Intersexuales, las otras Imane Khelif: «Soy mujer y tengo cromosomas XY»
La boxeadora argelina en el foco a un colectivo que en España representa el 2% de la población
Lamentan que prevalezca «la ideología por encima de la biología» y defienden su género
Nadie puede con Imane Khelif
Javier Palomo y Lorena Rodríguez Vidal
Madrid
María José Patiño, Caster Semenya, Lin Yu-ting, Imane Khelif. Todas tienen en común dos cosas: son (o fueron) atletas y han sido consideradas hombres. Analizadas con lupa e incluso excluidas de las competiciones bajo el argumento de que corrían, saltaban o pegaban ... con ventaja frente a sus adversarias. Por este motivo, la boxeadora taiwanesa y la argelina (ambas ganadoras del oro en los Juegos Olímpicos de París) han copado los titulares de toda la prensa durante semanas, al igual que sucedió con Semenya en 2009 o con Patiño en los años 80.
La aparición de un cromosoma masculino en sus análisis genéticos ha dividido a la opinión pública: ¿Son hombres? ¿Son trans? ¿Puede una atleta con un cromosoma diferente participar en las olimpiadas? La realidad va más allá de la distinción hombre o mujer, y es una cuestión biológica: son personas intersexuales.
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Variaciones sexuales
A grandes rasgos, la intersexualidad hace referencia a las variaciones corporales de las características sexuales de la persona, como cromosomas, gónadas y genitales externos, que se originan durante el desarrollo del feto. «Estas variaciones son las que provocan una apariencia sexual distinta, que no se corresponde con las características más frecuentes que conocemos como correspondientes al hombre o a la mujer», detalla el doctor Marcelino Gómez, coordinador nacional del grupo de Gónada, Identidad y Diferenciación Sexual de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (GT- GIDSEEN).
Las características fenotípicas o sexuales de las personas intersexuales pueden ser masculinas y femeninas al mismo tiempo, o no del todo masculinas o femeninas. Pueden incluso contar con cromosomas XX, XY u otras alteraciones en el par. Genitales femeninos, pero con cromosomas XY, y aunque es inusual, lo contrario: cromosomas XX y pene.
«Por supuesto que son mujeres», sentencia el doctor cuando este periódico menciona el debate público generado a raíz de las intersexuales. «El sexo es la suma de varios factores y no lo constituyen solo los cromosomas. Estos inician la diferenciación sexual, pero existen otros condicionantes, como el sexo gonadal (ovario o testículo) y el fenotípico (pene o vagina)».
Gómez explica que en su gran mayoría, las personas con cromosomas XY y trastornos relacionados con los andrógenos se sienten y se identifican como mujeres y «así ha sido entendido clásicamente por la medicina». Se estima que, de media, afecta a 1 de cada 4.500 recién nacidos. Solo en España, hay más de 800.000 intersexuales, misma cifra que pelirrojos (alrededor del 2% de la población), y desde el colectivo afirman que en nuestra sociedad viven «invisibilizados y en el estigma».
«Nunca fui hombre»
Pasaron casi 22 años y varios procesos médicos antes de que Ana Hellen pudiera identificarse verdaderamente con lo que era: una mujer. Fue bautizada como hombre y en su DNI figuraba con el nombre de Sergio. Sin embargo, todo cambió cuando con 11 años aparecieron sus primeros síntomas de regla. «Como era menor de 14, se limitaron a hacerme analíticas, decirme que era un dolor de tripa y de pasada mencionaban que tenía altos niveles de hormonas femeninas en mi cuerpo, pero sin darle mayor importancia», explica la joven escritora de Estepona (Málaga).
Nunca supo cómo expresar que se sentía mujer, y no fue hasta los 21 años que se identificó abiertamente como una persona transexual. «Cuando fui a comenzar la transición, los médicos no daban crédito: en mi interior hallaron ovarios, trompas de Falopio, restos de cuello uterino, glándulas mamarias y mamas, como para dar lactancia. Fue entonces cuando por fin me dijeron que era intersexual», dice Hellen.
Nació con los labios vaginales fusionados y su clítoris tenía la forma de un micropene, pero carecía de escroto y testículos. Su anatomía interna contaba una historia, mientras que su apariencia externa otra. «Nunca he llegado a ser transexual porque nunca he sido Sergio, nunca he sido hombre». Mirarse en el espejo y no sentirse como se veía, no saber cómo identificarse, le llevo a vivir una montaña rusa de emociones. Le tocó desmentir 26 años de su vida, porque siempre ha sido una mujer.
«Al nacer mi entorno solo vio problemas. Me castraron a los 16 años al producir testosterona»
Asmi Molina
Activista intersexual
Dentro de las siglas LGTBI, la I de intersexual es de las realidades más desconocidas. Si preguntáramos sobre su definición, un número elevado de personas seguiría hablando erróneamente de personas hermafroditas o, de nuevo, se confundiría con personas transexuales.
