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Baleares: la naturaleza en estado de esplendor

Estos meses son los mejores para descubrir la cara más natural de las islas Baleares

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Sierra de Tramuntana, Mallorca

Sa Calobra, parte del paisaje de la Sierra de Tramuntana- REUTERS/ Enrique Calvo
javier jayme - abcviajar - Actualizado: Guardado en: Viajar

Un mar -el Mediterráneo-, un sol casi permanente y unas islas que se diría tocadas por una vara mágica: las Baleares. Tan bellas como distintas entre sí. Y tan cerca. Mallorca, Menorca, Ibiza y Formentera, cada una con sus peculiaridades, conforman hoy uno de los podios incuestionables del turismo mundial.

Sierra de la Tramuntana

La paleta geográfica balear, colorista, mayoritariamente íntima y de connotaciones a veces casi musicales, abarca cientos de matices. Lo cual se traduce actualmente en todo un cúmulo de ofertas de actividades al aire libre: senderismo, paseos a caballo, cicloturismo, observación de aves, descenso de barrancos, etc. Comenzando por Mallorca, donde hablar de naturaleza es hacerlo de su paisaje por antonomasia: la sierra de Tramuntana, incluida por la Unesco en la lista del Patrimonio de la Humanidad. Espina dorsal de la mayor de las Baleares, sus escenarios conmueven por su enormidad y su hermosura. Sus caminos centenarios, antaño transitados por pastores, son hoy territorio casi exclusivo de los excursionistas. Existe una ruta que recorre toda la Serra desde Andratx hasta Pollença, la ruta de Pedra en Séc, y que está compuesta de ocho etapas que pasan por diferentes pueblos.

Esta ruta, Pedra en Séc, el GR 221, nos propone descubrir los paisajes construidos de piedra en seco, visitar interesantes vestigios históricos, ponernos al tanto de mitos y tradiciones y conocer la arquitectura, la gastronomía y la artesanía de esta conspicua zona geográfica. Su trazado bordea a menudo la costa y en algunos lugares se acerca a las cimas más elevadas de la sierra. El punto más alto del recorrido es el Coll de ses Cases de sa Neu, con poco más de mil metros de altura. La diversidad vegetal, con encinares sombríos y monte bajo típicamente mediterráneo, contribuye a incrementar el interés paisajístico de este sendero de la Pedra en Séc.

El Parque Natural de S’Albufera (Mallorca)

Parque Natural de S'Albufera- Toni Martínez/Balears Natura
javier jayme - abcviajar - Actualizado: Guardado en: Viajar

S’Albufera -la Al-buhayra de los árabes- es uno de los principales accidentes geomorfológicos de Mallorca. Un oasis en una isla mediterránea. Se trata de un antiguo lago, separado del mar por una línea de dunas, que se ha ido recubriendo de sedimentos hasta formar una extensa llanura inundable.

S’Albufera es el humedal de marismas y dunas de mayor biodiversidad de Baleares, además de un significativo ecosistema para aves migratorias. Gracias a la crecida continua de las aguas, alberga gran riqueza de especies: peces, reptiles, anfibios, murciélagos, hongos, plantas, pájaros, invertebrados, etc. Desde su declaración como Parque Natural en 1988 -el primero en su categoría de todo el archipiélago-, ha sido objeto de diferentes investigaciones científicas, tanto en el ámbito nacional como en el internacional.

El acceso sólo se puede realizar a pie o en bicicleta. No se admite la entrada de vehículos a motor (salvo si sus ocupantes son personas con minusvalías o discapacidades justificadas). El parque dispone de cuatro itinerarios, totalmente señalizados, que facilitan el recorrido de toda el área natural. Desde las casetas de avistamiento se pueden estudiar los movimientos de aves acuáticas como el avetoro y la garza real. También de pájaros como el carricerín real, que tiene aquí la población más elevada de Europa occidental. En la época más calurosa se llegan a observar ejemplares de águila pescadora o halcón Eleonor, que acuden a la albufera en busca de alimento.

