Eva Díaz Pérez: «España ha contado espantosamente mal su historia»

En este ensayo rescata la visión que de Europa y ultramar ofrecieron desde conquistadores como Cabeza de Vaca a políticos como Emilio Castelar , pero también otros más desconocidos, como Miguel de Barrios, judío capitán de los tercios de Flandes o el cordobés José Penso de la Vega, autor del primer tratado sobre la bolsa. Primera parada este año de esta autora en las librerías, ya que en primavera publicará una novela sobre un personaje importante de la Sevilla del siglo XVII.

¿El origen de este libro era rescatar la visión de los viajeros andaluces frente a la que ofrecían de Andalucía los románticos?

Me fascinaba cómo los viajeros románticos contaron Andalucía, porque los tópicos aún siguen pesando…

Tópicos que a veces traían ellos.

Llega un momento, además, en que había un arquetipo. Juan Valera, el escritor, viajero, erudito… es diplomático y viaja por distintas cortes, y constantemente va relatando anécdotas de cómo su aspecto desconcierta a la gente, porque «esperaban que saliera bailando vestido de majo y que, incluso, llevara a alguna hermana vestida de mantilla con la faca en la media». Era darle la vuelta. Siempre nos hemos quedado con lo que los demás nos han contado, pero repasas un poco la historia de España o de Andalucía y ves que hay muchos pioneros, muchas personas que han tenido la curiosidad de contar lo que pasaba fuera.

En el libro, alterna personajes bien conocidos junto a otros no tanto.

Con los más conocidos he intentado mostrar otra parte menos conocida. Por ejemplo, Blanco White es más conocido aquí por las «Cartas de España», pero él escribió «Cartas de Inglaterra», que presenta una mirada de un español a las costumbres inglesas. Pero es verdad que, desgraciadamente, este país ha contado muy mal su historia, espantosamente mal.

En el libro presenta a personajes de procedencias muy diversas, en un arco temporal muy amplio, ¿a pesar de esas diferencias, hay una mirada común, andaluza, entre todos ellos?

Son absolutamente variados, hay clérigos, diplomáticos, viajeros, científicos, humanistas… No hay una mirada definitivamente unida, pero sí detecto dos cosas. Una es la curiosidad. Lees muchos relatos de viajeros del norte que vienen al sur y, sobre todo, cuando ya está avanzado el siglo XIX, vienen con una mirada prepotente, de venir de países civilizados y a lugares pintorescos donde estamos encantados que no haya llegado la civilización. Yo veo que los viajeros andaluces muestran muchísima curiosidad. Otra que los viajeros del Descubrimiento, que ven por primera vez un paisaje y están constantemente comparando con su realidad. Hay cantidad que son de Sevilla, así que comparan con la Catedral, con cómo son las casas en Sevilla, con determinadas frutas… lógico, con lo que conocen.

En este ensayo se pueden rastrear los rasgos de la definen como autora.

La verdad es que esto es un ensayo, pero tiene una parte novelada. En España debería existir este tipo de ensayo que es muy anglosajón, que es el ensayo narrativo, que, sin renunciar a la rigurosidad académica, sea agradable de leer, que no sea una cosa críptica y hermética, como ocurre con muchas investigaciones. Creo que hay una tercera vía, utilizar las técnicas literarias de la novela para hacer ameno, interesante y hermoso, incluso, un conocimiento científico o de historia. Efectivamente, están mis obsesiones, esa periferia de la historia, esos personajes que están olvidados… En casi todas mis novelas encuentras esa necesidad de apartar el follaje de la apariencia y ver qué hay detrás. Y estos ensayos son así.