Crítica de 'Ariaferma': Guardias y presos encarcelados
Puestos a ponerle un inconveniente a la película, que está sutilmente construida y tiene buenas interpretaciones, sería la falta de colmillo ante unas situaciones que el cine siempre nos presentó afiladas y punzantes
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Iniciar sesiónNo hay apenas referencias en nuestra cartelera del cine anterior del director italiano Leonardo di Constanzo , pero sí, y muchas, de los dos protagonistas de su película, Toni Servillo y Silvio Orlando, dos actores (muy de Sorrentino ambos) de esos que ... le sugieren a la cámara hasta las notas a pie de página del guion. La historia ocurre en una vieja prisión que va a ser desmantelada y entre unos cuantos guardianes y los pocos presos que aún quedan por trasladar; es decir, un solo escenario, apenas unos días y unos cuantos personajes…, casi tiene el alma de una función de teatro. Servillo es el encargado de los funcionarios y Orlando es el líder entre los reclusos, lo que le permite a cada uno de ellos transmitir la mirada, el punto de vista, a ambos lados de los barrotes.
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El director construye su puesta en escena con materiales muy cinematográficos, como la atmósfera, la rutina carcelaria, las sombras prisioneras o la tensión que se masca, y le añade sensaciones que salpican desde la pantalla, como el encierro compartido, las sutiles relaciones de poder, una cierta y general mirada compasiva y una rara y humanitaria comprensión de ida y vuelta . Hay varias tramas que se entrelazan en el argumento, desde los conflictos por la falta de personal y servicios hasta la más íntima que fuerza la aparición de un recluso joven ( Giovanni Vastarella ) y emocionalmente frágil que indirectamente ocasional el acercamiento entre los dos protagonistas y algunos momentos y conversaciones que le dan una segunda lectura, y hasta una segunda intriga, al argumento.
Puestos a ponerle un inconveniente a 'Ariaferma' , que está sutilmente construida y tiene buenas interpretaciones (entre ellas la del aragonés Antonio Buil ), este sería la falta de colmillo ante unas situaciones que el cine siempre nos presentó afiladas y punzantes. Una falta, digamos, de nervio y nervios.
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