Nieves Romero, directora del Virgen del Rocío: «Fuimos muchos los voluntarios que en 2020 atendimos a pacientes Covid»

Todos los profesionales sanitarios del centro estaban entonces muy pendientes de las noticias que llegaban de Madrid y de lo que estaba pasando en Italia. «En mi casa trabajaba una »aupair« norteamericana que tenía un primo en Milán, al que habían confinado en su domicilio. Ella me lo contaba llorando porque estaba muriendo muchísima gente. Desde Cardiología del hospital hablábamos con un cardiólogo de un hospital de Madrid y con lo que nos contaba de lo que estaba pasando allí teníamos la certeza de que la pandemia también llegaría a Sevilla», cuenta.

Aquí la primera ola fue la más desconcertante para los sanitarios («no sabíamos cómo se contagiaba el coronavirus y yo me quitaba la ropa nada más cruzar la puerta de mi casa»), pero no fue tan letal como segunda, en la que murieron muchas más personas. En los hospitales de Madrid fueron miles durante los meses de marzo, abril y mayo de 2020. «Por diversas circunstancias, colaboré en una auditoría del Hospital de la Paz y esa tragedia de tantas muertes y testimonios tan duros me conmocionó. Sin el confinamiento hubiéramos tenido una ola como Madrid, aunque allí, durante esas trágicas semanas, se acabaron las especialidades y todos los médicos se convirtieron en médicos Covid«.

Recuerda la actual directora del Virgen del Rocío que «se pidió de forma voluntaria en cada especialidad del hospital que dos profesionales pasaran a atender pacientes Covid porque se pudieron mantener todos los servicios, a diferencia de Madrid«. En Cardiología había 38 especialistas y tres se ofrecieron voluntarios para trabajar en el circuito »sucio« del centro (el »limpio« era el que estaba libre de Covid). Nieves Romero fue uno de ellos

«José Miguel Cisneros tuvo un liderazgo indiscutible aquellos meses en los que pasó todo el día prácticamente en el hospital, mañana, tarde y noche. Y el compromiso de los profesionales fue absoluto. La falta de material no llegóa ser tan dramática como la de Madrid porque en la Consejería se movilizaron muy rápido«. Recuerda la doctora Romero que tuvo que mentir a familiares de pacientes y suavizar situaciones porque «tampoco era cuestión de causar dolor innecesario, máxime cuando teníamos que informales por teléfono del estado de sus seres queridos porque no podían estar con ellos en el hospital. Tuvimos que dar noticias de fallecimientos sin que los familiares pudieran despedirse de sus muertos».

La directora del Virgen del Rocío compara esa situación con la peste de 1649 que acabó con casi la mitad de la población de Sevilla y la reacción tan rápida que tuvo la ciencia con el descubrimiento de las vacunas ARN. «Creo que la Humanidad nunca actuó tan rápido ante una amenaza tan grave», dice.

La pandemia sacó lo mejor y lo peor de las personas, dice Nieves Romero, destacando el compromiso de todos los profesionales, aunque también hubo una minoría que no se comprometió de la misma manera por miedo a contagiarse o a transmitir el virus a sus padres o a sus hijos. «Llevábamos comida, se vivió un compromiso con mayúsculas y a la gente de más de 55/60 años no se les permitió tratar a pacientes Covid por el riesgo que suponía para su salud. Y los jóvenes se ofrecieron a reforzar sus turnos para sustituir a los mayores. Lo maravilloso es cómo el hospital supo revinventarse sobre la marcha para dar una respuesta y tuvimos pacientes Covid hasta en siete plantas del centro«.

Médicos, enfermeros, auxiliares, administrativos, limpiadores, todos hicieron piña. «Los aplausos fueron muy emotivos y nos ayudafron mucho. Pero se olvidó pronto. Pasa con la sanidad lo mismo que con la educación. Cuando uno ve agresiones a sanitarios y las situaciones que se viven con urgencias, me acuerdo de los aplausos. Con los profesores en los colegios pasa lo mismo. la sociedad debe cuidar a la sanidad y a la educación. Se ha perdido el respeto y no se valora lo que se tiene«

Cuando salió el último paciente Covid del Virgen del Rocío en junio de 2020, todos pensaron que la pesadilla había terminado pero no fue así. La segunda y la tercera ola serían mucho peores. «En la primera ola faltaron mascarillas y el material donado no tenía a menudo la calidad deseable. Recuerdo que se hicieron pantallas protectoras con impresoras en 3D caseras. Todo el mundo hizo lo que pudo y empresas nos enviaban comida, dulces, flores. Eso fue muy bonito«, recuerda.

También se acuerda de sus comañeros del servicio de Salud Mental, que tuvieron mucho trabajo durante esos meses y los siguientes. «Nos ayudaron mucho a pacientes y profesionales del hospital. El consumo de alcohol se disparó en toda la sociedad y también la ansiedad. Nos arroparon mucho. Algún compañero de los grupos Covid tuvo que dejarlos por recomendación de nuestros psiquiatras y psicólogos de Salud Menttal.

-¿Estamos preparados para otra pandemia?

-Hemos aprendido la lección y nos cogería, sin duda, mejor preparados. Tenemos más infraestructurs, se ha invertido mucho dinero, aunque nunca es suficiente. Y la experiencia que tenemos es muy valiosa.