Una residente de Medicina de Familia: «El desprestigio de la Atención Primaria no se resuelve solo con dinero»
Rosa Pahissa es residente de segundo año de Medicina de Familia
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Barcelona
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Iniciar sesiónLa doctora Rosa Pahissa es una 'rara avis' en un tiempo en el que la Atención Primaria es la especialidad con peor imagen. La que soporta las consultas saturadas, las agresiones a los médicos por estar más en contacto con los pacientes y por ... mucha presión asistencial. A Pahissa no le importó. Se examinó hace dos años del MIR y tuvo claro que quería especializarse en Medicina de Familia. No tenía ninguna otra opción.
«La elegí porque tiene cosas muy atractivas». Rosa empieza a enumerarlas y no termina: «Tenemos una visión del paciente biopsicosocial, holística, integradora y longitudinal, que está en relación con la comunidad y sus determinantes sociales. Además, sabemos de todas las especialidades e integramos todo nuestro razonamiento para atender al paciente en conjunto y no solo en una condición o enfermedad. Abordamos el malestar emocional, al paciente crónico complejo, hacemos atención al final de vida... En resumen, nos gusta hacer medicina y ayudar a la gente».
Rosa tiene claro que el «desprestigio» de la Atención Primaria no tiene una solución sencilla ni se resuelve solo con dinero. «Eso lo hemos visto en Cataluña; ni dando incentivos económicos a los residentes que escogieran la especialidad de Medicina de Familia se ha podido evitar que queden muchas plazas sin cubrir», recuerda.
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Tampoco basta con aumentar las plazas MIR, como defiende el Ministerio de Sanidad. «Si después de terminar la residencia no existen contratos laborales atractivos, estables, con una presión asistencial asumible, no se resolverá nada».
El problema de fondo es complejo, en opinión de Pahissa. El primero es el desprestigio que soportan las profesiones de servicios y cuidados y cómo la medicina se ha enfocado hacia una nuevas tecnologías «de las que no disponemos en Atención Primaria por estar infradotada».
Enterrada en burocracia
«El sistema sanitario es hospitalocéntrico, empezando por la facultad donde casi no se enseña la medicina de familia, o el enfoque del examen MIR que se centra en las especialidades hospitalarias. La Medicina de Familia se ve como una gestora de las especialidades hospitalarias, enterrada en burocracia. Es muy difícil ejercer y aprender la medicina generalista. Lidiamos con la incertidumbre».
A todo esto se suma una situación cada vez más precaria, con listas de espera inasumibles, y mucha presión asistencial. «Los médicos de Familia y los Pediatras paramos el golpe como podemos», relata.
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Para salir de este círculo vicioso propone: «Contratos estables y atractivos, potenciar el desarrollo profesional, aumentar las pruebas que se pueden hacer (ecografías, cirugía menor, crioterapia..)». Y un reconocimiento del trabajo: «Resolvemos el 80% de los motivos de consulta de la población, pero no tenemos capacidad de priorizar y se desautoriza nuestro criterio».
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