«Ese es el mito más extendido y, como mito que es, es erróneo. Hermafroditas son algunas especies animales y vegetales que son capaces de generar gametos masculinos y femeninos y autorreproducirse. Esto en la especie humana no se da», cuenta Asmi Molina, activista intersexual y presidenta del Observatorio Vasco LGBTIAQ+.
Sin embargo, la ciencia sí nombra una variable de la intersexualidad como «hermafroditismo verdadero». «Ocurre cuando el individuo presenta una condición en la que nace con tejido ovárico y testicular. Es muy poco frecuente, pero nunca se da el caso que ambas gónadas produzcan óvulos y espermatozoides al mismo tiempo», detalla Gómez. La confusión con el término ha provocado que se utilice continuamente para estigmatizar a las personas nacidas con un desarrollo sexual diferente a lo común, lo que las intersexuales achacan a una falta «grave» de educación.
Ataques ideológicos
Molina explica que las estructuras que hemos construido con el paso de tiempo de lo qué es ser hombre y mujer «no son tan estancas como la gente cree». «No han enseñado que un hombre es XY y debe tener testículos y más vello, mientras que la mujer es XX, tiene la regla y el pecho más desarrollado. La realidad es que la diversidad humana es mucho más compleja. Yo soy mujer y tengo Cromosomas XY, y muchas personas que dudan de que yo o Khelif seamos mujeres si probablemente se hicieran un cariotipo se llevarían una sorpresa». Incluso, explica que sus altos niveles de testosterona pueden no ser absorbidos por el cuerpo o convertirse en estrógenos, como ocurren con las mujeres con síndrome de insensibilidad a los andrógenos.
En un inesperado desarrollo de acontecimientos un moro ha ganado el oro en su deporte favorito, pegar mujeres. https://t.co/Gc8BMgCQSu
— RanaDescansada (@RanaAgotada) August 9, 2024
Esta situación, en palabras del doctor Gómez, tampoco les aportaría un beneficio a la hora de competir. Por su parte, Hellen atribuye el «odio» en redes con Khelif a la «falta de información» que hay sobre el tema. El problema, reconoce, es que se tiene «la mente cerrada y la boca abierta».
Desde el colectivo y a través de las distintas asociaciones que hay en España -más de cinco, pese a que solo haya una federada-, Molina afirma que luchan para cambiar la mentalidad arraigada que existe. Lamentan que, si cuestionan los parámetros inculcados, pese a la evidencia científica, se les ataca como si fueran parte de «una ideología política» o un «movimiento de género». «La educación debe avanzar por el bien de toda la sociedad. Los intersexuales existen desde que hay vida, formamos parte de la naturaleza y no se nos debe cuestionar y agredir por ello», sentencia.
Rechazo al cuerpo
Mostrarse diferente, y más aún en un tema en el cual hay poca visibilidad y mucho desconocimiento, es difícil. Eso ha llevado a las personas intersexuales a padecer bullying, aprensión por su cuerpo o incluso «castraciones» desde muy jóvenes y sin su consentimiento.
«Me mutilaron con 16 años, en cuanto produje testosterona. Un tratamiento hormonal hubiera sido más efectivo, en ese caso podría haber llegado a producir espermatozoides y tener hijos. Pero era joven y tenía miedo», lamenta Molina. De hecho, hasta los 58 años ha vivido como mujer trans, porque consideraba «que era la forma más segura de seguir viva».
«Lo desconocido genera curiosidad y morbo, y no es dañino siempre que venga del respeto»
Ana Hellen
Escritora
Por su parte, Hellen sufrió acoso escolar durante su infancia y adolescencia, un bullying especialmente cruel. Mantiene que mucha gente se ha acercado a ella por curiosidad, por morbo, y ya se ha convertido en algo «normal», aunque no lo debería ser. «Lo desconocido da curiosidad y no es dañino siempre y cuando venga del respeto», establece.
Mala praxis médica
Otras dificultades que se encuentran este colectivo, según detalla Molina, tienen que ver con la atención médica que reciben. Denuncia «mala praxis» debido a a las intervenciones quirúrgicas que se les practican siendo muy jóvenes: «Aunque en un pequeño porcentaje son necesarias, muchas veces responden a un fin estético».
El doctor Gómez asegura que con el paso de los años, en concreto desde 2006, la situación ha cambiado. «En la actualidad se prefiere un abordaje más conservador y solo se realizan las cirugías reconstructivas en edades más avanzadas atendiendo a la voluntad de las mujeres. La extirpación de la gónada se retrasa hasta concluida la pubertad».
En el caso concreto de España, en situaciones de este tipo, asegura el profesional, hay mucho diálogo entre afectados, familias y profesionales médicos.
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