España vuelve a la cima del baloncesto júnior mundial

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Pablo Lodeiro

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Son jugadores jóvenes que acaban de empezar su carrera, pero es imposible no relamerse pensando en las alegrías que esta generación le puede dar a la afición española, tanto en los campeonatos internacionales como en la NBA. Aunque por encima de todos, Izan Almansa. El pívot murciano fue nombrado MVP de la Copa del Mundo y suma a sus vitrinas el tercer trofeo como mejor jugador de un torneo internacional en un año. En el quinteto ideal le acompañó Jordi Rodríguez, que fue el mejor español en la final.

Era la segunda vez que se veían las caras España y Francia en este campeonato, que ya se habían enfrentado en la segunda jornada de la fase de grupos, con victoria española (88-69). Pero los galos llegaban con la lección aprendida, además del impulso anímico que supuso haber derrotado a EE.UU. en las semifinales.

Acostumbrada la selección a apabullar a sus rivales antes del descanso, en esta ocasión se produjo un partido igualado a la altura de lo que estaba en juego. La defensa de los franceses ahogaba el ataque español, que no era capaz de encontrar la fluidez que tanto le ha caracterizado durante todo el Mundial.

Las posesiones agotadas sin encontrar soluciones, los tiros forzados y los demasiados tiros libres desaprovechados (7 aciertos de 16) provocaron que España llegara al descanso perdiendo por un punto (29-28). Únicamente Jordi Rodríguez, con 10 puntos al entretiempo, era capaz de encontrar los huecos en el entramado galo. La faceta ofensiva no funcionaba, pero la defensa, liderada por Isaac Nogués, ante el segundo mejor ataque del torneo mantenía a la selección en el partido.

Tras el paso por los vestuarios, el encuentro discurría por los mismos derroteros. España, visiblemente cansada por los minutos acumulados, no encontraba el camino para imponer su juego. El dominio en el rebote de la selección francesa, sobre todo gracias a la exhibición en ese apartado de Zaccharie Perrin, le permitía gozar de segundas y hasta terceras oportunidades para anotar, además de negárselas a los de Miret.

Llegados al último y decisivo cuarto, la ventaja más grande del partido había sido de cinco puntos y el parcial más abultado, 6-0. Francia daba la sensación de mayor control y se mantenía por delante, pero no se despegaba en el marcador.

Cuando más apretaba el tiempo, España empezó a encontrar una buena circulación de balón para anotar de seguido y acercarse a Francia. Baba Miller se erigió como el salvador que necesitaba la selección, con cinco puntos consecutivos. Tres triples seguidos de los galos complicaban las aspiraciones españoles. Y, entonces, apareció Jordi Rodríguez. El canterano del Joventut, tras una magistral finta, anotó una canasta de dos desde la media distancia que igualó el partido a falta de 18 segundos para mandarlo a la prórroga. Cinco minutos más de baloncesto para la entusiasmada afición de Debrecen (Hungría).

Este equipo no depende de un único jugador y así lo demuestra cada día. En el tiempo extra de la final, Rafa Villar asumió el liderazgo y anotó ocho puntos para llevar a España de nuevo a la cima del baloncesto júnior mundial.