Los expertos advierten: «Es un fracaso que un niño de 14 años coja un machete»

«Es un fenómeno muy de esta capital –en referencia a Madrid–, que tuvo como primer caldo de cultivo las grandes oleadas de inmigración que hubo años atrás procedentes de países sudamericanos». Esa importante población dominicana o ecuatoriana es la principal diferencia con otras ciudades como Sevilla donde no llegaron esos movimientos migratorios «con tanta fuerza e importando una gran carga cultural». Por eso, aquí no constituyen estas bandas un problema mayúsculo de seguridad ciudadana como sí ocurre en la capital madrileña. Aquí la alarma social la han desatado ahora y en otras temporadas, pandillas que tratan de imitar en sus comportamientos lo que hacen bandas que acaparan titulares.

Los Latin Kings, los Ñetas o los DDP (Dominican don´t play) se han convertido hoy en día en marcas que usan las bandas como elemento intimidatorio, en un proceso evolutivo que está complicando el trabajo policial y judicial. «Las bandas se están desdibujando, atomizando en grupos más pequeños. No estamos en la realidad de hace unos años de una banda con una estructura fija y bien definida». La realidad ahora es diferente, grupos en los que su integrantes «no saben ni lo que significa el nombre de los DPP, que no comparten unas raíces comunes, pero que se amparan en esas marcas para hacer sus fechorías». Esta nueva situación complica las investigaciones porque tienen que afinar más para demostrar que detrás de esos grupos hay una estructura organizada y de esa manera obtener un mayor reproche penal.

Este experto en la lucha contra las bandas latinas no descarta que las formas de proceder de estos grupos, con el uso de armas blancas como machetes, estén siendo copiadas por los movimientos pandilleros que actúan en Sevilla. Las redes sociales juegan un papel importante como el acceso indiscriminado «y sin filtro alguno» a contenidos violento a tempranas edades. «Hoy en día no leen libros ni periódicos. Siguen tiktok y lo que dice instagram va a misa. Y los modelos que imitan no están relacionados con la cultura del esfuerzo sino con salir en la televisión en cualquier concurso y ganar dinero de manera rápida y sin muchas complicaciones».

La reflexión de este especialista acaba inexorablemente en la educación que reciben unos pandilleros que cada vez son más jóvenes.«Nos tenemos que preguntar por qué un niño de 14 años coge un machete y sale a la calle a agredir. Esto es un fracaso de la sociedad». La falta de límites en el ámbito familiar y la normalización de la violencia en etapas preadolescentes sí se repiten en los entornos de estos chavales que acaban delinquiendo de manera salvaje.