Como un pastel lleno de tropezones: el caótico interior de Marte sorprende, una vez más, a los científicos
A diferencia de la Tierra, cuyo interior está ordenado en capas bien definidas de corteza, manto y núcleo, el interior del planeta rojo se asemeja más a un pastel lleno de tropezones caóticamente distribuidos
Marte tenía breves primaveras de agua líquida y largos inviernos desérticos
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónUn nuevo secreto de Marte acaba de ser revelado. Uno que desafía lo que creíamos saber sobre el modo en que se forman los mundos rocosos. Y es que, lejos de ser un planeta ordenado, con sus capas bien definidas de corteza, manto y ... núcleo, el interior del planeta rojo se asemeja más a un pastel lleno de tropezones caóticamente distribuidos. Esta revolucionaria imagen, surgida de un estudio recién publicado en 'Science', reescribe la historia del mundo vecino y abre, al mismo tiempo, una nueva ventana al violento pasado del Sistema Solar.
Durante años, los libros de texto nos han mostrado una imagen pulcra de los planetas rocosos. La corteza, el manto y el núcleo se apilan como las capas de una tarta, perfectamente separadas y uniformes. Pero, como suele ocurrir en ciencia, la realidad resulta ser mucho más interesante (y desordenada) que la teoría. Y eso es justo lo que ha pasado en esta ocasión. Los datos sísmicos recogidos por la misión InSight de la NASA, que lleva desde finales de 2018 'escuchando' los latidos de Marte, han destapado, en efecto, algo que nadie esperaba: el manto marciano está repleto de fragmentos irregulares de distintas composiciones y tamaños, restos de su tumultuoso nacimiento hace más de 4.500 millones de años.
Un pasado cataclísmico
Cuando el Sol aún no había terminado de nacer, los planetas rocosos de nuestro Sistema Solar empezaron a formarse a partir del polvo y las rocas que, por la fuerza de la gravedad, se fueron aglutinando en un anillo alrededor de la estrella recién formada. Pero el proceso no fue precisamente tranquilo. De hecho, y una vez que Marte, y otros planetas como la Tierra, empezaron a tomar forma, sufrieron una serie de colisiones con objetos casi de su mismo tamaño, embriones de otros mundos que también intentaban crecer. Fue una 'lucha' titánica y a muerte, cuyos únicos supervivientes fueron los planetas que hoy forman el Sistema Solar.
El ingeniero español que con un puñado de imanes hará que respiremos en Marte
Patricia BioscaLa NASA se ha fijado en el proyecto de Álvaro Romero-Calvo, quien actualmente trabaja en EE.UU.
Estos choques gigantescos, que también dieron origen a nuestra Luna, liberaron en cada caso una energía descomunal, suficiente para fundir grandes porciones de estos mundos embrionarios en vastos océanos de magma. «A medida que esos océanos de magma se enfriaban y cristalizaban -explica Constantinos Charalambous, del Imperial College de Londres y autor principal del estudio- dejaban atrás trozos de material con composiciones distintas, y creemos que son esos fragmentos los que ahora estamos detectando en las profundidades de Marte».
Así que, lejos de ser un proceso de formación ordenado, el nacimiento de Marte fue el resultado de un 'cóctel' de impactos, fusión y mezcla de materiales. Los fragmentos de la corteza y el manto primitivos, y posiblemente también restos de los impactores, se esparcieron y se mezclaron en su interior fundido. Después, y a medida que el planeta se enfriaba, estos 'tropezones' de distinta composición química quedaron atrapados en un manto que, con todo el calor aprisionado en su interior, se movía muy lentamente.
Algo muy distinto sucedió en la Tierra, donde la corteza está fragmentada y los movimientos tectónicos actúan como una 'batidora gigante' que recicla constantemente tanto la corteza como el manto. Marte, en cambio, se 'selló' muy pronto, preservando su interior como una auténtica cápsula del tiempo. «La mayor parte de este caos -prosigue Charalambous subrayando la importancia del hallazgo- ocurrió probablemente en los primeros 100 millones de años de existencia Marte. El hecho de que todavía podamos detectar sus huellas después de cuatro mil quinientos millones de años demuestra lo lentamente que ha estado moviéndose el interior de Marte desde entonces».
InSight, el 'sismógrafo' de Marte
Para llegar a estas conclusiones, los autores del estudio usaron los datos sísmicos de la sonda InSight, que aterrizó en el planeta rojo en noviembre de 2018 y que, antes de quedarse sin energía en 2022, registró cientos de 'martemotos' y ondas sísmicas en el planeta rojo. En concreto, los investigadores se centraron en ocho eventos sísmicos especialmente claros, incluyendo dos provocados por el impacto de meteoritos, que dejaron cráteres de 150 metros de ancho en la superficie marciana.
