Marie Curie (**): La mujer de «monsieur» Curie
Hacer a estas alturas un biopic de Marie Curie es algo que puede plantearse por orgullo francés o porque su historia nunca se ha contado antes; pero sí, la contó Hollywood
Hacer a estas alturas un biopic de Madame Curie , la científica que descubrió el radio, es algo que puede plantearse por una serie de motivos. Por orgullo nacionalista francés, un motivo tan (in)digno como cualquier otro; metiendo además en la producción a Polonia, porque Curie se llamaba realmente Marie Sklodowska. O porque su historia nunca se ha contado antes; pero sí, la contó Hollywood, y no mal del todo , con Greer Garson. O porque es un episodio importante en el necesario recuento de cómo la Historia, todas las historias, fueron una carrera de obstáculos para la mujer, para todas las mujeres. Y ese es el único impulso discernible de la función.
Se da por hecho que sabemos todo sobre el radio y cómo se hizo para aislarlo (no hay nada más aburrido que ver a un científico «au travail»), elemento este, de la tabla periódica, que aquí se reduce a un vistoso brillo azulito que parece propio de otro tipo de película . Pero lo que tenemos que saber, no se nos perdona ni un detalle, es que Marie se peleó mucho con acartonados académicos machistas, o que tuvo dos premios Nobel pero, sobre todo, dos grandes amores, lo que la convirtió (junto a Jack el Destripador) en presa de los primitivos paparazzis.
Y todo eso lo cuenta la directora con un montaje histérico, no histórico como sería lógico, que intenta dinamizar una apagada lámina de vidas ejemplares (aunque un poco adúlteras): otro desencuentro entre el cine y la ciencia.
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