No solo genética, la crianza y la competencia sexual también explican por qué las mujeres viven más que los hombres
Un estudio con más de mil especies rastrea en la historia evolutiva las causas de las diferencias de longevidad entre los sexos
Los que tienen lazos sociales fuertes viven más
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Iniciar sesiónEn casi todos los países y períodos históricos, las mujeres viven, en promedio, más que los hombres. En España, por ejemplo, la diferencia en la actualidad es de casi seis años a favor de las féminas. Lo mismo ocurre en la mayoría de los mamíferos. ... Una de las explicaciones más conocidas a este sorprendente fenómeno son las diferencias en los cromosomas sexuales. Ellas tienen dos cromosomas X, mientras que los machos solo tienen un cromosoma X y un cromosoma Y (conocido como sexo heterogamético). Algunas investigaciones sugieren que esa repetición en los cromosomas puede proteger a las hembras de mutaciones dañinas, lo que ofrece una ventaja de supervivencia.
Un equipo internacional liderado por el Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva de Leipzig (Alemania) ha analizado registros de 1.176 especies de mamíferos y aves en zoológicos de todo el mundo para entender cuáles son las causas de esas diferencias sexuales en la longevidad. Los resultados, publicados en la revista 'Scientific Advances', respaldan la hipótesis del sexo heterogamético, pero no como única influencia. Según los autores, la selección sexual y el cuidado parental también determinan la esperanza de vida. Y son factores tan profundamente arraigados en la historia evolutiva que problemente lo sigan haciendo en el futuro.
Los investigadores comprobaron que en la mayoría de los mamíferos, las hembras viven un 12% más, mientras que en la mayoría de las aves, donde las hembras son el sexo heterogamético, los machos tienen vidas un 5% más largas como promedio. Lo mismo vale para insectos y reptiles. Sin embargo, «algunas especies mostraron el patrón opuesto al esperado», afirma la autora principal, Johanna Stärk. «Por ejemplo, en muchas aves rapaces, las hembras son más grandes y más longevas que los machos. Por lo tanto, los cromosomas sexuales solo pueden ser una parte de la historia».
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Y aquí entran en juego las estrategias reproductivas. Mediante la selección sexual, los machos desarrollan características llamativas como un plumaje colorido, astas imponentes o un tamaño corporal más grande, que aumentan el éxito reproductivo pero pueden acortar la esperanza de vida. El nuevo estudio respalda esta suposición: en mamíferos polígamos con una fuerte competencia, los machos suelen morir antes que las hembras. Muchas aves, en cambio, son monógamas, lo que significa que la presión competitiva es menor y los machos viven más. Las diferencias fueron menores en las especies monógamas, mientras que la poligamia y las diferencias de tamaño pronunciadas se asociaron con una ventaja más pronunciada para las hembras.
«En términos generales, la competencia sexual es menor en los humanos que, por ejemplo, en nuestros parientes más cercanos como los gorilas y los chimpancés. Pero eso no quiere decir que, desde una perspectiva evolutiva, no haya competencia sexual en los humanos, solo que no es tan marcada», explica Fernando Colchero, investigador del Max Planck.
Medicina y calidad de vida
El cuidado parental es otro factor a tener en cuenta. Los investigadores hallaron evidencias de que el sexo que más invierte en la crianza —en los mamíferos, suelen ser las hembras— tiende a vivir más. En especies longevas como los primates, es probable que esto represente una ventaja selectiva: las hembras sobreviven hasta que sus crías son independientes o alcanzan la madurez sexual.
Una idea arraigada es que las presiones ambientales, como la depredación, los patógenos o los climas rigurosos, impulsan las brechas observadas entre machos y hembras. Para comprobarlo, los investigadores analizaron poblaciones de zoológicos, donde dichas presiones son prácticamente inexistentes. Descubrieron que las diferencias, aunque menores, persistían incluso en estas condiciones de protección. En los humanos pasa algo similar: los avances en medicina y la mejora de las condiciones de vida han reducido, pero no eliminado, la brecha en la esperanza de vida.
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«Es difícil predecir qué ocurrirá en el futuro, pero es posible que, debido a la fuerte inercia evolutiva, fisiológica y de comportamiento entre hombres y mujeres, no desaparezca del todo», afirma Colchero. En definitiva, los autores auguran una larga vida a las mujeres.
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