Indonesia, la anfitriona que no sabe de baloncesto

En las zonas que rodean al Aeropuerto Internacional Soekarno-Hatta, 'los piratas', taxistas sin licencia, se abalanzan con intenciones, aunque con mucha amabilidad, sobre los incautos viajeros. Dan cháchara para ganarse el sueldo y a uno lo primero que le sale es preguntarles por el grandioso evento deportivo. El problema es que no hay respuesta. «¿Ha venido mucha gente por el Mundial, no?». Y se quedan a cuadros. Prácticamente nadie en la ciudad sabe que el destino de la canasta mundial se decide en su parcela. «Aquí somos más de fútbol»» dicen. Si en Okinawa (Japón) y en Manila (Filipinas) los partidos acumulan a decenas de miles de fanáticos (en la capital filipina se batió el récord de asistencia de un Mundial con los 38.115 espectadores que vieron in situ el Filipinas contra República Dominicana), en Yakarta, todo lo contrario. En el Indonesia Arena, las calvas en las gradas han sido evidentes durante la fase de grupos.

Sin ir más lejos, Indonesia, pese a ser la anfitriona, ni siquiera participa en la competición. Nunca había sucedido en la historia de los Mundiales. Debía llegar a los cuartos de final de la Copa Asia para sacar el boleto y, aunque alcanzó los octavos, fue arrollada por China (108-58) y marcada con el símbolo de la vergüenza. Un oro en los Juegos del Sudeste Asiático en 2021 es su mayor proeza hasta la fecha, triunfo que quizás, entre otros muchos factores, llevó a la FIBA a tomar la decisión de traer un Mundial a la Isla de Jade. Aunque el resultado haya sido defectuoso.

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Sí vibra la afición indonesia con las grandes estrellas de la NBA que desfilan por las canchas, como el canadiense Shai Gilgeous-Alexander, el que más pasiones levanta, o el finlandés Lauri Markkanen. Pero poco más. Ni la gran noticia del día, el que Rudy Fernández vaya a convertirse hoy ante Letonia en el jugador de la selección española con más internacionalidades, 254, superando a Juan Carlos Navarro, genera demasiado revuelo. Aunque el hito es de renombre, pues no solo la mágica cifra da vida al partido ante los bálticos, sino que España se juega buena parte de sus opciones de clasificarse para los cuartos de final. La selección necesita al menos una victoria en esta segunda fase, pero los rivales son de altura. A Letonia, una de las revelaciones del torneo por hacer de verdugo con Francia, se le une Canadá, la selección más mortífera junto a Estados Unidos.

El ambiente en 'La Familia', sin embargo, es alegre, o al menos cuando los medios nacionales cuelan los micrófonos y las miradas en los últimos minutos de entrenamiento. Se retan a triples los jugadores mientras Joel Parra, en chanclas, mata el tiempo hasta que termina la práctica. El nuevo jugador del Barça tiene una sobrecarga en el sóleo y es duda para hoy. Lo confirma Scariolo, quien también tiene tiempo de mandar un desafío a sus pupilos. «Es un partido decisivo y como tal tenemos que afrontarlo. Hay jugadores que ya han pasado por esto, pero otros no. Por eso tenemos la curiosidad por ver cómo reaccionarán al enfrentarse a este tipo de experiencias», reconocía el italiano, con tono serio y expectante por ver cómo se aclimatan sus chicos al primer gran desafío del Mundial.

Son los bálticos un hueso duro de roer, un equipo que quiere intimidar desde el inicio con mucho lanzamiento de larga distancia. Además, perdieron a su estrella (Kristaps Porzingis) por lesión antes del Mundial y aquí están. A España le toca sacar los dientes.