La Iglesia pide perdón por los abusos: «Esto no cierra nada»
El obispo de Bilbao, Joseba Segura, preside el primer acto público de disculpas ante las víctimas en España
«Quién tenía el deber de defendernos, fue nuestro principal abusador», afirma uno de los testimonios
La catedral de Bilbao acoge el primer acto de perdón de España con las víctimas de abusos
Madrid
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Iniciar sesión«Entre nosotros también ha habido abusadores» que realizaron «actos de pura maldad y así lo reconocemos porque Cristo nos ha dicho que sólo la verdad nos hará libres». Las palabras del obispo de Bilbao, Joseba Segura resonaron este viernes con contundencia en la ... catedral bilbaína, en medio de un desnudo presbiterio, contagiado por la austeridad propia del tiempo de Cuaresma. Es el primer acto que una diócesis española organiza para pedir perdón a las víctimas de abusos sexuales en el seno de la Iglesia católica.
Un evento inédito en el que, también por primera vez, se escuchó en sede catedralicia la voz de los abusados, a través de los testimonios recopilados en los informes que la propia diócesis encargó a las universidades de Deusto y del País Vasco.
Y entre las víctimas, una presencia simbólica, la de Josu López Villalba, revestido, porque también es sacerdote y que concelebró el acto junto al obispo. López Villalba fue abusado en 1954, cuando tenía 12 años y era seminarista, por otro presbítero, Manuel Estomba, encargado de la formación de los aspirantes al sacerdocio.
De sacerdote a seminarista, el abuso sexual que persigue durante toda la vida
José Ramón Navarro-ParejaJosu López Villaba, un sacerdote de 81 años abusado en el seminario cuando tenía 12, acompaña al obispo de Bilbao en el acto de petición de perdón
«Desorientado, atormentado, ninguneado, corrompido, sentía que era mi culpa que él se hubiera fijado en mí», decía uno de los testimonios, que escuchaban en un respetuoso silencio los fieles que llenaban la catedral. Mientras, una víctima, presentada solo con su nombre, dejaba una vela encendida sobre el altar, presidido por un crucifijo.
«Nunca he pasado tanta humillación y vergüenza como con este hecho, creando en mí un complejo de culpabilidad que he arrastrado toda mi vida», añadía otro de los textos.
«Mi preocupación era que no me vieran los demás compañeros al salir de aquel 'cuartito'. En aquellos momentos, la familia apoyaba todo lo que el colegio decía», añadía la voz, que recogía el lamento, de inocencia desgarradora, de otra de las víctimas. De esta forma, Ana, Iñaki, Carlos, Eduardo, Josu o Joseba fueron rememorando aquellos terribles momentos que destrozaron su infancia y marcaron para siempre su vida. Joseba, incluso leyó un poema, que él mismo había escrito, en el que acababa interpelando a su agresor.
«Aunque en esta vida no pueda verle, quizás lo vea en otra eternidad, en otro cielo. Mirarle a la cara y pedirle explicaciones, le preguntaría: ¿por qué tanta maldad?, ¿qué necesidad había de hacernos daño a unos niños desvalidos e inocentes? ¿Si sabías que eras un pederasta, por qué te metiste a sacerdote? ¿Por qué manchas el buen nombre de la Iglesia católica y de su Dios? ¿Por qué rompes las vidas de una generación de inocentes niños?», leyó Joseba.
Unas palabras que recordaban su experiencia en el «infausto internado de la Casa de Misericordia» y a su director, «el sacerdote canónigo, José Luis Pérdigo de Igual». «Quien tenía el deber de defendernos, fue nuestro principal abusador», lamentó Joseba en su testimonio.
«Necesaria, pero no suficiente»
«Este momento oracional no quiere cerrar nada. Esta petición de perdón es necesaria, pero no es suficiente», ha afirmado poco después, en su homilía, el obispo de Bilbao, Joseba Segura. «Es necesaria -explicó- porque algunas víctimas lo habéis solicitado. Pero hoy no cerramos ningún libro. Queremos que siga haciéndose la luz y así, con las víctimas en el centro de todo, teniéndolas como compañeras de camino, seguiremos aprendiendo más de ellas cada día, para poder construir nuestro futuro sobre la verdad».
En esa línea, monseñor Segura afirmó que «prosiguen los trabajos» para esclarecer los casos de abusos y ha explicado que seguirán ahondado en tres campos de actuación. En primer lugar «siguen abiertos los canales de comunicación» para quienes quieran denunciar y «contar lo sucedido». «Vamos a tratar cada caso con respeto escrupuloso, cuidando la confidencialidad y asumiendo los requerimientos y particularidades específicas», recordó a las víctimas.
Además, también destacó que seguirá adelante la «comunicación con las víctimas, escuchando lo que tenéis que decirnos y aprendiendo de vosotras». Y por último, el obispo de Bilbao también mostró su disponibilidad para «hacer lo necesario para sacar a la luz y confrontar los abusos que siguen ocultos en diversos entornos sociales» en una referencia a las familias, clubes deportivos y otras instituciones.
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Unas ideas en las que ya había incidido en un breve encuentro con la prensa, momentos antes de que comenzara el acto. A la catedral, Joseba Segura, había llegado con paso firme y bromeando ante la expectación creada. Le estaban esperando más de una docena de cámaras de televisión y una nube de fotógrafos. Junto a él, caminaba también sonriente Jesús López Villalba, el sacerdote víctima de abusos que después le acompañaría en el altar.
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