Patrimonio industrial
Una catedral bajo tierra en un pueblo de Ciudad Real que cambió el mundo
PARQUE MINERO DE ALMADÉN
Las minas de Almadén, que fueron durante siglos símbolo mundial del mercurio, buscan un futuro próspero como destino turístico
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Iniciar sesiónLa palabra almadén proviene del árabe. 'La mina'. Y, resumido así, con el matiz excepcional que da el singular, cabría poco más que añadir. Este lugar lejos de cualquier sitio, poco visitado (en 2022, diez mil personas; el mejor año, 17.000) e insuficientemente ... conocido podría considerarse una catedral bajo tierra, Patrimonio de la Humanidad desde 2012, Sitio Histórico de la Química por la Sociedad Europea de Química, referencia de la Ruta Europea de Patrimonio Industrial y, desde 2021, avalado con el Sello Europeo de Patrimonio. Al terminar la visita, más de un turista se pregunta: «¿Pero cómo no podía conocer esto?».
'Esto' es la mayor explotación del mundo de cinabrio, un mineral muy pesado compuesto de azufre y mercurio, que se viene utilizando desde la antigüedad. Tiene un color rojo oscuro que destaca como un subrayado en los túneles abiertos bajo tierra. Los romanos lo utilizaron para fabricar bermellón. Los árabes empezaron a extraer mercurio o azogue de esos pedruscos, y ahí, en 'los hornos de xabecas', hacia el siglo X, nació seguramente la ciencia química a través de la alquimia.
Tras la conquista de América, el mercurio de Almadén fue clave en la riqueza del reino gracias al llamado 'Beneficio de patio', un procedimiento de amalgamación que consiste en añadir mercurio al mineral triturado, al sobrante de tierra y otros restos que hasta entonces se desechaban en las minas de oro y plata. La fórmula milagrosa que sacaba a la luz esos restos aumentó hasta un 60 por ciento la riqueza obtenida en las explotaciones del Nuevo Mundo. Mucho tiempo después, en 1845, a una mina de mercurio hallada en California la llamaron Nueva Almadén. Otro guiño a la importancia de este lugar.
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Hasta el cierre de las explotaciones, a principios de este siglo, en el Almadén original se extrajo un tercio de todo el mercurio del planeta. Esa cifra mayúscula alumbra la importancia de un pequeño pueblo de la provincia de Ciudad Real que ha perdido dos mil habitantes en lo que va de siglo, tras el cierre de las minas (ahora se cuentan unos 5.000). La 'nueva mina', el turismo, no acaba de aflorar. Pero los que se animan a hacer el viaje descubren con asombro un parque minero con sus castilletes y sus hornos, con los edificios de talleres y con la jaula que les conduce hacia las profundidades de la Tierra, a una catedral imprevista.
El ascensor desciende unos cincuenta metros bajo tierra del pozo Castillo de San Teodoro, del siglo XIX. Cuando estaba en funcionamiento, tenía unos quinientos metros. Hubo posteriormente zonas de excavación a más profundidad, hasta 700 metros y 27 plantas. En total, estas minas tenían 200 kilómetros de galerías en una extensión de tres kilómetros de largo. La mayoría de esos túneles están hoy inundados por el agua que se filtra desde las bolsas subterráneas de los alrededores. En los siglos XVI y posteriores, eran los esclavos o los presos los que evacuaban el agua con pesados odres que subían a pulso por las escaleras. La planta visitable hoy (1,3 km de galerías) se mantiene seca gracias a un moderno procedimiento de bombeo.
El trabajo bajo tierra debió ser tan duro y agotador que da escalofríos pensarlo. Lo peor lo hacían los forzados. Podía haber 1.500 personas picando en las paredes, buscando el rastro del cinabrio, extrayendo agua, moviendo los pedruscos, construyendo bóvedas de seguridad. Incluso se levantó una cárcel a pocos metros de las minas conectada por un túnel (el 'túnel de los forzados', que pronto se abrirá al público), para que los condenados no salieran a la calle y tuvieran la tentación de escapar.
La influencia de 'los alemanes'
En la historia de la mina hay distintas etapas. Carlos V se la arrendó a la familia de banqueros alemanes Fugger, que habían cubierto los gastos de su coronación como emperador. En esa época se intensificó la producción, esperada con ansiedad en las minas de oro y plata de América. El mercurio se transportaba en carretas de bueyes o de mulas hasta la Casa de la Contratación en Sevilla, y luego por el Guadalquivir a Sanlúcar y por el Atlántico hasta el mundo recién descubierto. De allí llegaron los hornos de aludeles, que siguieron funcionando en Almadén hasta el siglo XX. En 1755 se produjo el terrible incendio de la Mina del Castillo, que paralizó la producción durante muchos meses.
