España vuelve a casa con la plata y con honor

Torrens y Meesseman, las jugadoras más decisivas del torneo, se citaron en el inicio del partido, como dos forajidas que saben que solo puede quedar una en pie. Canastón de la española y canastón de la belga para abrir el menú de la gran final del Eurobasket, algo nerviosos ambos bandos, con la mirada del trofeo clavada en su espalda en cada jugada. Se impuso la experiencia de la selección en el primer cuarto, curtidas en mil batallas sus integrantes, con un gen competitivo inigualable, y el marcador comenzó a decantarse a su favor.

Se adentraba España sin miedo en la boca del lobo, genial Carrera en la carga al rebote defensivo y en la finalización cerca del aro. La desesperación de las belgas iba en aumento, las manos aparecían sin previo aviso, como si estuviesen rodeadas por espíritus, y las pérdidas comenzaron a ser un problema de categoría (seis en el primer cuarto, estadística que le permitió a España sumar diez puntos tras recuperación).

No concedían nada las pupilas de Méndez en el perímetro, especialistas las belgas en la larga distancia, y solo la poderosa Linskens conseguía hacer algún que otro boquete en la zona. La pívot debía ser controlada y Laura Gil, pese a estar en inferioridad de centímetros y kilos, comenzó una pelea espectacular con la belga.

Casas aprovechó la atención generada por la reyerta y empezó a ametrallar el aro rival sin piedad alguna para mantener el liderazgo de la selección en el marcador. Un genial triple de Cazorla en las últimas posesiones de la primera parte dejó afónica a la afición española desplazada a Liubliana y cuando la bocina sonó, España ya mandaba por siete en el electrónico.

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Tras la reanudación, el equipo se mantuvo firme. La selección comenzó a edificarse sobre la defensa, seña de identidad del grupo, y a hacer de la sencillez su guía en ataque. Fue la muñeca prodigiosa de Vanloo, que solo sabía sumar de tres en tres, la que hizo despertar a Bélgica. Comenzaron a recuperar el virtuosismo ofensivo que la había convertido en la selección más temible del Eurobasket y, junto con el dominio del rebote, iniciaron un abordaje que se quedó a medias, pues dos triples casi consecutivos de España (uno de Casas y otro de Leonor Rodríguez) drenaron la pequeña rebelión.

El intercambio de golpes era espectacular, dos equipazos a cara descubierta presentando todo su arsenal en Eslovenia. Aunque lo más impactante fue cómo España, un roble ignífugo, aguantaba el chaparrón y aún le quedaban fuerzas para anotar en el otro lado de la pista. Gil seguía con su guerra particular contra toda Bélgica y el tiempo se esfumaba con rapidez. Fue Allemand, con un dos más uno sensacional en la última posesión del tercer cuarto, quien dio algo de esperanza a las belgas.

Raquel Carrera, con sus 21 años, se convertía en una bestia bajo los tableros y corroboraba que apunta a jugadora generacional, pues muy pocas deportistas tienen el temple para jugar una final como lo estaba haciendo la gallega. Pese a la tranquilidad que transmitía la pívot, la igualdad era asfixiante y la ventaja de España mínima. Los fallos en el tiro exterior se acumulaban y las belgas esgrimían incisivas coreografías en ataque, algunas indefendibles incluso para el candado que es la selección. Ginzo salió al rescate y rompió el maleficio con un lanzamiento de cinco metros, pero donde tocaba apretar era atrás.

Linskens arrasaba, nadie podía minimizarla, y con su contundente baloncesto puso a Bélgica a solo dos puntos en el ecuador del último cuarto, el punto de no retorno. Un triple de Meesseman le dio la primera ventaja del partido y España se vaciaba poco a poco, crudo momento para las de Méndez, con la muñeca encogida y superadas en el rebote. Tras un partido un poco flojo, apareció Torrens para convertir un tiro a tablero inverosímil, pero a las belgas no había quien las parara, mucho más exuberantes y agresivas.

Cuatro abajo, España ya estaba a la desesperada. No entraban los tiros y su rival cortaba cualquier conato de contraataque para evitar una canasta fácil que reviviese sus esperanzas. Preparó jugada Méndez en tiempo muerto, debía ser una obra maestra porque solo quedaban 28 segundos de partido. No salió y la fiabilidad belga desde la línea de tiros libres le dio la victoria final. Un país sin mucha tradición en baloncesto que ha gestado una generación de oro, no muchos pueden batir en el plano competitivo a España, que se va a casa con una plata que hoy sabe amarga, pero que mañana sabrá a orgullo.