La erupción que nos recuerda por qué Islandia es el paraíso del turismo de volcanes

La actividad volcánica en Islandia está relacionada con su situación: la dorsal mesoatlántica que atraviesa el país y separa las placas tectónicas de Norteamérica y Eurasia. Hay muchos lugares donde se ven partes de esa dorsal, entre ellos la península de Reykjanes, la zona del lago Mývatn y el Parque Nacional de Thingvellir . En este último punto se puede caminar por un valle situado justo entre las placas y observar claramente las paredes de los dos continentes en fisuras como las de Almannagjá o Silfra, producidas por la separación de las placas tectónicas. Para los aficionados a las series, Thingvellir -a menos de 50 kilómetros del centro de Reikiavik- fue una de las localizaciones de la cuarta temporada de Juego de Tronos.

Los Fiordos del Oeste son la única zona del país en la que no se registra actividad volcánica, quizá porque es la más antigua de la masa continental de Islandia. Allí hay que utilizar la electricidad convencional, al contrario que en el resto del país, donde el agua caliente se bombea directamente desde la tierra hasta los grifos y los radiadores de la calefacción.

Las huellas de la lava forman parte de estos paisajes salvajes, de la historia del país. No hay que olvidar que los protagonistas de 'Viaje al centro de la Tierra' , de Julio Verne, bajaban por una chimenea del volcán Snæfells, en el oeste de Islandia. Los movimientos bajo la superficie y las explosiones de lava son esenciales para mantener los manantiales termales y los géiseres. Y aquí y allá es fácil ver los efectos de pasadas erupciones, por ejemplo en las cuevas de lava .

En el siglo XIV hubo varias erupciones muy destructivas del volcán Hekla , el más activo de Islandia, 'la puerta de los infiernos' para los europeos de la Edad Media. En 1783, la erupción del Laki provocó que se abriera una grieta de treinta kilómetros que vomitó un océano de lava, según cuentan las crónicas. La nube de cenizas oscureció el sol, impidiendo a los hombres hacerse a la mar, y los gases envenenaron los pastos sellando el destino de ovejas, vacas y caballos. Sin pesca ni ganado ni posibilidad de escapar al continente, 10.521 personas murieron de hambre, el 20 por ciento de la población.

La erupción más reciente fue en Holuhraun, en el Bardarbunga , en 2014. La del volcán Grímsfjall se remota a 2011. Y para todos resulta fácil de recordar la virulencia de la erupción del Eyjafjallajökull , cuyas cenizas paralizaron la aviación en Europa en 2010. Este mes de marzo le ha tocado el turno al Fagradalsfjall, convertido en un espectáculo para excursionistas y para numerosas retransmisiones en directo vía YouTube.

Esta actividad destructiva y transformadora es más evidente en el entorno del lago Myvatn (vatn = lago), en el noreste de la isla. Si se anda escaso de tiempo, dicho entorno debería constituir la parada ineludible. Dominando los campos de lava de la margen oriental de sus aguas, encontramos el clásico anillo de piroclastos de Hverfjall . Este cráter de intenso color negro, solo ligeramente asimétrico, se formó hace unos 2.500 años. Con sus 452 m. de altura, 140 de profundidad y 1 km de diámetro está considerado como uno de los mejor conservados del mundo. Un sendero de escasa pendiente sobre grava suelta conduce al extremo noroccidental de la cumbre. Su circunvalación supone un agradable paseo de menos de una hora, tiempo suficiente para disfrutar de las privilegiadas vistas sobre el lago y sus aledaños. Eso sí: hay que estar preparado para los eventuales fuertes vientos cimeros, recordando el dicho irlandés: «No hay mal tiempo, sólo mala ropa».

Las preciosistas formaciones volcánicas de Dimmuborgir -nombre que en islandés significa castillos oscuros- lindan también con el borde oriental del lago. En el folclore local, se afirma que Dimmuborgir conecta la tierra con las regiones infernales. A través de senderos señalizados de diversa duración y dificultad es posible acceder a ellas y pasear entre arcos naturales y cavernas, saturando la imaginación al tratar de adivinar figuras de animales y seres diabólicos.

Al norte del Myvatn, Krafla es un área salpicada de cráteres , campos de lava y solfataras burbujeantes. Y la zona geotermal de Hverarönd (también llamada Hverir), acapara asimismo un paisaje surrealista de ocres calderas, fumarolas sibilantes, lodos que burbujean y refulgentes depósitos minerales. El fuerte olor a azufre puede herir el olfato, pero el encanto etéreo de Hverarönd seduce a todos los visitantes.

En el Parque Nacional Jökulsárgljúfur se encuentra el cañón de Ásbyrgi que, según la tradición, es la huella dejada por la pezuña de Sleipnir, el caballo volador de Odín. Una explicación más plausible propone que la rasgadura fue obra de una avenida de agua de proporciones inimaginables producida tras una erupción bajo el glaciar Vatnajökull.