A lo largo de la investigación, Charalambous y su equipo observaron que las ondas sísmicas de alta frecuencia tardaban más de lo debido en llegar a los sensores de la sonda desde el lugar del impacto. Es como si la onda, en lugar de viajar por un medio liso y uniforme, se viera frenada al tropezar con una serie de obstáculos en su camino. Según el estudio, esas señales de interferencia son la prueba inequívoca de que el interior de Marte está lleno de estructuras de diferentes tamaños y composiciones, vestigios de sus días más jóvenes y violentos.
En palabras de Charalambous, «estas señales mostraron claros signos de interferencia a medida que viajaban a través del interior profundo de Marte. Y eso es consistente con un manto lleno de estructuras de diferentes orígenes composicionales, restos de los primeros días de Marte». Lo cual marca una gran diferencia con nuestro planeta. «Lo que sucedió en Marte es que, después de esos eventos iniciales, la superficie se solidificó, formando una tapa estanca -detalla el investigador-. Selló el manto de abajo, bloqueando esas antiguas características caóticas, como una cápsula de tiempo planetaria».
La huella de la catástrofe
El estudio ha revelado, además, un detalle fascinante: los fragmentos encontrados en el manto de Marte siguen un patrón muy específico, con unos pocos trozos grandes (de hasta 4 kilómetros de ancho) rodeados de muchos más pequeños.
Tom Pike, coautor del artículo, explica que se trata de una «distribución fractal», un fenómeno que se produce cuando la energía de una colisión supera la fuerza de un objeto. Es el mismo efecto que vemos cuando un vaso cae al suelo y se rompe en unos pocos fragmentos grandes y un sinfín de pedazos más pequeños. Resulta asombroso que en Marte esta distribución se haya conservado durante miles de millones de años.
A diferencia de la Tierra, donde la tectónica de placas actúa como una cinta transportadora que recicla la corteza y el manto, Marte carece de este mecanismo. Nuestro planeta es un mundo dinámico, con placas que se mueven, chocan y vuelven a hundirse en el manto en los bordes de los continentes, como en la zona de subducción de Cascadia, donde las placas del Pacífico se hunden bajo la placa norteamericana. Este proceso de continuo 'reciclaje' borra en nuestro planeta las huellas de su pasado más lejano, mientras que el interior de Marte es un registro congelado de su historia. Por eso, el hallazgo es tan relevante.
Lecciones de un planeta caótico
Pero el hallazgo tiene implicaciones que van mucho más allá de Marte. «Los datos de InSight -afirma por su parte Mark Panning, del Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA y también coautor del estudio- continúan reescribiendo lo que pensamos sobre la formación de los planetas rocosos, y de Marte en particular». El estudio del interior de Marte, en efecto, nos ofrece una visión única de cómo pudieron haber evolucionado otros mundos rocosos como Venus y Mercurio.
La mayoría de los planetas rocosos conocidos, tanto dentro como fuera de nuestro Sistema Solar, tienen una 'tapa estanca', lo que significa que no hay tectónica de placas y que su corteza no se mueve. El interior de estos planetas, al igual que el interior de Marte, podría ser un registro fósil de su pasado. Por eso, entender el 'desorden' de Marte nos permite vislumbrar cómo se formaron y evolucionaron otros muchos mundos rocosos, lo que, a su vez, podría tener implicaciones clave para comprender las condiciones de habitabilidad de los cuerpos rocosos de nuestro Sistema Solar y más allá.
En definitiva, y más allá de ser el planeta rojo y polvoriento que conocemos, Marte ha resultado ser un mundo con un interior caótico y desordenado que, precisamente por eso, se ha convertido en una cápsula temporal que esconde los secretos de la formación planetaria. Sus 'tropezones' internos, de hecho, son testigos mudos de la historia de un violento nacimiento que ha estado esperando pacientemente a ser descubierta y que sólo ahora hemos empezado a descifrar.
Límite de sesiones alcanzadas
- El acceso al contenido Premium está abierto por cortesía del establecimiento donde te encuentras, pero ahora mismo hay demasiados usuarios conectados a la vez. Por favor, inténtalo pasados unos minutos.
Has superado el límite de sesiones
- Sólo puedes tener tres sesiones iniciadas a la vez. Hemos cerrado la sesión más antigua para que sigas navegando sin límites en el resto.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete