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Domesticamos a los perros porque nos sobraba carne

Los cazadores de la última edad de hielo compartieron con los lobos la carne magra para cuyo consumo todavía no estaban adaptados

Una manada de lobos Adobe Stock
Judith de Jorge

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Lobos y seres humanos son dos tipos diferentes de depredadores formidables. Hace miles de años, ambos podrían haber competido por las mismas piezas en los paisajes helados de Eurasia: caballos, alces y ciervos cuya carne era codiciada tanto por las bestias como por los cazadores que luchaban por la supervivencia en condiciones extremas. Sin embargo, algunos de esos lobos se acercaron a los primeros asentamientos humanos y los que a priori eran enemigos naturales comenzaron una relación conveniente para ambos que llega hasta nuestros días. De esas manadas más dóciles surgieron los primeros perros , hoy convertidos en un sin fin de razas modificadas a nuestro antojo, desde los caprichosos bichones a los impresionantes mastines tibetanos.

El momento y los motivos de la domesticación de los perros todavía son un misterio. Los científicos creen que ocurrió en algún lugar de Asia o Europa, quizás en varios sitios de forma independiente, en algún momento hace entre 15.000 y 40.000 años. Lo que sí parece claro es que fue el primer animal cuya compañía valoramos y el único domesticado por cazadores-recolectores, ya que el resto entró en nuestras vidas cuando nos convertimos en agricultores.

Muchos investigadores creen que los lobos comenzaron a rondarnos para hurgar en nuestra basura y obtener comida fácil. Una nueva investigación publicada en la revista «Scientific Reports» cree haber dado con la «golosina» que hizo que los lobos terminaran siguiendo a los humanos como si fueran el flautista de Hamelin: la carne magra. Los humanos, aún no adaptados al consumo excesivo de proteínas, pudieron haber preferido las partes grasas para su dieta y compartido con sus futuras mascotas los cortes que hoy en día consideramos más apreciados.

Según Maria Lahtinen, de la Autoridad Alimentaria de Finlandia en Helsinki, la alimentación de los lobos con carne magra sobrante de las cacerías humanas durante los duros inviernos pudo haber sido clave para la domesticación temprana de los perros hace entre 14.000 y 29.000 años.

Lahtinen y sus colegas utilizaron cálculos simples para estimar cuánta energía habrían dejado los humanos de la carne de especies que pudieron haber cazado durante el final de la última edad de hielo, especies como los caballos, los alces y los ciervos que también eran presas de los lobos. Los autores plantearon la hipótesis de que si los lobos y los humanos hubieran cazado los mismos animales durante los duros inviernos, los humanos habrían matado a los lobos para reducir la competencia en lugar de domesticarlos.

Con la excepción de los mustélidos como las comadrejas, los investigadores encontraron que todas las especies de presas habrían suministrado más proteínas de las que los humanos podrían consumir, lo que resultaría en un exceso de carne magra que podría ser utilizada para alimentar a los lobos, reduciendo así la competencia por las presas.

Demasiadas proteínas

Aunque los seres humanos pueden haber dependido de una dieta basada en animales durante los inviernos cuando los alimentos de origen vegetal eran limitados, probablemente no estaban adaptados a una dieta totalmente basada en proteínas. En su lugar, podrían haber preferido la carne rica en grasas sobre la magra y rica en proteínas. «El sistema digestivo humano no puede manejar demasiadas proteínas. Nos sigue causando problemas de salud. Es por eso que los humanos necesitan algo más que proteínas en su dieta. Habrían preferido partes más grasas de los animales, como manteca, órganos o médula ósea», explica Lahtinen en un correo electrónico.

Los lobos sobreviven sin problemas durante meses con una dieta basada exclusivamente en proteínas. Los humanos podrían haberlos alimentado con exceso de carne magra, ganándose su compañía incluso durante los duros meses de invierno. Esto habría facilitado la convivencia e iniciado un proceso de domesticación que después se vio reforzado por el uso de estos animales como ayudantes para la caza y guardianes, lo que finalmente terminó en la domesticación completa del perro.

De todas formas, matiza Lahtinen, quizás no fuera necesario nada especial para que los lobos acabaran como mascotas. «Los humanos tienden a encontrar lindos a los animales jóvenes. Se sabe que los cazadores-recolectores toman mascotas solo por diversión. Es probable que esto también haya ocurrido antes en la historia de la humanidad», argumenta.

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