La llegada de ingenieros alemanes ('los alemanes', en el argot local) y sus seguidores españoles, 'criados' en la Escuela de Ingeniería Minera e Industrial de Almadén, la más antigua de España, tiene que ver con el paisaje subterráneo que ahora vemos cuando la jaula se detiene y se abren las puertas. Los pilares de madera anteriores al incendio fueron sustituidos por ladrillos fabricados en los hornos del pueblo (su origen lo delatan pequeñas manchas de rojo oscuro, de cinabrio triturado) que cubrían las paredes de las galerías con una perfección que impresiona, sobre todo en el baritel de San Andrés, un torno o malacate instalado en un agujero (una obra de ingeniería, no una cueva natural) de diecisiete metros de alto por catorce de ancho.
El baritel fue reconstruido según los planos originales, y es la estrella de la visita, ciertamente un rincón apabullante. Reyes Ávila, director de Turismo y Cultura en Minas de Almadén, explica cómo en aquel momento «se implantó un sistema de arcos de descarga enormemente fortificados y robustos que equilibraba el peso de la estructura. Son el equivalente a los arbotantes que vemos en cualquier catedral medieval, lo que ocurre es que aquí esa estructura de ladrillos, arcos y muros descendía piso a piso hasta 350 metros de profundidad. Fue una idea de 'los alemanes', que luego se generalizó y se implantó en toda la mina gracias al trabajo del ingeniero Larrañaga».
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Pistas
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Dónde. Dónde. Almadén (Ciudad Real). Reservas: 926 265 002. https:// parqueminerodealmaden.es/
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Hospital de referencia. El hospital de San Rafael se inauguró en 1774, dedicado especialmente a tratar a los enfermos de hidrargirismo o envenenamiento por mercurio. Fue uno de los primeros hospitales de España con asistencia profesionalizada. El edificio fue restaurado en 2004, y ahora aloja también el archivo de las minas, con muchos documentos de los que por ahora solo se muestran copias.
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Plaza de toros de Almadén. Con su forma hexagonal, es una de las más curiosas y más antiguas de España (1752-1754), monumento histórico-artístico. El recinto incluye hoy el Hotel Plaza de Toros de Almadén.
El ambiente es fresco aquí abajo. Quince grados de temperatura constante y poca luz. Los turistas iluminan sus pasos con unos frontales que sujetan entre las manos. Súbito, algunos murciélagos vuelan por las galerías como cazas en un día de entrenamiento. Hay épocas en las que hibernan, colgados en algún lugar de difícil acceso, pero ahora, en primavera, parecen en plena actividad. Alguien bromea ante el espectáculo doblemente insospechado, el de la mina horadada y reforzada como una catedral y el de los quirópteros. ¿Cómo sería este lugar en su momento de máximo esplendor, con diez, quince o veinte plantas de trabajo operativas, con el esfuerzo sin compasión de los forzados, con el sonido de los picos, y las mulas dando vueltas en el baritel, para subir el cinabrio?
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En un día en el Parque minero de Almadén los turistas descubrirán más cosas, o las recordarán quizá del tiempo del colegio. Un litro de mercurio equivale a 13,5 kg, debido a su alta densidad. Una lámina muy fina de ocho metros de largo habilitada como una piscina en la recepción pesa cuatro toneladas. Cerca, en el exterior de las instalaciones, están los hornos de aludeles, operativos desde el siglo XVII, y los modernos Pacific, enormes, construidos en California, una muestra de la belleza del hierro. Recuerda Ávila que llegaron aquí tras un acuerdo España-Estados Unidos firmado durante el viaje de Dwight D. Eisenhower a España en 1959. Un gobierno necesitaba mercurio; el otro, tecnología.
Los hornos de Eisenhower
En aquel momento, ni Franco ni Eisenhower lo sabían, pero estaba empezando el declive de esta explotación y del uso del mercurio. En Japón, en aquella época, ya hubo un envenenamiento masivo de pescado por un derivado de este metal. En los años 70 también se informó de una intoxicación en Irak. Y en los 80 se empezó a pensar en otro futuro. El 23 de julio de 2003 se paralizaron las actividades. En 2011, la Unión Europea prohibió exportar y comercializar mercurio.
En la actualidad, Almadén es un parque turístico propiedad de una empresa pública (Mayasa). Y es también un tesoro que va más allá de Almadén. Los técnicos hablan de otros complejos que habría que sumar al (re)descubrimiento de este paisaje industrial: las minas de las Cuevas, situadas a unos ocho kilómetros, el primer lugar donde empezaron a trabajar los romanos; la mina exterior de El Entredicho, en Almadenejos, y la Dehesa de Castilseras, propiedad de Mayasa, una finca de 9.000 hectáreas atravesada por los ríos Valdeazogues y Alcudia que han modelado el paisaje a lo largo de miles de años y que pronto será un postre de ecoturismo que añadir al plato principal de esta historia a menudo olvidada de metalurgia y arquitectura en el fondo de la tierra.
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