El Camí de Cavalls, Menorca

Ruta a caballo en Menorca- Fundacion Desti Menorca
javier jayme - abcviajar - Actualizado: Guardado en: Viajar

Antigua vía militar para la vigilancia y defensa de las zonas costeras, el Camí de Cavalls, considerado hoy patrimonio histórico, es parte de la red de Caminos Naturales del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente. Sus casi 200 km, extendidos sobre el perímetro de Menorca, constituyen una sugerente invitación a penetrar a pie, a caballo o en bicicleta la imponente naturaleza de la isla, declarada Reserva de la Biosfera por la Unesco.

Aventura, sensaciones gratificantes y obstáculos -aún quedan tramos por señalizar- es lo que encuentran quienes recorren este secular itinerario menorquín. Se desconoce cuándo tuvo su origen. La documentación escrita más remota data de 1682, si bien algunas de sus secciones parecen remontarse al siglo XIV. A lo largo del XX, debido al desuso y la falta de mantenimiento, sufrió un deterioro notable. Actualmente, tras la ley promulgada en el año 2000 que permite su libre acceso y su utilización gratuita, el Camí de Cavalls, reconocido como Sendero de Gran Recorrido (GR223), es una ruta altamente frecuentada de interés científico, paisajístico y destacado valor ambiental.

Cualquier recorrido, por largo que sea, comienza con un paso. Luego llegan las subidas, las bajadas y las vueltas, porque en la vida, aunque lo parezca, no hay camino llano. Y sólo, a veces, una meta clara. La mejor opción para hacer el Camí de Cavalls -lo pregona su nombre- es la de cabalgar en tal cuadrúpedo. No en vano el caballo, hasta hace pocas décadas, era el único medio de transporte que podía superar estos vericuetos. Durante las etapas norteñas, los panoramas deslumbrantes alternan con parte del legado prehistórico de la isla: taulas, navetas, talayots, necrópolis… Ya en el sur, remata nuestra seducción uno de los iconos naturales de Menorca: Cala Macarella. Esta soberbia combinación de aguas turquesas, arena blanca, umbrío pinar y cantiles calizos es el broche de oro al Camí de Cavalls, testigo de los afanes de una legión de transeúntes que lo rastrean en busca de enclaves anexos al paraíso o a sus íntimas e irrenunciables fantasías.

Els Amunts, Ibiza

Islas de Ses Margalides, en la zona de Els Amunts- Xescu prats/Consell Insular d'Eivissa
javier jayme - abcviajar - Actualizado: Guardado en: Viajar

Las tierras altas ibicencas -Els Amunts- se extienden desde Cala Salada, en San Antoni de Portmany, hasta Sant Vicenç de sa Cala. Alcanzan apenas los 400 metros en su cota más elevada, pero constituyen la zona más agreste y boscosa de la isla. Y en su encuentro con el mar crean el tramo de costa más bello, acantilado e inaccesible de Ibiza. Aquí nidifican los halcones y perviven raros endemismos botánicos. El ruiseñor y la abubilla sobrevuelan los pinares, olivares y viñedos, así como las zonas de cereal, almendros, orquídeas, tomillo, clavel, higueras y algarrobos centenarios.

Desde Punta sa Creu hay una panorámica impresionante de los acantilados. En el Port de San Miquel está la Cova d’en Marçà, grávida de estalactitas y estalagmitas. Y las Coves del Vi, en Ses Fontanelles, junto al Puig Nunó, contienen una bóveda donde se hallan las únicas pinturas rupestres de Las Pitiusas. En cuanto a las poblaciones, las de los valles de Els Amunts conservan las mejores muestras de la arquitectura rural ibicenca, con sus formas cúbicas y sus blancas fachadas encaladas.

El abanico de actividades deportivas se despliega entre el surf, la vela, el kayak y el submarinismo en sus numerosas calas y los paseos a caballo, las excursiones en bicicleta y los recorridos culturales. Una ruta BBT bastante atractiva, de dificultad mediana, es la que parte de San Antoni de Portmany, a nivel del mar, continúa por el valle de Benimussa y asciende de forma constante hasta la ermita de sa Capelleta; ascenso que es recomendable hacer a pie en el último tramo. Esta curiosa capilla tiene su origen en la promesa de Vicent Serra, quien la construyó en 1919, a su regreso como soldado de Argelia. Desde la misma se observa buena parte de la Reserva Natural Marítimo-Terrestre de ses Salines, declarada Parque Natural en 2001.

