Radiografía de las pandillas que salen de cacería por Sevilla
Sus integrantes son menores, muy violentos y tienen en su diana a los 'pijos'. La Policía investiga posible conexiones con bandas latinas de algunos de los últimos detenidos
Sevilla
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Iniciar sesiónLa fiesta de Halloween fue el escenario perfecto. De noche y ocultos tras el disfraz de una máscara o un pasamontañas que no llamaba la atención entre los grupos que hacían botellón en la calle. Muchos de los que salieron a festejar el 1 ... de noviembre iban también disfrazados. En Los Remedios, una treintena de chavales se fue de cacería. Sus víctimas eran chavales que habían salido también de fiesta y a los que golpearon para robarles los móviles y sembrar una sensación generalizada de miedo en las calles. Hace unas semanas, un grupo muy similar fue apresado después de haber perpetrado durante varios días asaltos en el Porvenir, otro de los barrios señalados como entorno «pijo». La pregunta es, por tanto, obligada: ¿Quienes son estos pandilleros?
La Policía Nacional detuvo la noche de Halloween a 18 menores de edades comprendidas entre los 14 y los 16 años. Todos son españoles, aunque varios proceden de familias dominicanas y hondureña. Residen en barrios golpeados por la marginalidad como la Esquina del Gato (San Juan de Aznalfarache) y Polígono Norte. La Policía ya estaba investigando con antelación a estos hechos la posible vinculación de al menos ocho de ellos con bandas latinas. Un fenómeno que aquí no está asentado como en Madrid, donde llevan décadas luchando contra estas organizaciones criminales.
Aunque oficialmente Sevilla y su área metropolitana no es territorio de grupos como los Latin Kings o los Dominican Don't Play (DDP), un informe de 2016 del Ministerio del Interior señalaba esta capital y Málaga como base de dos subgrupos de los Latin Kings. Por aquellas fechas, la Policía y la Guardia Civil tenían identificadas y hacían un seguimiento a 427 bandas juveniles violentas que estaban repartidas por toda la geografía española.
Fuentes consultadas apuntan a que estas pandillas que operan en Sevilla estarían tratando de copiar algunos códigos de bandas más organizadas como el uso de unas mismas prendas, a modo de uniforme, o el empleo de armas blancas muy concretas como los machetes. Muchos de los implicados llevan también un mismo corte de pelo –rasurado a la altura del cuello y decolorado hasta el blanco rubio en la zona de la coronilla–. Una estética casi idéntica a la que llevaban los cinco jóvenes apresados en octubre y que actuaban preferentemente en el Porvenir y en las inmediaciones del Acuario.
El patrón es el mismo: jóvenes que buscan a otros chicos de barrios etiquetados como «pijos» sobre los que descargan una violencia enorme. Les quitan los móviles y las carteras, pero los robos no es el objetivo en sí de sus acciones o, al menos, no es el único. Disfrutan golpeando y con ir provocando el terror por las calles porque consideran a sus víctimas como rivales por su condición social.
Los testimonios
Los testimonios de las víctimas ayudan a componen la radiografía de estos pandilleros. Uno de los jóvenes que pudo escapar a las agresiones de Los Remedios consiguió esquivar a los implicados haciéndose pasar por uno de ellos en un momento concreto. Llevaba una sudadera negra y se cubrió la cabeza con una capucha como el resto. Al correr por una de las calles con otros implicados, uno de ellos lo confundió y le mostró lo que escondía entre sus prendas: «Mira lo que tengo para los pijos» y le enseñó un machete.
Estos grupos violentos copian códigos de bandas conocidas como el uso de los machetes
Lo ocurrido en Halloween ha resucitado la idea de la 'caza al pijo'. Un nombre acuñado actualmente pero que define algo que viene pasando con más o menos intensidad, desde hace décadas en Sevilla.
Fue la familia de un joven, que recibió una paliza en el barrio de San Bernardo en mayo de 2021, quien dio la voz de alerta de que se estaba difundiendo por redes sociales una suerte de juego viral que consiste en golpear a un joven –definido por los agresores como pijo– para después difundirlo. Los padres de la víctima, que iniciaron una recogida de firmas para demandar más seguridad en las calles, aportaban como prueba el testimonio de uno de los testigos de la agresión. Este joven escuchó a uno de los agresores como decía antes de golpear a la víctima: «Hoy tengo ganas de cazar a un pijo».
En ese momento salió la Policía Nacional a desmentir que existiera tal juego y circunscribía lo ocurrido a las fechorías de una pandilla clásica. Sin embargo desde mayo de 2021 se han seguido sucediendo ataques similares. También en Los Remedios, pero en la zona más próxima a la estación de metro de Blas Infante, una pandilla estuvo a finales de 2021 atacando a los jóvenes que hacían botellón allí. Fuentes consultadas señalan que estos grupos en principio no tienen relación entre sí, salvo que siguen un mismo patrón en sus agresiones y que recurren a las redes sociales para comunicarse.
Nueva definición de bandas
Los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado están monitorizando las redes donde estos jóvenes se exponen. Esta herramienta es una de las características de las actuales bandas juveniles, redefinidas este año por el Ministerio del Interior a través de una instrucción policial conocida en mayo.
Con carácter general, se define como grupos violentos de carácter juvenil aquellos integrados por menores de edad, o por menores y jóvenes entre 14 y 30 años, como edades de referencia; que pueden presentar estructuras de cohesión y disciplina interna y cuyas actuaciones derivan en ocasiones en conductas de carácter violento que generan preocupación y alarma social.
Las bandas juveniles detectadas se clasifican a partir de criterios de ideología (grupos de extrema derecha o izquierda) o motivación (racismo). En el caso de estas pandillas, entrarían dentro de los grupos que se consideran casos de concertación eventual, esporádica o espontánea de jóvenes para ejercer la violencia violencia física, psíquica o sexual o causar daños a bienes colectivos.
Si bien esta identificación como grupo más o menos organizado se tiene que demostrar y como admiten fuentes judiciales no es fácil. Los jóvenes detenidos por la agresión del menor de San Bernardo fueron condenados por delitos de robo violento y lesiones. No se les aplicó la circunstancia agravante de pertenencia a organización.
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