El coloso de los puertos: Bahamontes, un escalador único en la historia del Tour

El «Águila de Toledo», ganador del Tour de Francia de 1959 y seis veces rey de la montaña en la ronda gala, superó al francés Richard Virenque, al italiano Fausto Copi, al belga Lucien Van Impe y al español Luis Ocaña. Bahamontes fue designado como el mejor escalador de todos los tiempos por siete de los nueve miembros de un jurado presidido por el francés Thomas Voeckler, ganador de la clasificación de la montaña en la pasada edición.

Junto a él formaron el jurado el director del Tour, Christian Prudhomme, el responsable entonces del equipo Europcar, Jean-René Bernadeau, el del Lotto, Marc Sergeant, los exciclistas Bernard Hinault y Jean-François Bernard, y los periodistas Thierry Adam, Philippe Bouvet y Éric Defalleur.

Aquella votación en el centenario del Tour no dejó dudas sobre la superioridad del toledano. Federico Martín Bahamontes obtuvo 25 puntos, Richard Virenque ocho; Fausto Coppi siete, Lucien Van Impe seis y Luis Ocaña cinco. «He ganado en todos los puertos de los Pirineos», recordaba con orgullo habitualmente en algunas de sus entrevistas.

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En una entrevista posterior publicada por «L'Équipe» recogida por Efe, Bahamontes consideró «merecido» ese reconocimiento, pero no se mostró de acuerdo con el resto de la clasificación. El manchego consideraba que el segundo mejor escalador de todos los tiempos fue el luxemburgués Charly Gaul , al tiempo que señaló que Virenque no le llegó «ni a la suela del zapato».

«Si él es un escalador yo soy Napoleón», afirmó en la citada entrevista Bahamontes. Tampoco admitía la comparación con el italiano Marco Pantani , que consideraba que «no corría con agua», mientras que él «nunca» tomó nada porque «la salud no tiene precio».

Trabajó en el campo antes de ser ciclista. y aseguraba que uno de los secretos para ser buen escalador radicó precisamente en sus primeras ocupaciones. Bahamontes, con seis entorchados como mejor escalador del Tour (1954, 1958, 1959, 1962, 1963 y 1964, ), también se coronó como el rey de la montaña en el Giro (una vez) y en la Vuelta (dos). Ganador de la ronda gala en 1959, también subió al cajón en otras dos ediciones: segundo en 1963 y tercero en 1964.

El «Águila de Toledo» explicaba que se especializó en la montaña porque a diferencia de otros grandes de la época no tenía equipo, por lo que se veía obligado a distanciar a sus rivales sin ayuda de nadie, algo que es más fácil cuando la carretera se pone cuesta arriba. De haber tenido equipo, Bahamontes consideraba que podría haber ganado «tres, cuatro o cinco» veces el Tour de Francia.