiende por calles y plazas y son innumerables las muestras de cariño que la ciudad manifiesta hacia Fede, hacia el Águila de Toledo. Ahora ha emprendido un nuevo vuelo y su bicicleta ha cruzado la línea de meta. Nos deja una etapa de éxitos en la que la mejor marca se queda en el corazón de Toledo para siempre. D.E.P.