'Anatomía de una caída' (***): Enigmas familiares después de la batalla
«La directora francesa Justine Triet ganó la Palma de Oro en el pasado Festival de Cannes con esta película»
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La directora francesa Justine Triet ganó la Palma de Oro en el pasado Festival de Cannes con esta película, un drama familiar, judicial y psicológico cuyo título podría haberse duplicado sin faltar a la verdad: 'Anatomía de dos caídas'. La de un hombre que ... se cae, se tira o lo tiran desde el tejadillo de su casa y muere, y la de un matrimonio en pleno derrumbamiento e inminente batacazo. La directora se toma su tiempo, dos horas y media, excesivo pero interesante, para decapar las diversas manos de intriga que recubren los secretos de la casa y del caso, en manos de la justicia porque cuando el marido se despeña la única persona presente es la mujer.
El argumento y la puesta en escena se construyen para sugerir la historia en el siguiente orden: primero, la realidad de su fracaso matrimonial: ella es escritora de éxito y durante una entrevista en su casa el marido eleva la música hasta un nivel insoportable solo para fastidiarla; después, la probable causa de la rotura y malvivencia: un accidente dejó ciego a su hijo, y posteriormente el trenzado de sucesos que se revelan durante la investigación y los careos judiciales, en los que ya pasa a primer término lo vivido, conflictos inesperados, hechos ocultos, transformación de caracteres y alteraciones de 'la verdad'.
La intriga, la curiosidad del espectador por descubrir qué pasó, se dosifica hasta el desenlace, aunque pierde fuelle la supuesta gran pregunta (¿fue accidente, suicidio o crimen?) para tornarse todo más trágico, profundo y sórdido. El juicio es, digamos, una excusa para la indagación de sus vidas: no interesan tanto los detalles de su muerte como la escabrosa relación que unía a los tres personajes, padre, madre e hijo. Y esto ocurre gracias a la aspereza y frialdad del tono elegido por Justine Triet, como a la perfecta composición de la actriz Sandra Huller, tan fría como el entorno nevado de la espectacular casa y con una pegada en seco y una mirada ofidea que te mantienen a distancia. El personaje del niño, interpretado por Milo Machado Graner, también inquietante, es una veleta a los cuatro puntos cardinales.
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Hay mucha eficacia narrativa, mucha anatomía, en esta película, y no tanto en su trama policial como en su mirada torva, antipática, a los desgarros de la convivencia matrimonial y el impacto en los hijos. Unos personajes, unos hechos, una película que te animan a mirar con interés, pero no a compadecerte.
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