Eva Díaz Pérez: «Es perfectamente lógico que en Sevilla surgiera un foco protestante»

Porque esta autora ha demostrando una mirada de autor en sus aproximaciones, siempre siguiendo sus intereses como escritora, a periodos históricos como la República y la Guerra Civil — «El club de la memoria» , con la que quedó finalista del Premio Nadal en 2008— o a la figura de Murillo en «El color de los ángeles» (2018).

Pero en 2005, esta sevillana era conocida solo como una sólida periodista cultural. Por lo que su debut narrativo, «Memoria de cenizas» , se convirtió en un acontecimiento, no sólo por el tema, en el que rescataba la figura de Casiodoro de Reina y la historia del grupo erasmista que llevará a cabo la primera traducción al castellano de los textos sagrados, conocida como «La Biblia del Oso» , que dará con ellos en la hoguera o el exilio; sino también por el despliegue de datos históricos sobre un hecho orillado en la bibliografía en español y una prosa llena de ritmo, de descripciones sensoriales y guiños al lenguaje de la época que descubrieron que ahí había una escritora que ha confirmado su condición en cada nueva entrega. Ahora, El Paseo recupera, tras años descatalogada, «Memoria de cenizas», en un volumen prologado por Félix de Azúa .

Con «Memoria de cenizas» se presentó al premio Fernando Lara y, al igual que le sucedió a Carlos Ruiz Zafón, no ganó pero el jurado recomendó publicar la novela.

Fue estar en el sitio justo en el momento adecuado.Coincidió con el momento dulce de la Fundación José Manuel Lara y tenían previsto iniciar una colección de narrativa, que al final inauguré con esta novela. Me presenté con toda la ingenuidad, sin pseudónimo y con mi propio nombre. El jurado aconsejó la publicación y comenzó la buena fortuna de la novela. Me alegra que quince años después siga despertando curiosidad.

Cuando la escribió no había apenas bibliografía en Español sobre Casiodoro de Reina.

Mi aproximación es novelesca, pero es verdad que también muy histórica. Decidí renunciar mucho a mis ficciones porque quería ser fiel a la realidad. Por ser un episodio escamoteado de la historia de España había que devolverla de la forma más fiel posible, por lo que la parte novelesca es minina.

Quien no conozca a Casiodoro de Reina, ¿por qué debe acercarse a él?

Es un personaje que protagoniza la epopeya de traducir la Biblia al castellano, algo prohibido por la Iglesia católica hasta el siglo XVIII, pero que sí permitía la protestante. Esta historia peligrosísima de traducir la Biblia, más que un hecho religioso tiene mucho de símbolo del Renacimiento. Casiodoro de Reina es un personaje típico del siglo XVI, con esa curiosidad de leer más allá de lo permitido, de conectar con las fuentes clásicas... Eso simboliza lo mejor del Renacimiento y el humanismo cristiano español, que representa el Cardenal Cisneros y todos esos personajes que siguen siendo ortodoxos y que forman parte de la Iglesia, pero intentan abrir ventanas de luz en el siglo XVI influidos por el erasmismo, aunque luego no cuaja y tienen que irse de España como herejes. Casiodoro de Reina merece estar en la historia de España con todas sus letras, es un intelectual del que tenemos que estar orgullosos.

Es curioso que este grupo de protestantes surja en la que fue en ese mismo siglo la capital de las doctrinas del Concilio de Trento.

Es curioso, porque nadie se lo esperaba, pero es perfectamente lógico que sucediera aquí. Los dos grandes focos de la reforma protestante truncada son Valladolid y Sevilla, la primera el ombligo de Castilla y la segunda la capital económica del mayor imperio del mundo. A Sevilla no solo llegan en esa época toda la riqueza del mundo, sino también la modernidad y el conocimiento. En la ciudad hay una aristocracia y una burguesía ilustrada y es ahí donde se da este movimiento, que es de las grandes elites y no del pueblo. Después, para borrar esa huella de herejía protestante, Felipe II hará de Sevilla el centro de la contrarreforma. La importancia del Corpus, la Semana Santa y toda la iconografía católica se refuerza y eso es porque el lugar era peligroso.

¿Saber dosificar el dato histórico y la acción es clave en la novela histórica?

Fundamental y en esta novela conseguí cierto equilibrio. No me gustan las novelas que tienen una apropiación muy superficial del pasado, ya que estos temas te exigen una documentación de años. Pero a partir de ahí te tienes que quitar lastre. No puedes dar lecciones de época. Tienes que saber cómo reacciona un personaje del siglo XVI ante la muerte, pero tienen que ser dos pinceladas. Estamos haciendo novela, no ensayo.

¿La buena novela histórica es la que habla del pasado pero también es un espejo de quienes somos actualmente?

Sí. Mis novelas históricas están llenas de guiños al lector del presente, para que vea un paralelismo con la actualidad en el pasado. Veo el pasado como herramienta para interpretar nuestro presente e intuir el futuro. Eso es lo que me interesa en la novela histórica. Lo otro queda en entretenimiento.