El Camí de Sa Pujada (Formentera)

El Camí de Sa Pujada empieza en Es Caló- visit formentera
javier jayme - abcviajar - Actualizado: Guardado en: Viajar

No sólo de playas presume la menor de Las Pitiusas. También lo hace de sus Circuitos Verdes, una tupida red de senderos que, a través de pinares, viñedos e higueras, vienen a morir, irremediablemente, frente a las aguas, aquí azules y transparentes, del Mediterráneo. Y, entre todos ellos, el de sa Pujada, uno de los más románticos de Formentera, es, sin duda, el preferido por los devotos del senderismo.

Se trata del tramo final del antiguo camino de la Mola, que iba desde Sant Francesc Xavier hasta Es Monestir (El Monasterio), hoy desaparecido. Los ermitaños agustinos que lo habitaban descendían de la montaña con sus ganados por el Camí de sa Pujada, antaño mucho más estrecho. Fue a finales del siglo XVIII cuando se procedió a su ensanche, recubriendo su superficie con piedra para facilitar el paso de carruajes. Pero de entonces acá, fue deteriorándose. Restaurado en la actualidad y declarado Bien de Interés Cultural (BIC) con la categoría de monumento, se le conoce también con el nombre de Camí Romà, ya que subsisten en su trazado restos de la primitiva calzada romana.

La ruta se inicia en Caló de Sant Agustí y no tiene pérdida; aparte de estar bien indicada, es la única que ciñe la línea de costa, tomando altura sobre los soberbios acantilados del Racó de sa Pujada. Es un recorrido de apenas una hora de duración, a través de un frondoso pinar –el mejor conservado de la isla-, que no presenta dificultad alguna. En días claros, las vistas de toda Formentera, incluso de Ibiza y de los islotes de Es Vedrá y Es Vedranell, sobre todo al atardecer, son inenarrables.

La Cueva Azul, Cabrera

Sa Cova Blava- cayetano
javier jayme - abcviajar - Actualizado: Guardado en: Viajar

El Parque Nacional Marítimo-Terrestre del Archipiélago de Cabrera, al sur de Mallorca, está considerado como el más intacto de los ecosistemas insulares españoles. Puede visitarse sin ningún trámite burocrático en las tradicionales «golondrinas» turísticas que, en temporada alta –de mayo a septiembre-, navegan entre el puerto mallorquín de la Colonia de San Jordi y el muelle de la isla principal de Cabrera.

Con sus aguas claras, sus acantilados, sus cuevas y sus silencios, Cabrera es un rosario de islitas que, quizá por casualidad, han llegado hasta nuestros días pletóricas de vida. Cada una de ellas posee un perfil particular, unas condiciones ambientales específicas e incluso endemismos propios, como el de la lagartija balear, de la que existen 10 subespecies, casi una por islote. Si bien en sus plataformas marítimas se han inventariado 214 variedades de peces, son las colonias de aves marinas las que, de modo primordial, concentran el interés faunístico del Parque.

Dentro de la isla mayor del archipiélago, existen varios itinerarios, todos ellos guiados –salvo el que conduce a la playa de s’Espalmador, donde se puede circular libremente y se permite el baño-. El más largo, de unas 4 horas, nos lleva al faro de Ensiola, buen observatorio de las colonias del peculiar halcón de Eleonor en los cercanos islotes de Els Estels, así como de ejemplares del halcón peregrino y de la gaviota de Audouin. Ya en el viaje de retorno a Mallorca es cuando se visita la solemne Cova Blava (Cueva Azul), de 20 metros de altura. Mediada la tarde, sus paredes, iluminadas por el sol poniente, se colman de reflejos índigos y dorados. Un hechizante espectáculo de luz que no necesita más ni mejor sonido que el vaivén de las olas en el mayestático interior de la cavidad.

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