Cómo llevar gabardina sin que resulte aburrida

Quizá lo primero que te venga a la cabeza al pensar en esta pieza sean referencias cinematográficas como las de Humphrey Bogart en Casablanca o Gene Kelly en Cantando bajo la lluvia , dos formas clásicas de lucir la gabardina. Sin embargo, el paso del tiempo no ha hecho más que reafirmar su condición atemporal y ha logrado convencernos de lo bien que se mueve en el plano actual. Ha sabido reinventarse llegando incluso a declinarse en diferentes colores, tejidos y siluetas, y ha sido gracias a ese interés por adaptarse a los nuevos códigos al que ha logrado convencer a las generaciones más jóvenes.

Que fuera originariamente un abrigo creado para la guerra por su transpirabilidad y su tejido impermeable le da garantía de funcionalidad en estaciones como la primavera y el otoño pero no le limita para nada su modo de uso. Es más, en sus más de cien años de vida ha demostrado tener una capacidad de adaptación inmejorable.

Su carismático corte y su característico tono arena son los tres pilares sobre los que se sustenta su enorme polivalencia, esa que consigue que quede genial sobre un traje y también con unos vaqueros. El secreto está, como siempre, en no tener miedo a la experimentación y dejar que sea la creatividad la que fluya a la hora de combinarlo.

La palabra clave para presumir de trench en un estilismo desenfadado es descontextualizar. Llevarlo con traje ya sabemos que es fácil porque es lo primero que se nos ocurre y por eso el objetivo debe ser sacarlo de lo que diríamos es su zona de confort. Para quienes no sean amantes de los cambios, lo mejor es hacerlo de forma progresiva. Unos pantalones de pinzas o tipo chinos, una camisa y unos mocasines pueden ser grandes compañeros para iniciarse en el terreno informal.

Una vez pasada esta primera barrera se puede ir un paso más allá y probar suerte en el mundo de los vaqueros. ¿Qué tal con unas botas y un polo? Es sencillo, es cómodo y te puede salir bien tanto para salir a tomar algo como para una jornada de oficina. Otro avance más es atreverte con una sudadera –si esta lleva capucha, no olvides sacarla por fuera del trench– y unos joggers. A priori puede parecerte una aberración añadir a este dúo una gabardina, pero no olvides que el poder de esta es elevar cualquier estilismo por sencillo que este sea.

Lucir trench es, por tanto, una cuestión de actitud. No es necesario que llueva para aprender a llevarlo. Tampoco importa demasiado si hace excesivo frío puesto que puede ser la guinda perfecta a un look a base de capas superpuestas. Su poder es tal, que un mismo modelo es capaz de relajar un estilismo excesivamente sobrio un día y convertir en más arreglado uno compuesto por básicos.

La imagen de la gabardina es tan poderosa que ni siquiera necesita de artificios para funcionar. Le bastan unos jeans, una camiseta blanca y unas zapatillas para que el conjunto consiga buena nota. Esto no hace más que corroborar dos cosas: su innegable elegancia y su carácter resolutivo. ¿Comprendes ahora por qué merece la pena convertirlo en parte del uniforme de entretiempo?