La promesa (***): Amor en tiempos revueltos
Terry George quiere hacer una película trágica del género histórico y esa es su principal fuente de problemas
ANTONIO WEINRICHTER
El irlandés Terry George escribió para Jim Sheridan los guiones de algunas de sus efectivas películas de denuncia ( «En el nombre del padre» ) y luego, ya como director, abordó de cara en «Hotel Rwanda» la masacre acaecida en dicho país. Ahora aborda ... de frente otro trauma histórico, el perpetrado en 1915 por Turquía, entonces Imperio Otomano asociado a la Alemania de la Gran Guerra, contra la minoría cristiana de los armenios. Es un genocidio que aún no ha sido reconocido oficialmente por Turquía y que sus presuntos socios europeos nunca parecen tener prisa por echarle en cara. Es también un genocidio silenciado por el cine, a excepción de la emotiva «Ararat» que, claro, estaba dirigida por un cineasta de origen armenio, Atom Egoyan.
«Ararat» era una historia en modo elegíaco que mostraba los problemas de un realizador (interpretado por el armenio Charles Aznavour) para rodar una película en modo épico. Eso mismo, una película trágica del género histórico, es lo que quiere hacer aquí Terry George y esa es su principal fuente de problemas. Primero, porque para tentar género tan vasto hay que ser un David Lean y, segundo, porque aun acercándosele, es un formato muy tramposo en el que el trauma histórico acaba siendo casi por obligación una especie de telón de fondo para una historia de amor «en tiempos revueltos». El espectador se pregunta por qué no se explican las peculiaridades geopolíticas, por qué los muertos que vemos son siempre de la familia o del pueblo del protagonista, por qué tiene que salir un personaje estadounidense, por qué las caravanas del exilio se ven siempre de lejos…
Un tren con los vagones llenos de armenios aullando de desesperación hace al menos algo valioso: remitirnos a un imaginario como el de los trenes del exterminio nazi, pero aparece sólo porque el héroe pasaba por allí. Aun peor, la película acaba con un tópico epílogo con el héroe y su familia felizmente instalados en América, con el telón de fondo… muy al fondo: ¿es esta una película sobre un genocidio o sobre los que escaparon? Se agradece que rompa con la ley del silencio pero, ya puestos, podía haber sido más elocuente.
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