Historias del Festival de Granada
En este evento, la sensación de densidad es notable, fortalecida por la abundancia de conciertos entre los que es posible descubrir algunos particularmente reveladores. Es el caso del protagonizado por el pianista Vikingur Ólafsson
El Festival de Granada descorre el telón
Granada
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Festival de Granada
- Dirección e intérpretes Vikingur Ólafsson, piano. 'Mozart y sus contemporáneos'. Hospital Real. Benjamin Alard, órgano. Muffat, Froberger, Couperin, Correa de Arauxo… Monasterio de San Jerónimo. Officium Ensemble. Pedro Teixeira, director. Polifonía luso-hispana del Siglo de Oro. Monasterio de San Jerónimo
En el Festival de Granada los argumentos se cruzan y las ideas se superponen. La sensación de densidad es notable, fortalecida por la abundancia de conciertos entre los que es posible descubrir algunos particularmente reveladores. Es el caso del protagonizado por el pianista Vikingur ... Ólafsson, alguien que destaca por la originalidad y la coherencia de sus propuestas artísticas, al margen de su capacidad para congregar a su alrededor a un poderoso grupo de aficionados, entre los que se encuentra una muy estimable bolsa de jóvenes que le escuchan con devoción. Ólafsson reafirmó su carrera en 2016 tras firmar un contrato en exclusiva con Deutsche Grammophon lo que le ha llevado a convertir su catálogo discográfico en el punto de arranque de varios programas que luego lleva a los escenarios.
El Festival de Granada descorre el telón
Alberto González LapuenteEl certamen se abre con la interpretación de 'El retablo de maese Pedro', de Falla, en el centenario de su estreno en el palacio de la princesa de Polignac en París
Comenzó grabando monográficos dedicados a Philip Glass y a Bach, dos formas de abstracción musical que se presentaron con portadas en las que el retrato del pianista se multiplicaba en juegos especulares. Vinieron luego recreaciones visuales, siempre con la imagen de Ólafsson y la complicidad de algún elemento o acción capaz de sintetizar el programa musical. La colaboración que habitualmente mantiene con varios artistas visuales es tan importante como el trabajo junto a algunos compositores actuales o sus incursiones divulgativas en la televisión de su Islandia natal. En el primero de dos nuevos proyectos inmediatos mezcló la música de Debussy y la de Rameau en una exquisita recreación que puso de manifiesto la capacidad para reconducir el estilo hacia algo estrictamente personal y al margen de cualquier referencia estilística al uso.
'Mozart & Contemporaries' es la última aventura de Ólafsson. Se ha reconocido que, a primera vista, el programa tiene una apariencia incoherente con varias obras de Mozart entrecruzadas con otras Carl Philipp Emanuel Bach y Joseph Haydn, además de los colegas italianos Baldassare Galuppi y Domenico Cimarosa, el añadido de algún arreglo hecho por Ólafsson y el de Liszt sobre el motete mozartiano 'Ave Verum corpus'. Hará poco más de un año que Ólafsson presentó este programa en Madrid, incluyendo sus propios comentarios entre las obras. Lo ha repetido ahora en Granada modificando el orden y limitado estrictamente al programa musical, sin añadir palabras y sin solución de continuidad, en el patio de los mármoles del Hospital Real, acompañado de algún pájaro con aficiones musicales y ante un piano que hubo que domar y acabó carraspeando tras el esfuerzo.
Recrear programas diseñados bajo un principio conceptual, que fluyan en un continuo y traten de definir un determinado universo sonoro, es una moda bien defendida por algunos intérpretes y que tiene su reflejo en varios conciertos del Festival de Granada. El caso de Ólafsson es equiparable al del organista Benjamin Alard quien ha reunido media docena de autores con presencia activa en el siglo XVII, en años de tentativa barroca, y con el añadido de la 'Canzona, BWV 588' de Johann Sebastian Bach, obra en la que confluyen influencias diversas, particularmente la italiana. En este momento Alard prosigue la grabación del catálogo completo para teclado del compositor alemán, planteada con sentido cronológico y contextual lo que implica incluir también a compositores que le interesaron y que tienen resonancia en su obra. La relación vista desde una perspectiva temporal se materializaba en el programa del concierto en convivencia con Muffat, Froberger, Couperin, de Grigny, y los españoles Correa de Arauxo y Cabanilles. Alard frecuenta los escenarios españoles, particularmente la programación de Centro Nacional de Difusión Musical (CNDM), coproductor de este mismo concierto, de manera que es familiar su enfoque interpretativo, escaso de adorno, recto, moderado y metódico. A diferencia de Olaffson defensor de una recreación de naturaleza subjetiva, se trata en buscar la esencia de las obras. Alard se distingue por una perspectiva más austera, comedida y prudente que en el caso de la música española puede volverse solemne y un punto engolada, aquí bien apoyada por la registración del órgano barroco que, procedente del granadino convento de Santa Paula, está actualmente instalado en el lado de la epístola del monasterio de san Jerónimo.
Estos dos ejemplos sirven para ilustrar algunos de los pequeños territorios musicales en los que se compartimenta la programación del Festival de Granada más allá, de los grandes ciclos o de las propuestas más individuales. Como conclusión es posible integrar también el concierto del Officium Ensemble, que dirige Pedro Teixiera, dedicado a la polifonía luso-hispana con Sebastián de Vivanco como protagonista. El compositor abulense, recién cumplidos los cuatrocientos años de su muerte, pasa por ser alguien relativamente conocido al quedar ensombrecido por la presencia inmensa de Tomás Luis de Victoria. Así lo defendió Teixiera en el concierto si bien la obra de Vivancos, como la de Navarro, Comes y muchos otros autores del Siglo de Oro español, al igual que sucede con los vihuelistas, sigue pendiente de una revisión metódica y con calidad como ya se intentó con la música de Victoria. Entre los mejores defensores de este repertorio siguen a la cabeza varios grupos del área anglosajona y algún otro que trata de ofrecer una perspectiva más meridional. Así sucede con el portugués Officium Ensemble.
Al margen de la música de Victoria, siempre sorprendente por su inventiva, la misa 'Assumpsit est lessus' de Vivanco se presentó fragmentada y en alternancia con otras obras de autores hispanos, desde el español Estêvao Lopes Morago viajante en su juventud desde su Vallecas natal a Viseu, a Esteban de Brito maestro de capilla en Évora, Badajoz y Málaga cuyo 'O Rex gloriae' sonó fuera de programa. Buscar la coherencia en el orden de las obras era un argumento esencial del programa, además de la consideración de un espacio geográfico común y varios principios estilísticos similares. Officium Ensemble recuperaba la idea del concierto como unidad indisoluble pero, a diferencia de los programas de Ólafsson y Alard, en este el aplauso del público entre alguna de las obras rompió la continuidad de la propuesta, la frágil estructura de un concierto particularmente sugestivo.
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